Los restos de la actriz Carrie Fisher, fallecida el pasado 27 de diciembre a los 60 años luego de sufrir un ataque cardíaco, fueron enterrados en una urna con forma de la pastilla antidepresiva Prozac en un cementerio de Hollywood. Todd Fisher, hermano de la actriz, aseguró que la decisión fue acordada con Billie, la hija de Carrie, y que consideraban que ése “era el lugar donde le gustaría estar” a la eterna princesa Leia dado que se trataba de “una de sus posesiones favoritas”. Carrie había recurrido a este medicamento cuando debió encarar tratamientos para abandonar su adicción a las drogas y al alcohol, y luego de ser diagnosticada con trastorno bipolar.
La princesa Leia y el Prozac
Este artículo fue publicado originalmente el día 9 de enero de 2017