Canta canciones típicas infantiles reinventadas con su estilo personal de impronta folk colombiano, canta canciones propias dedicadas a la infancia con influencias del cosmos, canta versos escritos por ella sobre la injusticia, la desigualdad, la tristeza de la guerra y la desolación del desarraigo. Canta porque hay tantas cosas para decir en este continente olvidado. Ser mujer, ser colombiana y ser exiliada atraviesan a Marta Gómez y lo refleja en su música. “Manos de mujeres que han parido la verdad, manos que piden algún futuro para no morir en soledad”, dice en la canción “Manos de Mujeres”. En “Para la guerra, nada” tuvo la colaboración de artistas de toda Latinoamérica: “Para el cielo un arcoíris. Para el bosque un ruiseñor. Para la guerra, nada”.
“Creo que se puede generar conciencia a través de la música. Yo misma me transformo a menudo con el arte. Cambio mi forma de verlo gracias a lo que leo, a lo que escucho y espero dejar con mi música algo para pensar. Estoy convencida de que el corazón y el cerebro de una cambia después de ver un concierto, después de oír una canción”, asegura Marta desde Barcelona, el lugar en el que vive, alejada de su Colombia natal. Su nuevo disco “La alegría y el canto” pasea por vivencias cotidianas ancladas en la realidad, con una mirada sensible y cercana a la naturaleza. Desde el título se adivina que su música está rodeada de felicidad a pesar de cierta melancolía, esa que tienen las personas que viven lejos de su hogar. Para ella: “Vivir fuera me ha hecho una persona mucho más tolerante, mucho más empática hacia los problemas de la humanidad. Me ha vuelto más sencilla, me hace valorar lo que tengo, nunca darlo por sentado, seguir luchando cada día por cambiar este mundo tan inhumano, tan hostil y tan cruel”.
Marta Gómez canta para niñxs y para adultxs sin demasiadas diferencias, con un leve cambio de tono para encajar en el destinatario. El cosmos, la vida natural, la indignación por las mentiras, la tristeza que genera la violencia, la vuelta a las raíces están presentes siempre, aunque la música infantil sea más positiva. “Hay gente que piensa que cantar para niños debe hacerse rápido y con teclados simulando instrumentos. Tienen los oídos más puros del mundo, la cabeza deseosa de ideas y de sonidos, todo es nuevo y todo es mágico, así que debemos darles lo mejor. En lo que sí cambia un poco mi manera de trabajar con respecto a los niños es en la manera de transmitir mi mensaje. si, por ejemplo, en una canción para grandes, hablo de la inmigración o el destierro, en una canción para chicos, hablo de un caracol que lleva a cuestas su esperanza”, afirma.
Empezar a cantarles a lxs niñxs tuvo que ver con su propia maternidad, por su necesidad de hacer canciones para su hijo. “De tanto andar el caracol de andar haciendo su camino, está cansando y va guardando despacito su cabeza, su equipaje y su destino”, canta en “Caminando va” de su disco “Canciones de sol”. Marta cuenta que ser madre le cambió la vida en todos los sentidos. “Me siento mejor persona. Siento que al convertirme en madre de mi hijo también me convertí un poco en madre de todos los niños y niñas de mundo. Como cuando viajé a Estados Unidos y me convertí en todas las mujeres inmigrantes latinoamericanas. Hay una hermandad distinta. También entré en contacto con mi parte animal que no conocía. Parir, amamantar, estos deseos de protección, este amor físico tan fuerte, ese miedo inexplicable... y todo eso, por supuesto, se ve reflejado no solo en mi voz, en mi cuerpo sino también en mis canciones, en mis letras”. Y
Marta Gómez se presenta los días 9 y 18 de agosto en el ND Teatro.