En su debut en la edición 2018 de la Copa Argentina, Boca goleó 6-0 a Alvarado, en un partido jugado anoche en la cancha de Lanús, y en la próxima instancia tendrá por rival a San Martín de Tucumán.
La teoría mostraba que no había equivalencias, y la práctica lo ratificó. Boca es el equipo de la Superliga que más dólares lleva gastados en refuerzos, a pesar de que no vendió a ninguno de los futbolistas que en mayo pasado le dieron el bicampeonato en el fútbol doméstico. Alvarado milita en el Federal A. Es cierto, la Copa Argentina entregó sorpresas. Si no que lo diga Racing, eliminado en la instancia inicial por Sarmiento de Chaco, allá por abril o, más recientemente, Godoy Cruz, el subcampeón de la Superliga que cayó frente a Defensores Unidos de Zárate, campeón de la Primera C. Casi siempre con un despliegue físico extenuante y a veces con buen juego, clubes con individualidades menos rutilantes han construido sus ilusiones de llegar bien alto.
Esa ilusión a la que seguramente se aferraban los futbolistas de Alvarado chocó anoche rápidamente contra la realidad. Después de cuatro minutos en los cuales el conjunto de Guillermo Barros Schelotto había movido la pelota de una banda a la otra, un pase a Abila terminó en infracción sobre el ex Huracán. La acomodó Mauro Zárate. Estaba lejos del arco. Pero el ex Vélez –que con su actuación de anoche le dio la razón al Mellizo de haberlo elegido para ser titular en lugar de Tevez– le pegó de maravillas. El arquero voló, pero la pelota dio en el travesaño. Y Lisandro Magallán reaccionó más rápido que los defensores marplatenses para recoger el rebote y con un cabezazo clavó el 1-0.
El gol frenó la movilidad de Boca, que pareció invitar al protagonismo a Alvarado. Stefanatto pudo mostrar su movilidad y Canuhé el buen manejo y la pegada. Eso duró unos diez minutos, los suficientes para que Alvarado tomara confianza y se expusiera al contragolpe. Así llegó el segundo. Zárate lo puso a correr a Pavón, el siete bravo llegó al fondo y sacó el centro, que Abila conectó entrando a la carrera. Encima, cuatro minutos después, el arquero Quinteros se equivocó feo y se asoció con Pablo Pérez para que Boca se pusiera 3-0. El volante remató desde muy lejos y la pelota se escurrió por debajo de la humanidad del guardavallas.
Ya no había partido. Los jugadores de Boca se movían a su gusto y encontraban los espacios para desplegar todo su repertorio. Así llegó el cuarto tanto, fruto de una maniobra colectiva elaborada casi sin oposición que definió Pérez.
En el complemento, Boca ratificó la superioridad en el juego y en el resultado. Zárate, Pavón, Cardona y Pérez se asociaban en ataque. Barrios se bastaba para desbaratar en el medio los tibios intentos de Alvarado, en tanto Rossi y los defensores oficiaban de espectadores privilegiados. Las diferencias se trasladaron al marcador, porque Goltz señaló el 5-0, con un potente derechazo después de tomar el rebote en el poste derecho producido por un cabezazo propio. El contundente monólogo xeneize se prolongó hasta el final, y quedó decorado con el 6-0 de penal convertido por Tevez, que tuvo pocos minutos pero dijo presente.