En 2001, el músico y productor Gaby Kerpel revolucionó la escena musical argentina con Carnabailito, un disco fundacional de lo que se conoció luego como “folklore digital o electrónico”. Un encuentro entre músicas folklóricas latinoamericanas y nuevas herramientas tecnológicas para producir sonidos (sintetizadores, samplers) que definió a toda una escena. En 2009, se puso el traje de King Coya y publicó Cumbias de Villadonde (2009), un disco en el que se propuso copar la pista de baile con ritmos tropicales del continente en clave electrónica. En ese mismo plan, Kerpel acaba de lanzar un nuevo disco, Tierra de King Coya (ZZK Records), rebautizado como King Coya & Queen Cholas, un proyecto ampliado que incluye a la danza y potencia la performance en vivo. “Carnabailito fue una experiencia más vinculada con el folklore argentino y en ese momento no tenía pensado que fuera específicamente para bailar. En cambio, con King Coya está pensado así, desde lo escénico y lo musical. Las chicas bajan bastante al público, entonces se genera una cosa participativa que está buena. Estamos buscando un lenguaje compartido y tratamos de desarmar la situación típica del DJ o músico con las bailarinas al lado. En el folklore, la música y la danza siempre van juntas”, explica Kerpel, ahora en plena gira europea.
Tierra de King Coya fue lanzando en plataformas digitales y formato vinilo a mediados de junio. Fue presentado en Estados Unidos el mes pasado y actualmente está sonando en festivales europeos como Río Babel y Pirineos Sur. La presentación en Buenos Aires tendrá que esperar hasta octubre, en lugar a confirmar. “En Europa hay muchos festivales con grillas amplias, no se abocan a un estilo. Los shows no son en festivales de música electrónica o de cumbia digital. Por ejemplo, en Barcelona abrimos un show de Café Tacvba”, cuenta Kerpel, creador de las bandas de sonido de Fuerzabruta y De La Guarda. “Antes de empezar a trabajar con las chicas (las Queen Cholas), yo sentía que algo no me funcionaba. Estaba bien, pero no me satisfacía el resultado. Pero hace dos años, a partir de que se sumaron ellas, todo empezó a fluir mucho más y salieron más fechas en Europa. El show es más interesante. Cuando estaba en De La Guarda, veía que la gente salía emocionada. No es que quiera llegar a eso, pero busco esa interacción con el público”, rescata el productor. La escena ZZK se abrió un camino en tierras europeas, especialmente en Francia y Alemania. “¡En Italia hay admiradores de la movida Zizek!”, dice.
–¿Y en Buenos Aires qué pasa con esta escena?
–En Buenos Aires lo difícil es el tema de las entradas. Tienen precios muy bajos y de todas formas a la gente le cuesta ir. Solemos tocar en determinadas fiestas, como Te Re Cumbió, Madre de Dios, Pachamama Cósmica (en el Recoleta) o el Festival Puente. La idea es generar más público para después hacer una fecha propia y que haya convocatoria. Se rompieron prejuicios con respecto a esta música y la gente lo incorporó. Igual, es un núcleo reducido el que sale a bailar esta música.
Aunque Kerpel dice que no fue buscado, el disco tiene una importante presencia femenina. Todas las invitadas son mujeres, al igual que algunas voces que rescató de otros proyectos. “Es que las colaboraciones que hago en general, salvo que sea un remix de alguien que me pide, son proyectos con cantantes mujeres, como La Yegros. Fue una casualidad”, dice Kerpel. El primer corte de difusión, “Algo”, una especie de dub andino y electrónico, cuenta con la voz litoraleña de La Yegros, artista de proyección internacional a la que Kerpel le produjo sus dos discos. Después se destacan “Tierra de King Coya”, una mezcla de buyerengue colombiano y carnavalito, con la participación de La Walichera (Gladys del Carmen Sarabia); y la psicodélica con base dancehall “Pachamama”, con Iara Nardi, una de las Queen Cholas –trío de bailarinas que completan Laura Friedman y Martina Kogan–. Y las voces femeninas se refuerzan con la coplera salteña Balvina Ramos en “Pa que yo te cure”, remix de la canción “Linda flor”; y los cantos chamánicos de Isabel Pinedo Rengifo, curandera de la etnia Shipibo (Perú), que Kerpel rescató para la pieza “Icaro llama planta”.