¿Por qué no hubo mujeres entre los líderes de la Reforma Universitaria? No hay firmas de ninguna estudiante en los documentos del movimiento que estos días cumple cien años, ni crónicas o fotos que muestren presencia femenina, a pesar de que en 1918 las mujeres llevaban ya tres décadas en la universidad y habían logrado un importante grado de organización. ¿Estuvieron al margen del proceso reformista o fueron luego invisibilizadas?
Las universitarias no estuvieron ausentes de los sucesos de la Reforma, recordó la investigadora Edith Gallo, directora del Archivo Histórico de la Unión Cívica Radical (UCR), y como ejemplo destacó la figura de Prosperina Paraván, que llegó a ser presidenta del centro de estudiantes de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba y marchó por las calles enfrentando la represión junto a otros estudiantes. “Su rol se fue perdiendo en el relato histórico, que privilegió a los jóvenes reformistas”, lamentó Gallo, y afirmó que, para entender cómo fue posible su invisibilización y la de sus compañeras, es necesario comprender la situación de la mujer a principios del siglo XX. “Su estatus jurídico-político era comparable al de una menor de edad. Pasaban de la tutela de su padre a la de su esposo”, explicó la investigadora, en el marco de la mesa de debate “Mujeres en la Reforma: ¿sujetos ausentes o sujetos invisibilizados?”, parte del ciclo de charlas y muestras organizadas por los ministerios de Educación y de Cultura, en el marco del centenario de la Reforma Universitaria.
Cuando estalló la Reforma, ya había numerosas alumnas y graduadas, aunque seguían siendo una pequeña minoría del estudiantado: en la Universidad de Buenos Aires representaban menos del 1 por ciento. “Entre 1884 y 1918 egresaron 78 parteras, seis farmacéuticas y dos doctoras. De los más de 6 mil títulos otorgados entre 1900 y 1915, sólo 159 fueron de mujeres”, precisó Gallo. Para ellas, ingresar en la universidad requería una voluntad inquebrantable y a veces, incluso, la presentación de recursos judiciales. “Farmacia, Medicina y Enfermería eran las carreras elegidas por las mujeres, vinculadas con el rol ‘permitido’ para la mujer de entonces, vinculado a las tareas de cuidado, sobre todo como parteras”.
Araceli Bellotta, periodista, guionista e investigadora del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, aseguró que ambas hipótesis son en parte correctas: las mujeres universitarias fueron invisibilizadas, pero también estuvieron un poco ausentes. Bellota destacó que en 1918 no sólo había ya varias mujeres universitarias, sino que también estaban fuertemente organizadas. Por ejemplo, en 1904 crearon la Asociación de Universitarias Argentinas para enfrentar los obstáculos para el acceso de las mujeres a las casas de estudios, y en 1910 realizan el primer Congreso Femenino Internacional. Un año después de la Reforma, Julieta Lanteri fundó el Partido Feminista Nacional, con el que se presentó como candidata a elecciones, al descubrir que la ley prohibía a las mujeres votar, pero nada decía sobre ser candidatas. Las socialistas organizaban ensayos de voto, con listas, fiscales y todos los elementos de una elección oficial.
“Si tenían capacidad de organizar todo esto, tenían la capacidad de participar en la Reforma. Si no lo hicieron, fue porque no las dejaron”, aseguró Bellotta. “Además, tal vez ellas, cansadas de pelear siempre sus lugares, no hayan peleado ese espacio”, agregó.
La coordinadora del Area de Investigación, Biblioteca y Archivo del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, Ana Laura Martín, propuso como hipótesis pensar que la invisibilización de las mujeres en el relato de la Reforma posiblemente tenga que ver con que éstas tenían parte de su agenda de lucha fuera de la universidad, “una agenda vinculada, sin dudas, a otras mujeres en condiciones aún peores que las de ellas”.
La investigadora aseguró que, el hecho de que sus demandas no figuren entre las proclamas reformistas, no significa que estas mujeres no hayan tenido una propuesta para la educación superior. “Si miramos la agenda de género contemporánea en las universidades, vemos que sus reclamos están decididamente pendientes. El techo de cristal, la paridad salarial, el acceso a los espacios de gestión, son sólo algunos de los problemas. Basta con mirar hoy la cantidad de rectoras que hay (6) sobre el total de universidades nacionales (56)”.
Martín destacó como parte de la agenda pendiente la legalización del aborto, una “demanda presente en todas las universidades y transversal a todos los claustros”, y el tratamiento de la violencia de género dentro de las universidades.
Informe: Inés Fornassero.