Desde Rosario
Con un gran pañuelazo el 4 de agosto en el Monumento a la Bandera, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto de Rosario volverá a poner en la escena nacional una foto impactante: llegarán banderas de todos los pueblos y localidades del sur de la bota para decir que la legalización no es un tema metropolitano. La provincia es muy extensa, con polos bastante diferenciados: la ciudad del sur, Rosario, la más importante, suma a los lineamientos del gobierno santafesino para la provisión de la Interrupción Legal del Embarazo, una política pública consistente desde hace décadas, que permitió la eliminación de las muertes por aborto clandestino desde 2012. En Rosario se aplica el Protocolo de Interrupción Legal del Embarazo con una interpretación amplia de la causal salud, se hacen abortos con misoprostol pero también con Aspiración Manual Endouterina (AMEU), a elección de la usuaria. Y consejerías pos abortos para que la persona gestante se lleve un método anticonceptivo de larga duración sin costo. En cada uno de los centros de atención primaria de la salud se garantiza la provisión de anticonceptivos desde 1997, año en el Rosario que tuvo su pionera ordenanza de salud sexual y reproductiva. Años después, esa política se puso en marcha también en toda Santa Fe, desde el ministerio de Salud provincial, pero las resistencias son mayores en localidades más pequeñas, o más atravesadas por el poder eclesiástico, como Rafaela y Santa Fe.
En 2015, la provincia adhirió por ley al protocolo de ILE del Ministerio de Salud de la Nación. El Laboratorio público LIF está produciendo misoprostol, que estará en los centros de salud en diciembre. Mientras tanto, los sectores antiderechos resisten desde adentro de algunos centros de salud. Rosario es una ciudad laica donde tienen la capacidad de acción más limitada. Y la red de profesionales de la salud por el derecho a decidir tiene muy buena presencia en el sistema público. Ayer realizaron una asamblea para mostrar masividad. Muy distinta es la situación en Santa Fe. El hospital más importante de la ciudad es el Iturraspe –donde dejaron morir en 2007 a Ana María Acevedo porque no le permitieron interrumpir su embarazo ni le trataron el cáncer de maxilar porque estaba embarazada–. Ahí, todo el servicio de Ginecología y Obstetricia es objetor de conciencia, y además, desde adentro del centro asistencial brindan información solapada a la agrupación Ramón Carrillo para que obstaculice el acceso de las mujeres a sus derechos. Allí fueron las mujeres a hacer su pañuelazo la semana pasada, pese al frío, y cuando se iban les tiraron agua, para que entendieran el mensaje.
Mientras tanto, en el poroteo de los votos en la Cámara alta, la senadora nacional del Frente para la Victoria, María de los Angeles Sacnun, adelantó su voto positivo, y afirmó que la ley llega al Senado con una “enorme legitimidad”, el senador de Cambiemos Carlos Reutemann hizo saber que votará en contra. Y no sorprende teniendo en cuenta que tuvo como ministro de Salud a Fernando Bondesío, que en 2003 firmó una resolución para obligar a lxs medicxs de la provincia a denunciar a las mujeres que llegaban con complicaciones de aborto. La incógnita es Omar Perotti, senador justicialista que aún no dio a conocer su posición. Perotti fue durante ocho años intendente de Rafaela, una ciudad llamada la Perla del Oeste, por su pujanza económica. Esta semana, fue noticia por el escándalo que desató un grupo de fieles ante la presentación de la obra Dios, del director Lisandro Rodríguez, en homenaje a León Ferrari. En esa puesta en escena –que formó parte de la programación del Festival de Teatro de Rafaela–, se pusieron pañuelos verdes a la imagen de una virgen, y también a una estatua del papa Francisco. Una actriz y un actor, desnudos, que personificaban a Adán y Eva, también llevaban la insignia de la Campaña. Una parte de la ciudad puso el grito en el cielo, y amparados en la influencia del arzobispo Luis Fernández en la Municipalidad –declarada “pro-vida” por el concejo municipal– pidieron “la cabeza” de los organizadores del Festival, y que sea una comisión de vecinos la que elija las obras que participen. Desde la Asamblea Feminista expresaron: “Los aprietes nunca son las formas aunque parecen ser las únicas que entienden algunos grupos. Celebramos el teatro como hecho artístico que no es neutral ni se dirige a un público homogéneo. Es en su diversidad donde todos los colectivos y credos que habitamos la ciudad podemos sentirnxs identificadxs. Incluso cuando hay obras que a unxs nos generan rechazo, sabemos que como consecuencia de ser un objeto artístico, otrxs, diferentes a nosotrxs pueden estar disfrutándolo. Por tanto, tenemos la libertad de no ir, de levantarnos, de expresar que no es de nuestro gusto particular. Han llegado al Festival obras con contenido religioso que ningún ateo salió a repudiar. Entonces, ¿qué entendemos por libertad de culto y respeto? ¿Qué pretendemos que se respete?”.
Perotti navega en esa disyuntiva. Su ciudad es conservadora, aunque el movimiento feminista crece con fuerza, y los pañuelazos también congregan a muchas personas. Lanzado como candidato a gobernador, el senador tiene gran necesidad de obtener votos en Rosario, donde más del 60 por ciento de la población se manifiesta a favor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Ante este panorama, por ahora, guarda silencio.