Desde Ciudad de México
Por más que no apareciera en los créditos de Sr. Avila, durante tres temporadas la muerte fue una de las protagonistas de la serie de HBO. El conteo de cadáveres aumentaba en cada capítulo y tenía lógica: el personaje principal era un agente de seguros con una vida paralela como sicario, que era parte de una organización criminal en la que ascendió primero a la categoría de Señor y luego a la de Señor de Señores. Pero en ese reguero de sangre creado por los argentinos Walter y Marcelo Slavich (los mismos guionistas de Epitafios), Avila siempre fue una suerte de víctima de las circunstancias, el peón de una partida de ajedrez siempre dominada por poderes superiores. Sentados en las oficinas de HBO en México, el director Fernando Rovzar, los actores Tony Dalton y Michel Brown, y el productor Paul Drago aseguran que todo eso volará por los aires en el cuarto año del programa, que arrancará mañana las 21. La temporada final, que se estrenará en simultáneo en cincuenta países, llega justo después de que la serie recibiera un Emmy Internacional (al mejor programa prime time de habla no ingles), pero a tiempo para descubrir cómo Avila piensa liberarse de sus cadenas... así tenga que convencer a la muerte de coprotagonizar unos capítulos más.
“Una cosa que los hermanos Slavich defendieron sobre esta serie desde el primer capítulo fueron las reglas”, asegura Rovzar. “Esta serie se rige bajo un libro llamado Matar bien para vivir mejor, que nadie tiene ni ha leído, pero existen esas reglar. Nadie sabe ni quién lo escribió. Iván (mano derecha de Avila, encarnado por Carlos Aragón) es el único que se sabe las reglas de memoria. Y es impresionante que toda una organización de operadores (asesinos), Señores y Apóstoles vivan bajo las reglas de un libro que nadie ha leído. Y Avila rechaza ese obedecer porque sí, al punto de que se convierte en un problema y deciden matarlo”. De hecho, en el último episodio de la tercera temporada, el protagonista recibía un balazo de uno de sus “superiores”, los Apóstoles. Pero el sicario Molina (a cargo del argentino Michel Brown), su aparente enemigo, decidió no dejarlo morir.
“Avila se da cuenta de que la única manera de salir es enfrentar a aquellos que lo manipulan y tiene un plan muy claro de cómo derrotarlos”, continúa Rovzar, que con su hermano Billy está al frente de la productora Lemon, que se hizo cargo de la serie. “Es por eso que el tono de la cuarta temporada es completamente distinto al de las demás. Incluso, empieza con un gran momento interno de decisión, si despertar o morir. Creo que cualquiera puede identificarse con ese cuestionamiento a las reglas, al orden, las organizaciones, a aquellos que tienen el poder”.
Dalton, que durante tres temporadas apenas mostró resquicios en la máscara casi inhumana de Avila, ahora se enfrenta a nuevos registros de actuación. “El personaje llevaba una línea muy clara, iba como sobre unas vías de tren: todo lo que le sucedía era consecuencia de la historia”, asegura el actor mexicano. “Por eso nunca había mucho fuego en sus ojos: no se lo permitía porque era un títere. De ahí que esta cuarta temporada sea superior a las anteriores, porque rompemos tanto con eso... El toma las riendas, decide hacia dónde va su vida, y la historia lo sigue a él en lugar de lo contrario. Ya lleva las riendas. Y entonces grita, se enoja, llora. Está al borde porque tiene algo que perder, algo que quiere. Antes, él no sabía lo que quería. Hablábamos con Fer de que era como un sociópata con un trabajo en el que, si lo hacía bien, le daban un ascenso. Pero de repente estaba en el puesto más alto y se daba cuenta de que no quería estar en ese lugar, de que llevaba años trabajando y eso no lo hacía feliz. Al estar cerca de la muerte y tener una lucha interna antes de despertarse, en realidad Avila decide que no quiere ser el CEO de la compañía, por así decirlo, sino irse a la Polinesia a pintar como Gaugin”, se ríe.
El protagonista de Sr. Avila asegura que todos los involucrados en la serie sabían que su personaje “iba a explotar, tarde o temprano”. “Pero no podíamos adelantarnos, porque no puedes estar explotando antes de tiempo. Vi un programa en el que hablaban los protagonistas de Breaking Bad y recordaban el episodio en el que muere la novia de Jesse. Originalmente habían pensado en que Walter White matara a la chava para ayudar a Jesse, pero dijeron: ‘No, todavía no, si él ya hace eso, entonces ya es esa persona. Lo que puede hacer es no hacer nada y ver que ella se muera, y aun así es un paso grande’. Es un poco parecido lo que hicimos nosotros: eran pasos pequeños hasta que en esta cuarta temporada se echa toda la carne en el asador”.
En la nueva odisea de Avila, Molina jugará un papel central. Y Brown, que en el final de la temporada anterior encarnó a ese sicario misterioso del que todos hablaban pero nunca aparecía, asegura que deseaba que se hiciera la cuarta porque si no se iba “a quedar con las ganas” de desarrollar más el personaje. “Desde un principio nos sentamos con Fer Rovzar y tratamos de encontrar esta conjunción de un tipo que es un ángel y un demonio a la vez –asegura el actor surgido en Jugate conmigo (ver aparte)–. Un tipo que podría ser el pediatra de tu hijo, pero al que después ves torturar a otro con 500 voltios mientras escucha un disco de música clásica. Decíamos que era como un amante del letargo entre la vida y la muerte, alguien que sabía que tenía ese poder sobre los últimos treinta segundos de vida de alguien y los iba a disfrutar como quien se toma un whisky sentado frente a una chimenea. Es interesantísimo como personaje, porque aparte sucede que la gente lo quiere. Por las redes sociales me escriben ‘Guau, qué buen personaje’, pero es bien siniestro. La realidad fue que no hubo mucho tiempo para desarrollarlo. Yo trabajo con una coach en Colombia (donde reside), Vicky Hernández, y tratamos de encontrar cómo era el personaje, de qué manera se mueve y cómo se relaciona con los demás. Y después nos encontramos en el set con qué pasaría en cada una de estas situaciones. Ese ejercicio fue bien interesante, porque cuando uno, como actor, viene tan estructurado y teniendo tan claro lo que va a hacer, quita la posibilidad de que aparezcan cosas nuevas. Y acá, todo lo que aparecía era verdad, porque era lo que aparecía en el momento”.
En la nueva temporada, dice Brown, “Molina le ofrece a Ávila la posibilidad de eliminar a todos estos demonios que traen ambos y de saciar su sed a partir de acabar con los que creen que son quienes manejan a las marionetas desde arriba”. Entonces, ¿los Apóstoles no son la cabeza de la organización criminal? Si se lo piensa, en los evangelios son quienes siguen a Jesús... “No me puedo meter en eso”, se desmarca el actor entre risas. Y acude en su ayuda Dragon, uno de los productores de la serie: “En el mundo de Avila hemos descubierto cosas nuevas a cada paso. Siempre hay como una nueva capa dentro de esta organización que quiere tener el control sobre las marionetas con las que ejecutan y mantienen el control sobre su negocio vivo. Lo que quiere Avila desde el día uno es liberarse. Y lo que quiere Molina es venganza. Entonces es una combinación muy peligrosa”, dice y evita cualquier tipo de spoiler.
Aunque Sr. Avila tiene a la muerte como coprotagonista, también el concepto sobre esta fue variando para quienes hacen la serie. “Cuando leí la primera temporada, dije: ‘Ah, es un sicario, así que el objetivo es que las muertes se vean bien, que sean cool. Entonces, vamos a plantear distinto tipo de asesinos, vamos a tener uno que es ciego y tiene un perro, una mujer sexy...’. Ahí sólo estaban los personajes, faltaba profundizar. Sólo estilizábamos la muerte”, repasa Rovzar. “Pero en el final de la primera temporada, cuando muere el hijo de Avila, todo cambia: de repente, ya no queríamos ver estilo. Ahí teníamos que ver a ese chico colgado de una cuerda y a Avila mirándolo, entonces sacamos el estilo, sacamos la música. Y en la segunda temporada, ya con la carga de esa muerte más pesada, llegamos al capítulo 8, en el que Avila le dispara a su esposa casi como en una cuestión de supervivencia. Entonces la muerte ya tiene otro significado: Avila es capaz de asesinar a su mujer. Y cuando llegan las otras muertes ‘satelitales’ de la temporada, ya no quiero contarlas con el mismo estilo, no quiero que se vean cool: ya hay otra dimensión, otra manera de mirar las muertes”.
“En la cuarta temporada vamos a sentir que nos repele la muerte, no vamos a querer ver muerte –adelanta el director–. El mismo Avila tendrá un objetivo que dependerá sólo de una muerte, pero nadie querrá que esa muerte suceda. La cuarta temporada es para la vida, para que nadie muera. Entonces, es un viaje interesante desde el punto de vista de la dirección. Hubo una sensibilidad que fue creciendo en mí conforme la historia iba pidiendo distintos tipos de muertes. Y en esta cuarta temporada, cada vez que aparecía una situación de un personaje cercano a la muerte, como guionista me planteaba cómo evitarla. Porque quiero que cada uno triunfe en su camino... Escribimos tratando de proteger a los personajes de este mundo de muerte cuando la amenaza es más grande que nunca”.
Pero, ¿tienen redención posible personajes que formaron parte de una organización de asesinos? “Para mí, hay otra historia que empieza el día que Avila consiga liberarse de quienes lo manejan, porque los fantasmas de lo que hizo van a perseguirlo y atormentarlo. Entonces, depende de cómo definamos la redención...”, dice Rovzar. “Pero, ¿un final feliz? Creo que Sr. Avila era una tragedia desde el día uno. Esa es la idea de los hermanos Slavich, la que nosotros adoptamos visualmente, pero creo que encontramos una humanidad en Avila que no veíamos en la primera temporada. Avila tendrá pecados, penas, culpas y cadenas que lo arrastrarán hasta el último de sus días, pero en esta temporada se verá que tiene humanidad”.
Y Dalton vuelve sobre la idea de esperar los tiempos del personaje: “Lo que estábamos buscando era que él encontrara su humanidad, pero teníamos que dosificarlo a través de las temporadas. Cada temporada era un acto diferente: en la primera se presenta al personaje y se ve cómo empieza a cambiar, en la segunda es un Señor, en la tercera el Señor de Señores y en la cuarta... hay una especie de liberación. Pero no podíamos adelantarnos y hacer que Avila gritara, llorara y sonriera antes de tiempo”.