Versión libre de La maravillosa historia de Peter Schlemihl, del poeta y botánico alemán Adelbert von Chamisso, El hombre que perdió su sombra es una de las propuestas más celebradas de las vacaciones de invierno. En la obra de la coreógrafa y bailarina Elenora Comelli y la artista visual Johanna Wilhelm, conviven las artes visuales, la música y el movimiento; la magia, el humor y la belleza; para recrear la historia de un imprudente joven que –tal como lo anuncia el título– ha perdido una parte importante de sí mismo. Se presenta en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815).
La novela, de 1814, es un clásico del romanticismo alemán. Aborda temas típicos de la época, como el doble y el pacto fáustico. Peter, el protagonista, vende su sombra a un personaje misterioso, el Hombre de Gris. Luego, el joven es rechazado por el resto de las personas y se refugia en una mansión. Pierde la posibilidad de amar y ser amado por una bella bailarina. En la versión teatral, acepta el desafío de recorrer el mundo para realizar distintas proezas y así recuperar su otra mitad. La obra conserva el espíritu del original, aunque plantea algunos cambios, que fueron pensados junto a Isol Misenta.
La respuesta de los espectadores sorprendió a las directoras, que no habían hecho, hasta ahora, ningún espectáculo para chicos. “Estamos re felices, todo el elenco. No lo podemos creer. Recibimos un montón de comentarios y agradecimientos de la gente, por poder compartir en familia. No es una obra típica infantil; no entra en ningún género. Se construyó desde algo muy genuino. Es una apuesta diferente, jugada, que no fue concebida como infantil”, dice Wilhelm a PáginaI12. El espectáculo llegó al Cervantes a partir de una convocatoria para obras para niños que tocaran la temática del doble. Se agotaron todas las entradas para esta semana, del miércoles hasta mañana. A partir de la próxima, habrá funciones los sábados y domingos a las 15, hasta el 19 de agosto, y también algunas especiales para escuelas.
En esta reversión del teatro de sombras, el acento está puesto en el vivo, en el sincronismo, en la multiplicidad de lenguajes y recursos. Hay dos músicos que tocan en vivo (Axel Krygier, director musical y creador de las canciones, y Alejandro Terán), dos artistas visuales que realizan proyecciones ilustradas (Gisela Cukier junto a Wilhelm) y cinco intérpretes que traducen al movimiento la palabra, el sonido y la luz (Pablo Fusco, Sebastián Godoy, Griselda Montanaro, Santiago Otero Ramos, Gastón Exequiel Sánchez). “Fue un trabajo muy grupal, súper complejo. Fuimos trabajando en capas”, cuenta la artista visual.
Comelli venía trabajando en sus espectáculos con la temática del doble, la sombra, el desdoblamiento de personajes. Wilhelm, por su parte, venía abocándose a proyecciones en vivo en conjunto con músicos. Es diseñadora gráfica, artista plástica e ilustradora especializada en papel calado. “Nos parecía que esta novela tenía muchas cosas para trabajar. El autor es un naturalista. Nos sugirió imágenes de diferentes paisajes y situaciones concretas, y a Eleonora también ciertas pautas para la coreografía”, detalla la directora.
“¿Por qué era tan importante la sombra?”, se pregunta Peter en un momento del espectáculo. Y ése es un interrogante existencial que también marcó el proceso de trabajo. Todos los que iban ingresando al proyecto quedaban impregnados por él.
“Hay cosas que en la obra quedan abiertas. No quedan cerradas como mensaje. Hay cuestionamientos que tuvimos y tenemos, y que también tiene la gente que viene a verla: ¿qué es la sombra, antes y después de venderla? ¿Cómo se recupera? ¿Es parte de la identidad, la parte oscura de uno? El personaje principal, después de ser rechazado por la sociedad, se pregunta por qué es tan importante la sombra. Antes, no pensaba que lo era… En parte, la sombra es eso que tenés y no le das valor hasta que lo perdés. Y cuando lo recuperás, ya no es lo mismo”, analiza la artista, y destaca las diversas sensaciones que los chicos pueden tener ante este espectáculo mágico que atraviesa momentos bien distintos, con toda su riqueza.