Entiendo que la apostasía es quedarse corto, que es un acto individual, que puede parecer meramente declamatorio. Pero también creo que es un gesto de cierto alivio individual, no egoísta, que es reparatorio para mucha gente. Frente a la impotencia que generan los dichos discriminatorios, obsoletos, violentos, anti-todos-los-derechos que vienen de la religión siempre mi respuesta es “bueno, tanto nos jode, muchachxs, apostasiemos”. A eso mismo lo escribí este año en un hashtag que llegó a mucha gente y entonces me tildaron de querer hacerle la trasgresora, de que lo mío era una snobeada. 

Pedir hoy separar la Iglesia del Estado es ambicioso. Habría que cambiar muchas cosas. Entonces, frente a lo enorme que me parece el tema y la tremenda resistencia que va a tener algo así en muchas áreas, me parece que la primera herramienta que, alguien como yo, que no pertenezco a ninguna organización y que como muchas otras personas estoy “sola con mis temas”, es la apostasía.

Yo rosqueo con el tema de la Apostasía porque a mucha gente le pesa mucho por su propia historia esa violencia que es que te obliguen a someterte, a estar “afiliado”, a una religión como si fuera algo hereditario o genético. ¿Dónde queda la libertad de culto cuando la norma es bautizar a una parte considerable de los niños que nacen? Es muy violento para muchas personas que sentimos que la Iglesia se metió directamente con nosotros (además de todo el mal que le hacen a la sociedad e hicieron a lo largo de la historia de la humanidad). A muchos de nosotros la Iglesia nos prendería fuego, entonces ¿cómo voy a estar afiliada a una institución que se mete tan personalmente conmigo? Mucha gente padece al catolicismo directamente porque en su casa fue condenadx por lo que era por las ideas religiosas de esa familia. A mí me bautizaron de bebé, fui a un colegio de monjas donde lo que menos se practicaba era el amor al prójimo, echaban chicas embarazadas, no existía el real amor que proclama la religión y con todas esas ideas de dios que te hacen pasar una infancia llena de culpa.  

Estuve presa de esas ideas de dios y de uno mismo y una misma en relación a ese ser superior que te mira y te condena, hasta la adolescencia. Muchos chicos y adolescentes viven con culpa por todo lo que les pasa, desde la sexualidad hasta pelearse con los padres. La imagen que la iglesia te mete sobre ese señor con barba que te juzga todo el tiempo nada tiene que ver con alentar la espiritualidad, ni con el contacto con un plano medio material. A este tema lo abordo constantemente en mis monólogos. Hay un momento de mi show por ejemplo en que leo mis diarios de cuando tenía unos doce años en los que todo el tiempo le hablo a Dios tipo Juana de Arco. Escribía cosas como “ahora que estoy pensando en Jesús me siento mejor”, pero casi como si alguien lo fuera a leer como para chequear mi fervor religioso. Por el contrario a lo que puede leerse en esos diarios (“Jesús me trajo paz”) era para mí un lugar de censura y persecución. Hoy puede decir que siento, incluso físicamente, el alivio de no tener la religión sobre mí.