Tras pelear en Irak para el gobierno de Estados Unidos, Esteban Santiago, el joven que mató a cinco personas en el aeropuerto de Fort Lauderdale, fue al FBI a denunciar “que una agencia de inteligencia de Estados Unidos controlaba su mente”. Las autoridades le hicieron un examen psicológico y decidieron que estaba bien, reconoció el FBI. Santiago confesó que viajó a Fort Lauderdale para cometer esa masacre, según la denuncia penal filtrada ayer por la cadena de noticias CNN. Sin embargo, la lupa ahora quedó puesta sobre el FBI y su decisión de no calificar al joven veterano como una persona con problemas mentales, lo que hubiese significado que recibiera un tratamiento psicológico y le fuera prohibido comprar y portar armas. Al parecer, el veterano de Irak planeó el atentado con anticipación, informó el diario Sun Sentimel en base a documentos judiciales. Tras su detención, el sospechoso de 26 años, de origen puertorriqueño, dijo a la policía que por eso compró solamente un vuelo de ida a Florida desde Alaska. Hoy el atacante declarará por primera vez ante un juez.
La fiscalía presentó cargos contra Santiago, entre ellos, acto violento en un aeropuerto internacional y uso de arma de fuego, informaron los medios locales en base a datos del Ministerio Público. En caso de ser condenado podría enfrentar una cadena perpetua o, incluso, la pena de muerte. El ex miembro de la Guardia Nacional abrió fuego el viernes en el aeropuerto de Florida, en la zona de retiro de equipajes: mató a cinco personas e hirió a otras seis, en medio del pánico que provocó el ataque. El móvil del atentado sigue siendo un misterio; también por qué atacó una ciudad con la que no mantiene vínculos. “En base a las primeras investigaciones no hay ninguna causa que explique por qué eligió el aeropuerto de Fort Lauderdale”, citó el Sun Sentinel a uno de los investigadores del FBI. El ex militar estuvo entre 2010 y 2011 en Irak y podría sufrir trastornos mentales.
Bryan Santiago dijo que las autoridades estadounidenses no proporcionaron el tratamiento psicológico solicitado por su hermano tras ser destinado en Irak. El familiar del ex militar, que reside en Peñuelas, municipio del sur de Puerto Rico, señaló en declaraciones a medios locales que Esteban era una persona tranquila antes de unirse a la Guardia Nacional de Puerto Rico para viajar a Irak, desde donde regresó con “un cambio de temperamento marcado”.
A su vez, recordó que los desequilibrios emocionales eran tan fuertes que le aconsejó a su hermano que buscara ayuda psicológica o en alguna iglesia. Bryan Santiago señaló que el implicado en los asesinatos de Fort Lauderdale estuvo en un hospital psiquiátrico tras exponer al FBI sus problemas, pero que fue dado de alta. “En cuatro días ninguna persona cambia”, apuntó Bryan, tras recordar que su hermano perdió a dos amigos cercanos en Irak, a lo que se unió poco después el fallecimiento de su padre.
Asimismo, aseguró que su hermano le llegó a decir que la CIA quería que se infiltrara, supuestamente, en el Estado Islámico (EI), algo a lo que nunca estuvo dispuesto. “La culpa es de ellos. El gobierno federal sabía cuál era su situación”, dijo después de preguntarse cómo es posible que las autoridades estadounidenses lo dejaran portar armas poco después de salir de un centro psiquiátrico. El hermano del implicado en el ataque resaltó que todo pudo evitarse y que debió permanecer en el centro psiquiátrico el tiempo que hubiera sido necesario. Recordó que su hermano no viajaba a Puerto Rico desde el año 2014.
El ex subdirector del FBI, Tom Fuentes, explicó en una entrevista con la CNN, que el atacante es ejemplo de un caso que se cuela en las grietas del sistema. “No fue condenado de un crimen y no fue declarado mentalmente inestable, así que las autoridades no tenían bases legales para retenerlo y quitarle definitivamente su arma”, señaló Fuentes.
Sin embargo, el FBI confirmó que Esteban Santiago entró en noviembre en una oficina de esa agencia federal en Anchorage, Alaska, donde residía, y manifestó que el gobierno de Estados Unidos controlaba su mente y lo obligaba a ver videos del grupo EI, y que oía voces. Las autoridades creen que actuó solo y que estaba armado únicamente con una pistola semiautomática de 9 milímetros. Durante el tiroteo, el atacante agotó las municiones que traía consigo, tras lo cual se tiró al suelo a esperar a que lo detuvieran.