602 migrantes del Africa subsahariana lograron entrar ayer en el enclave español de Ceuta, fronterizo con Marruecos, tras saltar la doble valla metálica de hasta seis metros que separa los dos territorios. El masivo ingreso se produjo al amanecer y se trató del mayor salto de la historia de Ceuta.
Un portavoz de la Guardia Civil informó que cerca de 800 se proponían entrar a territorio español, pero las autoridades de este país interceptaron a más de un centenar, y finalmente poco más de 600 lograron ingresar. Al menos ocho de los migrantes fueron devueltos a Marruecos, al ser interceptados entre las dos vallas o mientras estaban encima de ellas. Fueron devoluciones “en caliente”, método que el gobierno de Pedro Sánchez había prometido revisar, informó el diario español Público. Los que sí lograron cruzar se dirigieron inmediatamente al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes donde la Cruz Roja atendió a 592 personas. La ONG precisó en la red social Twitter que 132 migrantes estaban heridos y también 22 agentes, y que once de los migrantes y cuatro guardias civiles fueron trasladados al Hospital Universitario de Ceuta con heridas de diferente gravedad.
Miles de personas que huyen de la pobreza en los países al sur del Sahara intentan cruzar regularmente el alambrado coronado con cuchillas para ingresar en España y de ese modo en la Unión Europea (UE), pero desde febrero de 2017 no se registraba un salto tan numeroso como el de ayer. En aquel momento, más de 850 personas entraron desde Marruecos en este enclave, en el transcurso de cuatro días. “Aunque estos incidentes son todos violentos, ha habido un salto cualitativo, ya que han empleado un método que no habían empleado antes, la cal viva”, comentó José Cobo, portavoz de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC). La Guardia Civil detalló en un comunicado que los migrantes habían lanzado a los agentes fronterizos, además de cal, recipientes de plástico con excrementos, spray a modo de lanzallamas, piedras y palos.
El mes pasado, el gobierno socialista de Sánchez había anunciado, poco después de llegar al poder, su intención de retirar esa alambrada cortante. La asociación AEGC consideró que mientras puede ser una acción humanitaria, harán falta, sin embargo, más guardias civiles y más material antidisturbios y de autoprotección, dijeron, ya que en esta zona existe una falta crónica de medios.
Este nuevo hecho supone el regreso de la presión migratoria por tierra a una España que tiene en Ceuta y su otro enclave norteafricano, Melilla, las únicas fronteras terrestres entre Africa y la UE, cuya vigilancia está ejercida conjuntamente por Madrid y Rabat. No obstante, desde el inicio del año, la presión migratoria se ha centrado en las costas. España ya es la primera vía de entrada de migrantes irregulares por mar en la UE, con más de 19.500 llegadas en lo que va del año, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones al 22 de julio. Solo este fin de semana, Salvamento Marítimo rescató a más de 1.100 en la costa sur del país. Las personas que intentan entrar por vía terrestre lo hacen, entre otros métodos, debajo de camiones o en baúles de autos. Por Ceuta, en lo que va del año, ingresaron más de mil personas (571 según las cifras oficiales, más las 592 del salto de ayer) y, por Melilla, 2554, según informó el diario español El País.
Hasta hace poco la primera vía de entrada por mar en Europa era Italia, que recibía a los migrantes desde la vecina Libia. Sin embargo, en los últimos meses, el gobierno italiano y su ministro del Interior, el ultraderechista Matteo Salvini (ver aparte), se han propuesto cerrar esta vía migratoria, alegando que el país está desbordado, pese a que las llegadas se han reducido en un 80%, como muestran las cifras oficiales.
“Está claro que esta vía Italia la ha cerrado de manera discutible, negándose a recibir migrantes rescatados por ONG en el Mediterráneo”, comentó el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, el miércoles a la prensa internacional. “Si se cierra el tránsito por el Mediterráneo central y no se cierra el flujo en los países de origen, cosa que de momento no está ocurriendo, el flujo se va a desviar al Mediterráneo occidental, como ya está ocurriendo”, observó el ministro. Según él, Europa debe dotarse de una política migratoria de verdad a 20 o 30 años, que tenga en cuenta el previsible aumento de población en los países situados al sur del Sahara, que, estimó Borrel, se trata de un diferencial demográfico que va a plantear problemas muy graves.
La ministra española de Trabajo y Seguridad Social, Magdalena Valerio, dijo ayer, por su parte, que la situación de desborde que tienen que afrontar los centros de acogida de inmigrantes irregulares ya existía tiempo atrás, antes de que los socialistas comenzaran a gobernar, a principios de junio pasado. “Cuando no se toman medidas a tiempo, después hay que adoptarlas de emergencia”, advirtió en alusión al anterior ejecutivo conservador de Mariano Rajoy. Valerio detalló que el plan que prepara el Gobierno reforzará esos dispositivos de acogida y ayudará a las ONG que trabajan sobre el terreno, como la Cruz Roja. La ministra resaltó, además, en la misma línea que Borrell, que el problema era una cuestión europea y no sólo española y que los países de tránsito deben tener un plus de apoyo y actuar en los de origen.
Los servicios de rescate auxiliaron ayer a 329 inmigrantes subsaharianos y magrebíes cuando navegaban en 20 embarcaciones que se dirigían a las costas españolas en el Estrecho de Gibraltar (18) y en el mar de Alborán (dos). Mientras tanto, más de 200 inmigrantes de países del sur del Sahara permanecen a bordo de un buque del servicio de Salvamento Marítimo en el puerto de Algeciras (provincia de Cádiz), al no poder ser acogidos por falta de medios de la Administración.