En el corazón de Santiago del Estero, los hermanos Santiago y Martín Abalos Santillán se criaron entre guitarreadas, poesías y chacareras bailadas en patios de tierra. La música de raíz folklórica tocada a tracción a sangre era tan cotidiana como tomar mate. Aunque, claro, corrieron con algo de ventaja: son hijos del reconocido cantor y compositor Alfredo Abalos, y la profesora de canto y danzas Muni Santillán, y tuvieron la fortuna de crecer en una casa frecuentada por artistas. “Nuestro ingreso a este universo de música y tradiciones se dio de manera natural, nadie nos forzó a cantar o tocar un instrumento”, dice, como si no quedara claro, Martín Abalos Santillán, cantante y guitarrista de La Pesada Santiagueña. Y describe una escena que podría despertar la envidia de cualquier folklorista: “En nuestra casa paterna, siempre estaban los maestros haciendo música, componiendo y cantando: Miguel Simón, Orlando Gerez, Don Sixto Palavecino, Cacho Lobo, Felipe Corpos, Pablo Trullenque y Fortunato Juárez, entre otros. En ese ámbito nos fuimos entreverando y aprehendiendo de esa fuente de sabiduría”.
La banda con nombre rockero acaba de lanzar su tercer disco, Raíces guardadas, y lo presentara hoy (27 de julio) a las 21.30 en Galpón B (Cochabamba 2536), con varios invitados: Casiana Torres, Martín Castro, Hugo Pardo y Peque Coria. El disco no se anda con vueltas. Arranca con la fuerza de chacareras clásicas como “Cigarrito i’chala”, de Juan Carlos Carabajal y Miguel Simón; y “Changuitos de mi tierra”, de Rubén y Sixto Palavecino. Y transita canciones propias como la zamba “Sueño de pájaro” y de otros, como la chacarera “Cuando un viejo me aconseja” (con la voz de su autor, Horacio Banegas) o la vidala “Raíces guardadas”, también de los Palavecino. “Es un homenaje a ellos, pero además refleja lo profundo de las tradiciones en Santiago, el tremendo legado cultural que tenemos y la reafirmación de nuestra identidad. Nos debíamos grabar una vidala, ritmo ancestral que jamás debemos olvidar”, sostiene el santaigueño.
El abordaje general del disco es bien tradicional –por su poética, sus rítmicas y su instrumentación–, pero aparecen algunos colores de actualidad en el sonido y los arreglos. “Por la banda han pasado muchos músicos que aportaron otra visión musical, otras influencias. Han pasado músicos que venían del rock, por ejemplo. Pero en Santiago del Estero, por más que vengas de otro palo, siempre tienes en la oreja el sonido folklórico; entonces, es más fácil de lograr un sonido moderno por algunas armonías y los instrumentos”, entiende este músico, que comparte el proyecto con su hermano Santiago en voz, violín y percusión, Gonzalo Lares en bajo, Iván Alarcón y Maxi Ledesma en violines, y Juancho Coronel en batería.