PáginaI12 En Brasil

Desde Brasilia

Luego de afirmar que está “todo bajo control” el gobierno de Michel Temer parece impotente para frenar las matanzas en las cárceles del norte, que podrían ser la chispa que haga estallar levantamientos en presidios de todo Brasil.

Cuatro presos fueron asesinados ayer, al menos dos degollados, en el presidio Desembargador Raimundo Vidal Pessoa, de Manaos, capital del estado de Amazonas, el más extenso y uno de los menos poblados del país, fronterizo con Colombia, Perú y Venezuela.

Esa unidad penitenciaria había sido inhabilitada por su mal estado de conservación pero fue reactivada la semana pasada para alojar a algunos de los sobrevivientes de la masacre del Complejo Penitenciario Anisio Jobim, también en Manaos, que dejó 60 muertos, entre los cuales hubo 40 mutilados.

A través de la decapitación de sus víctimas las gavillas dejan constancia de que se trata de una venganza contra un grupo enemigo. Son los códigos de las cárceles dominadas por organizaciones con poder de fuego y dinero para comprar policías, jueces y hasta gobernadores.

La más importante de ellas es el Primer Comando de la Capital, surgida en San Pablo, en la década del 90, que ha extendido su brazo de poder a la Amazonia, Paraguay y se sospecha que intenta desembarcar en otros países de la región.

Cien personas fueron ejecutadas entre el 1 y 8 de enero en los dos reclusorios de Manaos y el otro de Roraima, región amazónica, como parte de una guerra en espiral de los grupos Familia del Norte y Primer Comando de la Capital.

Investigadores universitarios, parlamentarios y periodistas coinciden en que está en curso una contienda entre la Familia, aliada al Comando Vermelho, contra el Primer Comando de la Capital.

A poco días de cumplir su octavo mes en la presidencia el mandatario no electo Michel Temer intentó eludir el tema y su ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, lo imitó al decir que los hechos en la cárceles no pasaban de incidentes locales.

El Partido de los Trabajadores y un grupo de juristas solicitó la renuncia del ministro Moraes, quien negó apoyo federal a Roraima, luego de recibir un pedido formal de la gobernación de ese estado que advirtió sobre una inminente matanza de reclusos.

El teólogo Frei Betto considera que más allá de la negligencia del ministro De Moraes, el responsable último de la “barbarie” es el presidente.

“La actuación de Temer no fue digna de un jefe de Estado, se hizo el desentendido después de la matanza de Manaos (1 de enero), y sólo se dio por aludido cuando el papa Francisco” planteó sus críticas, dijo ayer el teólogo Frei Betto.

Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch se aliaron al Papa en las críticas al gobierno cuya imagen internacional está en declive.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos recibió una denuncia sobre el golpe que destituyó a Dilma Rousseff y permitió el ascenso de Temer y Naciones Unidas comenzó a analizar una acusación de Luiz Inácio Lula da Silva quien presentó un extenso dossier sobre la violación de su derecho de defensa y persecución judicial.

Advertido del impacto de la crisis carcelaria en instituciones y medios del exterior Temer mudó de táctica y ayer ordenó el envío de apoyo federal a Amazonas y Roraima, y también a Mato Grosso y Rondonia, donde se teme que puedan ocurrir otros levantamientos. Algunos medios reportaron ayer que fueron reforzadas las medidas de seguridad en las cárceles de Río de Janeiro, donde manda el Comando Vermelho, y San Pablo, el estado hegemonizado por el Primer Comando.

La contienda entre esas dos organizaciones comenzó meses atrás en la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero, con el cinematográfico asesinato del narco Jorge Rafaat Toumani.

La disputa por los corredores de cocaína, armas y marihuana a través del Río Solimoes, en la Amazonia, y Paraguay, en el sur, es el motor de esta guerra entre las bandas que controlan el narco y los presidios. Contienda que amenaza incendiar al país.

 El crecimiento del Primer Comando ocurrió en paralelo con el salto de la población carcelaria de 232 mil en 2000 a 622 mil en 2014, según cifras que podrían ser más altas pues la titular del Supremo Tribunal Federal Carmen Lucia aceptó, antes de reunirse con Temer, que hay fallas en la recolección de datos.

El 28 % de los presos hacinados en las cárceles purgan condenas por tráfico de estupefacientes, una cifra que irá en aumento si se pone en vigor la política antidrogas ideada por el ministro Alexandre de Moraes.

A contramano de lo que opina el propio líder de su partido, el expresidente Fernando Henrique Cardoso, De Moraes es un apologeta de la “guerra contra las drogas”.

Con uniforme de comando policial y borceguíes Alexandre De Moraes, o un sosias, fue filmado mientras cortaba, facón en mano, plantas de marihuana en la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero donde declaró que erradicar el cannabis de Sudamérica “es una de las prioridades del gobierno del presidente Michel Temer”.

Probablemente los planteos del ministro a quien Temer le confió la tarea de resolver la crisis en las cárceles serían considerados extravagantes por el conservador colombiano Juan Manuel Santos y el demócrata estadounidense Barack Obama.

Tras su paso por Paraguay De Moraes presentó su plan contra la marihuana en San Pablo, dos semanas antes de la masacre en Amazonas.

La investigadora Julista Lemgruber, de la Universidad Cándido Mendes consideró “absolutamente irreal querer reducir drásticamente la circulación de marihuana en América del Sur, sería repetir los conceptos del Plan Colombia”.