El poder del fútbol tiene una sola camiseta. Se sabe y se sabía que Boca ejerce una influencia notable en las decisiones que se toman en la AFA. Su presidente Daniel Angelici gobierna de facto y por teléfono, como ya quedó demostrado en escuchas comprometedoras que se le hicieron en 2015. Pero no está solo. Un séquito de fieles que incluye representantes del poder judicial, operadores políticos, funcionarios y empresarios mantienen rodeado a Claudio Tapia, el presidente formal que a medida que pasan los días se siente más incómodo. Para describir este presente, un dirigente del Comité Ejecutivo compartió una humorada con este cronista: “Falta Laudonio (por Oscar, el Loco Banderita) y son todos de Boca”. Se refería al hincha siempre colorido que recibe al equipo cada vez que sale por el túnel de la Bombonera. Este comando unidireccional sería apenas una señal inquietante para otros clubes, si no fuera porque el presidente de la Nación controla todo a prudente distancia. La situación es mucho peor. Mauricio Macri puede delegar la macroeconomía en el FMI o los asuntos agropecuarios en la Sociedad Rural. Pero jamás haría lo mismo con su patio trasero: en el fútbol no deja detalles sin controlar, porque desde ahí saltó a la política. Su poder deviene de una pasión popular que supo utilizar para llegar a ser lo que es hoy.
En marzo pasado, Daniel Parietti quedó al margen de la composición del nuevo Tribunal de Disciplina de la asociación que encabeza Tapia. Se fue dejando una frase que retumbó con fuerza: “A la AFA la maneja Boca”. Su afirmación la decoró con un ejemplo: “Sacar un fallo en contra de Boca es un quilombo”. Y aportó otro dato que combina fútbol y política: “Sergio Fernández, la persona que maneja el Tribunal, es afín a Angelici”. Se trata del juez de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal. Su hermano Javier integra la Auditoría General de la Nación.
Parietti explicó cómo se materializó su apartamiento que coincidió con la influencia en ascenso de Sergio Fernández: “Mi salida se dio en la última asamblea. Venía viendo que querían hacer un Tribunal a medida de Angelici. Y no aparecí entre los nombres de los candidatos”. Tampoco iba a figurar el juez Jorge Ballestero, identificado con River. El nombre del ex camarista federal –renunció a ese cargo el 1º de junio– se agregó con lapicera a un listado de integrantes del Tribunal de Disciplina de la AFA, cuando Tapia asumió la presidencia el 29 de marzo del 2017. Integraba el cuerpo desde hacía años y fue como que, al apartarlo, quedaban más en evidencia las decisiones de Angelici. Lo más curioso de toda esta situación es que Fernando Mitjans continúa ejerciendo la presidencia formal del Tribunal. También está identificado con Boca, pero el poder real se atribuye a Fernández. No es el único miembro del Poder Judicial que adquirió relieve en este fútbol monitoreado hasta en sus mínimos detalles desde la Casa Rosada.
El fiscal Eduardo Taiano integra el Tribunal de Apelaciones de la Superliga (investigó la causa del Fútbol para Todos). La política de designaciones es una réplica de la que ya se hizo en el club. Los fiscales Carlos Stornelli y Raúl Pleé estuvieron a cargo de la seguridad en sus instalaciones. La llevaron adelante con la complacencia de Rafael Di Zeo y Mauro Martín, los líderes de la barra brava. En un documental para la televisión española, Pleé lo describió al último de los jefes nombrados como “un organizador, una persona que tiene preminencia sobre los otros”.
De la justicia federal a la que se aplica en la cancha hay un trecho importante que el fútbol condensa y que Angelici camina como nadie. En su rol de operador top del presidente Macri, la reciente designación de Federico Beligoy como nuevo director nacional de Arbitraje no sería ajena al peso que tiene en la AFA. Al secretario general del gremio más antiguo de los referís lo nombraron la semana pasada en reemplazo de Horacio Elizondo. Tapia ya no lo quería al ex internacional que expulsó a Zidane en la final del Mundial 2006. Entonces apareció Angelici en escena y Beligoy se quedó con el cargo. En enero de este año, al árbitro se lo vinculó con Boca por un video. Durante un partido en la Bombonera contra Colón otorgó la ley de ventaja en un gol de Nahitan Nández. ¿Qué tiene eso de especial? Nada. Pero en la imagen y tomado de espaldas, se lo observa que corre con los dos brazos en alto como si estuviera gritando el tanto. En la TV se hicieron una picnic con la imagen. La repitieron una y otra vez.
Angelici promueve medidas jurídicas y arbitrales, pero no descuida otros asuntos claves. Gerardo Alberto León es el director ejecutivo de la AFA desde mayo del año pasado. Así como puede afirmarse que pasó por un proceso de selección de la consultora Egon Zehnder, llegó al cargo apenas dejó la jefatura de Gabinete del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) que desguazó la ley de Medios del gobierno anterior. Un dirigente cercano a Tapia definió la relación con León en estos términos: “Es director y aunque no decide lo importante, ve todo. Lo puso Macri, pero nosotros lo pasamos por arriba”. El ex funcionario que es abogado, tuvo su cuarto de hora de fama en Quilmes. En marzo del año 2000 se hizo cargo del club el grupo Exxel de Juan Navarro bajo el nombre comercial de Desarrollo Futbolístico Argentino Sociedad Anónima. En 2001 y después de un estrepitoso fracaso, el gerenciamiento abandonó el club.
En la Superliga, donde el poder está más repartido en apariencia, los hombres de Boca y el gobierno ocupan puestos relevantes. Además de Taiano en el Tribunal de Apelaciones, el tesorero de la superestructura que maneja el fútbol de Primera División es el mismo del club: el ingeniero chileno Matías Ahumada. Un soldadito del PRO en Cambiemos que conoció a Macri a través del presidente trasandino Sebastián Piñera, y está en la institución desde la etapa de Jorge Amor Ameal. El staff de presencias cercanas al macrismo lo completa Daniel Artana en el Comité de Licencias, un economista de la fundación FIEL que asesora al ministro Nicolás Dujovne. Fundada en 1964, aportó cuadros económicos a la última dictadura cívico militar.
El círculo rojo (expresión acuñada por el propio Macri en torno al poder) cuando toma decisiones sobre el fútbol debería estar atento a cumplir las directivas del organismo encargado de controlarlo. La AFA es una asociación civil y los clubes, al menos por ahora, también. Su supervisión es una atribución que le corresponde a la Inspección General de Justicia (IGJ), que está a cargo de Sergio Brodsky, un abogado especializado en sociedades comerciales vinculado políticamente con el presidente de Boca. La conclusión la puede sacar el lector.
En torno de Tapia computan un dato relevador que también contribuye a entender el presente. Si Boca y el gobierno nutren al fútbol de cuadros disciplinados con el proyecto oficialista es porque River se apartó de los espacios de poder. Pero no fue porque el otro grande careciera de funcionarios del gobierno que ocuparon cargos en el club, antes o ahora. Al contrario. Ahí están el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, el secretario de Seguridad de la Nación, Eugenio Burzaco y el jefe de la Comuna 13 en la CABA, Gustavo Acevedo, por citar solo algunos ejemplos. Hay dirigentes cercanos a Tapia que con Rodolfo D’Onofrio tienen diferencias irreparables. “Al Chiqui lo ve como a un cabecita”, cuenta uno que le atribuye al presidente riverplatense una peyorativa consideración sobre quien gobierna la AFA. Algo incomprobable y que si se diera por cierto sería repudiable.
Este conflicto de baja intensidad afecta hasta las decisiones trascendentes que debería tomar la AFA. Una es la designación del sucesor de Jorge Sampaoli. No hay consenso sobre quién debería serlo. Angelici se quiere arrogar la última palabra en la elección. Al entrenador anterior lo trajo él, pero no hizo un mea culpa público. Tapia pretende que lo reemplace Mauricio Pochettino, el presidente de Boca se inclina por Alejandro Sabella y hay otros candidatos, como Jorge Almirón, de la escudería del empresario Christian Bragarnik, hoy el agente de jugadores y técnicos más influyente del mercado. Le dio una mano a Angelici para sacar a Sampaoli del Sevilla y a Boca para contratar a Mauro Zárate de Vélez en la operación más cuestionada del receso. El sueño de máxima, un tanto inconfesable porque podría ser considerado ridículo si se analiza la situación del fútbol argentino, es Josep Guardiola. El técnico catalán hace tiempo reconoció su deseo de dirigir a una selección nacional de envergadura.
“La relación política tiene su desgaste. El ‘Tano’ se mete en todas las decisiones”, admite el hombre que acompaña a Tapia en la conducción de la AFA. Para entender este presente hay que recordar el pasado. El dirigente peronista Rodolfo Digón, ex vicepresidente de Boca y opositor a los dos gobiernos –el de Angelici en el club y el de Macri en la nación– opina sobre este poder sin fisuras: “El siempre habla en primera persona, tiene un personalismo brutal, parecería que no existiera una comisión directiva. Hoy aparece como si fuera el dueño de Boca o su empresa, igual que Macri con el país. Esto desmerece al resto de los directivos. A Angelici le tienen miedo, no es que lo respeten”.
En Boca habrá elecciones en diciembre de 2019. El actual presidente anunció que se alejará después de dos mandatos consecutivos. Tiene un delfín pensado para sucederlo, el secretario general del club y miembro de la Conmebol, Cristian Gribaudo. Pero si fuera por Macri no debería estar tan seguro. El presidente apostaría por el ministro de Modernización y ex gerente en la institución deportiva, su monje negro Andrés Ibarra. Ese antecedente le jugaría a favor. Un todo terreno que con la misma facilidad pudo contratar al comisario Jorge Fino Palacios para que manejara la seguridad en la Bombonera, o despedir a miles de trabajadores en dos gobiernos sucesivos. Primero cuando su jefe político gobernó la ciudad de Buenos Aires y después cuando ocupó la Casa Rosada. Lo que habla de su incondicionalidad, la misma que demuestra paso a paso Angelici con Macri para condicionar a Tapia, otro hincha de Boca. Una curiosa paradoja de estos tiempos.