Juan Manuel Santos se acomoda la corbata lo mejor que puede. “Nada es perfecto”, se excusa. Y pocas frases englobarían tan bien el mandato del presidente que ganó la paz para perder la popularidad en Colombia.
En una de sus últimas entrevistas antes de dejar el poder el 7 de agosto en manos del opositor de derecha Iván Duque, Santos parece atrapado en las paradojas después de ocho años de mandato.
Mientras el mundo aplaude el pacto de paz que terminó con una rebelión armada de más de medio siglo, en Colombia acumula un saldo rojo en las encuestas en parte por la negociación que lideró con la ya disuelta guerrilla FARC. Además, Duque llegó al poder con la promesa de modificar el pacto que arrancó lágrimas de felicidad al mandatario saliente. Y que de paso le otorgó el Nobel de Paz en 2016.
Y aunque el expresidente Alvaro Uribe –su jefe en el gobierno cuando fue ministro de Defensa y mentor político de Duque– lo llama traidor, Santos cree que al final lo que hizo fue ejecutar con éxito sus políticas.
Santos, de 66 años, se defiende: deja un país sin la que fue la guerrilla más poderosa de América, con reducciones históricas de secuestros y homicidios, y avances en infraestructura y en la lucha contra la pobreza y la inequidad.
Incluso hoy espera que el régimen de Nicolás Maduro caiga lo más pronto en Venezuela, pese a que recibió y agradeció su ayuda en los exitosos diálogos con las FARC y las negociaciones en curso con el también grupo insurgente del ELN. Santos se va con la satisfacción de haber “hecho todo lo que se pudo”, y se permite darle un consejo a Duque, su antiguo aliado: “Haga lo correcto así sea impopular”.
–¿Falló en su búsqueda de una paz completa para Colombia?
–Lo que estamos entregando, y lo dicen todos los organismos internacionales, es una paz muy completa, muy profunda, el acuerdo con las FARC no tiene precedente en ningún otro país. Ahora con el ELN seguimos negociando, hemos avanzando mucho, vamos a ver si antes del 7 de agosto podemos firmar un cese al fuego, así sea temporal y un acuerdo marco, pero estamos en plenas negociaciones”.
–¿Tiene algo que reprocharle a la ex guerrilla a casi dos años de la firma de la paz?
–Se quejan mucho de que el Estado no ha cumplido. El Estado sí ha cumplido; sí hay retrasos, hay aspectos que en el Congreso se han modificado, pero en términos generales, lo dicen todos los organismos internacionales, los verificadores, este acuerdo se ha cumplido en una forma muy rápida, la implementación va bien, lo que pasa es que ellos también están haciendo política, eso es comprensible y bienvenido.
–¿Es posible la rendición de Otoniel, el mayor capo y líder del Clan del Golfo, antes del 7 de agosto?
–Ellos habían dicho que estaban listos a someterse y en los dos o tres últimos días, los abogados dicen que están en trámites, vamos a ver qué deciden. La ley de sometimiento ya se aprobó, está todo listo, la fiscalía está lista y ellos vienen insistiendo en eso hace algún tiempo. Vamos a ver si antes de una semana hacen algo o si prefieren esperar al próximo gobierno.
–Usted defendió un cambio de enfoque en la lucha antidrogas. ¿En qué alternativas piensa?
–Hay que tener unos enfoques más pragmáticos en materia de salud pública, de darles alternativas a los campesinos (cultivadores de coca) y ser más efectivos contra las mafias y contra el lavado de activos y contra los activos que se generan en un negocio como el narcotráfico.
–¿La legalización es la única alternativa?
–No es la única. Ya se está legalizando en muchos países. Hay países como Portugal que han tenido un enfoque pragmático y muy efectivo, pero este es un tema que tiene que resolverse a nivel multilateral. Un país solo no puede ganar la guerra contra las drogas.
–Y si se forma un bloque de países, ¿podría ser una opción?
–Pues si los países lo aceptan, por supuesto.
–Uribe lo considera su adversario. ¿No teme una cacería judicial después de dejar el poder?
–Espero que no, porque eso sería algo que no aceptaría el país. Creo que el país ya está demasiado polarizado, el propio presidente electo Duque me dijo aquí, en este palacio: ‘mire, yo voy a continuar las políticas que creo que están funcionando, voy a corregir las que no están funcionado y voy a tener algunos proyectos e iniciativas mías, y no voy a gobernar con espejo retrovisor’. Todo eso me pareció lógico, conveniente, y espero la pueda cumplir, porque esa es la actitud que debe tener todo gobernante.
–¿Va a defender su legado?
–El legado se defiende solo, ahí están los resultados. La paz está ahí, las FARC son partido político, ahí está. Y la paz la va a seguir defendiendo el pueblo colombiano, porque es que la paz no es mía, ni es de mi gobierno, es de todos los colombianos. Es el bien más preciado que puede tener cualquier sociedad y los colombianos tienen que defender la paz y la van a defender.
–¿A qué se va a dedicar?
–No voy a dedicar a defenderme en las redes sociales. En la parte académica sí, tengo muchísimas ofertas, me gusta. Voy a dedicarme a escribir. He sido periodista más que político durante mi vida. Voy a dedicarle más tiempo a mi familia, que es tal vez la más sacrificada en esta vida pública.