¿Cómo le va, lectora? ¿Qué me cuenta, lectoro? ¿Cómo marcha todo, mis queridos y queridas deudora/es? ¿Preparados para ir a La Rural a mirar de lejos y con nostalgias el lomo en estado vivo? ¿Dispuesto/a  a rememorar aquellos días en los que estábamos tan mal que comíamos carne y tomábamos leche, no como ahora que comemos sapos y tomamos posverdades pero somos más felífices gracias al Sumo Maurífice ( perdón la licencia fue por ll rima)?

Si, deudoras y deudores, quizás ustedes no lo sepan, pero durante doce años nos hicieron creer que podíamos comer lomo, y nosotros fuimos tan estúpidos que lo comimos, nomás. ¿Cómo no nos dimos cuenta de que no era para nosotros? Bueno, deudor, no se autocastigue, que para eso está Patrificia, y además seguro que ahora Mme. Lagardel nos hará probar las famosísimas “recetas del FMI” que son las únicas recetas del mundo destinadas a que casi nadie pueda comer.

Quizás estén ustedes sumamente preocupados porque están seguros que tenían cierto dinerillo encanutado detrás de la foto de la abuela, en la cucha del perro o bajo el bidet, y ahora no lo encuentran. Tal vez intentan recordar si lo usaron para pagar alguna deuda, alguna factura, o compraron la última morcilla con esa reserva.  Tranquilo, deudor amigo: lo más probable es que usted, hombre de bien, haya donado ese dinero, sin siquiera saberlo, para que el actual gobierno pueda seguir aumentándonos las tarifas, una especie de campaña “¡Save the richs!” que desde 2015 recauda cada día más, y más, y más.

Si eso es lo que le pasa, no se deprima, ¡No está sola, no está solo, no está sola y solo! Miles de argentinas sufren el mismo síndrome, que no es el de Estocolmo (la víctima se enamora del victimario), pero quizás llegue a ser una versión sudaca del mismo, en el que no hay amor, pero sí dinero, aunque el dinero, dicen los Beatles, no puede comprar amor. En todo caso, en cualquier momento aparecerán “Aportantes Anónimos” y lo/a autoayudarán.

Cambiando de tema, me tenía bastante loco eso de que el 9 de julio  no hubo desfile. No, deudora, no es que yo sea militarista ni nada por el estilo. Lo que me pasa es que, de niño, el 9 de julio era el día de la Independencia, en mi familia comíamos locro, y por la calle había desfile. Ahora el locro nos cae pesado y fue reemplazado por sopa de verduras, la Independencia fue remplazada por el FMI, y lo único que quedaba de ese día, el desfile. ¡Tampoco!

Pero además, si no desfilan ¿qué van a hacer los militares?

Porque si fuera que les corresponde defendernos, estarían en las trincheras económicas defendiéndonos de los créditos UVA, los préstamos del FMI  y “El regreso de los CEOS vivos” Pero no.

Tampoco he visto a coroneles ni tenientes luchando valerosamente en nuestras fronteras contra los televisores importados, combatiendo a capa y espada (a falta de armamento más moderno) contra los celulares de alta gama que corrompen a nuestra juventud y la wasapean el cerebro.

No me llegó ningún cable, ni se viralizó imagen alguna, en la que un grupo de elite de nuestras tropas combate con vigor en un freeshop impidiendo a las voraces compus y tablets foráneas invadir virtualmente nuestra amada patria.

¿Y entonces, que van a hacer los militares si no desfilan?

¿Estudiar otras carreras? ¿Poner taxis? ¿Rascarse con premeditación y alevosía las zonas que les piquen? ¿Comprar, vender o fabricar dólares?  ¿Juntarse en bares a recordar tiempos mejores (para ellos)? ¿Ayudar al doctor Albino en su infructuosa y porcelanada lucha contra el SIDA?

Me dio miedo. Me acordé de aquella vez que Mariuneta quiso poner a voluntarios a dar clases para frenar el paro docente, y aluciné que las escuelas se volvían minicuarteles donde los niños aprendían a pintar lo que está quieto y saludar a lo que se mueve.

¿Pondrían a los militares a detectar aportantes truchos en la calle?

Otra opción es la meteorológica. Está claro que los maurihechores  en jefe aman los pronósticos del tiempo. Porque si algo de bueno tienen los pronósticos, es que se pueden cumplir, o no.  Y si se cumplen, uno acertó. Pero si no se cumplen, es porque pasaron cosas.

Desde que llegaron al Olimpo (en el poder ya estaban), se la pasan hablando de lluvia de inversiones, o de dólares, a lo que ahora sumaron el concepto de tormenta,  turbulencias (y el avión es Flybondi, ¡my god!)  tiempos malos , ciclones, el huracán Christinne y todas esas cosas terribles.

Encima el pueblo, en lugar de escucharlos atontadamente, habla de la interrupción voluntaria del embarazo, pero no según la voluntad del Sumo Maurífice (eso se entendería), sino de la mujer. No de la VIcemauricia,  sino de la mujer en general. No de la mujer en “general” vale decir  que accede a un alto cargo en el Ejercito, sino de “aquella que así lo decidiera”.

Demasiado para un gobierno que se propuso que el futuro sea el pasado. Y el imperativo, el presente.

Entonces, quizás el futuro rol de los militares sea hacer que se cumplan los pronósticos y vaticinios:

  • Que cuando el Sumo Maurífice diga “va a llover”, todas y todos compremos paraguas importados por alguno de sus cofrades.
  • Que cuando Lilita anuncia que surgirán pollos fritos del suelo, nos compremos “galochas antipollofrito” que algún amiguete avisor pondrá en venta para la ocasión.
  • Que cuando la Patrífice nos alerte sobre el peligro mapuche, todas y todos nos empapemos la piel con repelente antioriginario, que pondrán en el mercado algunos socios incógnitos.
  • Que cuando Nico Baldío  o el Duo de Caputos nos digan que se vienen días de tranquilidad ( aunque solamente sean para ellos), sintamos de pronto un extraño bienestar social y nos anotemos masivamente en un taller de entusiasmo cuyos honorarios pudieran ser computados como aporte trucho a la campaña.
  • Que cuando Mariuneta vaticina que la universidad no es para los pobres, todos aquellos que no tengan acceso a mansiones y autos de alta gama devuelvan sus títulos, o los vendan a algún estudiante extranjero a precio vil.
  • Que cuando digan que los jubilados van a ganar menos plata pero van a tener más poder adquisitivo, los ciudadanos corramos al shopping a comprar jubilados, que seguramente estarán en oferta.

 

De todo esto y mucho más, los militares podrían ser los garantes. Bueno, eso si no aprendieron nada en estos últimos 35 años, y no saben que salir de garantía es hacerse cargo de los errores de otros. Ellos sabrán ¿sabrán? lo que hacen.

Y mientras tanto, el mejor equipo contrario de los últimos 50 años trae a Andacantarle a Lagardel, como refuerzo para la Superliga que está comenzando.

Hasta la semana que viene.

@humoristarud