En la ciudad de Buenos Aires, se pueden ver unos lectores de patentes que identifican vehículos, pero cabe preguntarse qué es lo que controlan: ¿la velocidad, si es robado, si tiene la patente al día, solo sirve para advertir que están vigilando u otras razones inconfesas? Según el ministro de Seguridad porteño, Martín Ocampo, hay 43 entradas y salidas sobre la Gral. Paz, donde se instalarán dispositivos de control que detectarán vehículos con pedido de secuestro o con placas apócrifas. El problema es que con la tecnología que utilizan si a un vehículo robado se le pone la patente de otro auto del mismo modelo, el sistema no detecta ninguna irregularidad y se puede seguir circulando. Por lo tanto, muchas veces los ladrones sustraen patentes de un vehículo estacionado en la calle y se las ponen a un modelo igual pero robado. Como lo demuestra el accionar de los motochorros en la Ciudad de Buenos Aires, este sistema tampoco permite escanear las patentes de las motos. 

En 2007, la Secretaría de Energía de Daniel Cameron publicó un prepliego para introducir una patente digital con tecnología RFID combinada con el reconocimiento de patente OCR (Óptical Character Recognition). El objetivo de la Secretaría era desarrollar un sistema de control de información inteligente para precios, volúmenes y condiciones de suministro en el tránsito y destino de hidrocarburos. Para ello se requería el cambio de las patentes mediante los registros de automotores y colocar otro dispositivo que se apareaba con el de la patente. El proyecto incluía motos y motocicletas. En estaciones de servicio se procedía a leer el chip RFID y la patente digital. Ante discordancia, no se permitía la carga, y se emitía un aviso a la policía.

Asimismo, detrás de carteles de señalamiento, otros lectores permitían conocer el status del automotor o moto y a los camiones, en los peajes, se les iba a controlar automáticamente su peso y si estaba excedido se emitía un aviso. El costo del sistema se estimaba en 1 centavo de dólar por litro de combustible, pero finalmente no fue implementado.

En Colombia, un sistema similar está siendo evaluado para motos y motocicletas, con el objetivo de controlar los delitos. En Cartagena un 95 por ciento de los hurtos se producen en motos. La intención es que cada moto porte un chip que se active ante un lector especial, ubicado en varios puntos estratégicos y en las estaciones de servicio. El chip emite ondas de radio de alta frecuencia, permite rastrear a la motocicleta y envía señales de infracciones u otros delitos. El chip se instala de una forma que no se ve. Con su instalación, se sabe dónde matricularon la motocicleta, su patente, su titular, etc. y se conoce la modalidad de su uso como particular, empresarial, u otras alternativas.

¿Por qué en Argentina no se impulsa un control semejante ante la ola de robos en motos? Para algunos es estigmatizante, otros se quejan por bases de datos manejada por el Estado. ¿Por qué hay quienes quieren ser N.N. para el Estado y no para empresas de cable o celulares? ¿Temor de ser invadidos o simplemente, no ser identificados en maniobras ilícitas? El gran hermano está presente como diría Arthur Clarke en “Luz de otros tiempos”, es tarde, cualquiera puede grabar, filmar, monitorear, etc. Corre tanto para funcionarios públicos como para ciudadanos de a pie. La tecnología está, y un gobierno que pretende combatir la droga y fomentar la educación para nuevos trabajos debe actuar ahora. La seguridad ciudadana es un bien superior, es el derecho a la vida.

* Ingeniero electromecánico especialista en tecnología.