Que se lleven presa a Susan Sarandon del Senado de EEUU en protesta por la “tolerancia cero” en su política migratoria nos deja entrever cómo un cuerpo colmado de privilegios se corre de ellos y se transforma en un cuerpo de acción política. Nadie -o al menos no yo- le pide a nadie que termine presa o se inmole por una causa justa. Sí les puedo pedir que intenten tener en claro dónde están en sus vidas, en sus trayectos de aprendizaje, que quieren hacer en el mundo y se cultiven para ello. Las dos figuras mediáticas, son eso y sólo eso; figuras mediáticas, actrices, humoristas, capo cómicas… celebridades, con dos posturas particulares respecto de sí mismas y el mundo, tan particulares que no pueden salir de su yo individual y hacerlo colectivo, esto quizás le sale mucho mejor a Lizy que a Flor.
El activismo, si bien nace desde una y su situación -una es la primera sujeta a rescatar-, crece hacia una conciencia del ser colectivo. Colectivo horizontal lleno de diferencias verticales donde una no puede ser puesta en horizontalidad sólo cuando el enemigo nos pone presas, allí ya estamos en el horno todas. La horizontalidad debe ser clara en cada quien. Y entonces sirve aclarar que la señora Sarandon fue presa con unas 575 mujeres más. Con ello en claro se puede negociar vidas, elecciones y acciones privadas y no llevarse puesta a nadie, sobre todo a un colectivo. Las dos personalidades opinan de algo inapropiado, las elecciones, con cierta lucidez en esa lógica amarillista opinan y el problema es que se prestan a la lógica hetero de hacer prensa, donde son puestas en exposición en sus circos y construyen una guerra de la nada misma. Facturan audiencia desde la sangre y se permiten hablar de todo lo que quieren y la corrección política no les deja, entonces la sangre corre esta vez pero las que tienen en las manos los tramontinas ensangrentados son ellas y la empresa del show subsiste incólume, se autosostiene y se reproduce en sus propias lógicas y eso es triste. Toda vez que una persona que no es hombre o mujer sostiene ese sistema es triste porque está haciendo el trabajo del amo y la ama y sustenta la esclavitud. Los medios tienen que hablar de nosotres en términos que afectan a lo colectivo y ellas pueden hacerlo, más que obvio, bajando del pedestal que están. Lo único que se pudo escuchar entre tanta vacuidad egocéntrica, de todas y todos las/os a favor y en contra fueron las palabras de Franco Torchia queriendo volver la discusión hacia una agenda activista, a la que ellas pueden propalar como Susan y dar mayor visibilidad fuera de esas estrategias sanguinarias del espectáculo que juega a hacer arte, comunicación, periodismo, etc. y no logra más que masa sosa. Ser trava es un poco eso: saber usar cuando el sistema piensa que te está usando y salir ilesa sin contabilizar para dónde se inclina la balanza voluble de los MeGusta, te banco, te retwiteo. Y todo sin desconocer que detrás haya buenas intenciones, lo concreto es que el tiempo televisivo invisibilizó nuestra agenda ocupándose de dos privilegiadas luchando en el lodo.