Desde Roma
El caso más difundido internacionalmente fue el de Daisy Osakue, porque se trata de una muchacha nacida en Italia de padres nigerianos, que es campeona italiana de lanzamiento de disco y que debería presentarse en el Campeonato Europeo de Atlética que se hará en Berlín del 6 al 12 de agosto. A Daisy Osakue la agredieron cerca de Turín (norte del país), muy posiblemente por el color de su piel, tirándole un huevo a la cara. El huevo le entró en un ojo y por eso está en tratamiento y no se sabe si podrá participar del campeonato.
Pero el caso de agresión racial contra Daisy no fue el primero ni el último de los que están sucediendo en Italia. En poco más de un mes hubo más de 10 agresiones físicas contra inmigrantes de distintos países y en distintas ciudades del país, tanto del norte siempre más conservador, como del centro y del sur. Las agresiones verbales y las actitudes discriminatorias de muchos italianos frente a las personas que consideran “no europeas”, ya no se cuentan de tan comunes que se han hecho.
El ministro del Interior, Matteo Salvini, que lidera el ultraderechista partido La Liga –ex Liga Norte– y que está haciendo una agresiva campaña contra la llegada de inmigrantes africanos y de otros países a las costas italianas, insiste en disminuir la importancia de estos hechos que según él, han sido “inventados por la izquierda” y agrandados por la prensa. Alarma racismo no hay, “la única alarma son los delitos de los inmigrantes”, dijo.
Salvini, que con el líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Luigi di Maio forman el actual gobierno de Italia, coincidió con el fundador del M5S, el cómico Beppe Grillo y con Di Maio. “¿Alarma racismo? Es sólo culpa de los medios”, dijo Grillo en Facebook. Cuando quieren sacarse el problema de encima, es sabido que muchos políticos –y no sólo italianos– suelen echarles la culpa a los periodistas o a los medios.
Y sobre la agresión a Daisy agregó: “Es sólo un huevo en la cara”. Lo que fue interpretado por muchos como: no hay que exagerar, eso no es racismo. Por su parte Di Maio comentó: “Si se usan estos casos (de agresiones) para decir que el gobierno fomenta el racismo, rechazo esas acusaciones porque los datos demuestran que hechos como éstos se han verificado también en años precedentes”.
Que en años precedentes han habido reacciones racistas, discriminatorias y hasta violentas contra los migrantes, es cierto. Pero nunca tan a menudo como ahora en un contexto, europeo, en el que varios países están gobernados por la derecha antiinmigrante, como Polonia, Austria, Hungría, entre otros, y todo hace pensar que se está generando una cultura xenófoba que arriesga hacer de Europa un mundo circundado por murallas.
En síntesis, esto es lo que ocurrió desde principios de junio: un joven de Mali, una suerte de sindicalista que luchaba por los derechos de los migrantes que trabajan en la agricultura, fue asesinado en Vibo Valentia (Calabria, sur de Italia). Dos migrantes, también de Mali, fueron heridos con armas de aire comprimido disparados desde un auto al grito de “Salvini, Salvini” en Caserta (Italia central). En Nápoles (Italia central), dispararon contra un chef también de Mali. En Forlí (Emilia Romagna, Italia centro-norte) una muchacha nigeriana fue herida con una pistola de aire comprimido por dos muchachos que iban en una moto. Siempre en Forlí, un joven de Cote d’Ivoire recibió un balazo desde un auto. En Latina (cerca de Roma), dos jóvenes de Nigeria fueron heridos por balas de aire comprimido disparadas desde un auto mientras ellos estaban en la parada del micro. Pocos días después, una beba de 14 meses de una familia gitana fue herida con un balazo por un tipo romano que dijo que sólo estaba probando su pistola. Pocos días después en Caserta, un joven de Guinea recibió un disparo en la cara de parte de dos muchachos que iban en una moto. En Partinico (Sicilia, sur de Italia) un joven de Senegal fue insultado y golpeado mientras trabaja como mozo en un bar. En Aprilia, cerca de Roma, un marroquí murió luego de un accidente de auto y presuntamente golpeado por tres italianos.
A quien dice que no se trata de racismo habría que subrayarle que todos los jóvenes agredidos eran africanos y, a excepción del marroquí, de piel negra.
La otra cara de la moneda
Pero no todos en Italia piensan lo mismo. La izquierda –si es que se puede hablar de izquierda en un país donde los partidos de centroizquierda, como el Partido Democrático (PD), están semidestruidos– protesta. Organizó una manifestación antirracista el martes en el centro de Roma y piensa organizar otra en septiembre. “Algunos ministros y Grillo minimizan estos episodios pero la verdad es que el racismo y la xenofobia son una emergencia nacional”, dijo Maurizio Martina, secretario a cargo del PD. “Los ataques contra personas de distinto color son una emergencia. A este punto son una evidencia que nadie puede negar, especialmente si está en el gobierno. Italia, volvamos a ser humanos! “, escribió el ex primer ministro Matteo Renzi en Twitter.
El secretario de un nuevo partido de izquierda, “Possibile”, el ex diputado Giuseppe Civati, fue más determinante al hablar de Salvini: “Dice que su modelo no es el Estados Unidos de Trump. Tiene razón, su modelo es el Alabama de los años 60 (uno de los estados más racistas de Estados Unidos en esa época) a la que agrega citas fascistas, falsedades y palabras que provienen del período más oscuro de la historia italiana”.
A las protestas del centroizquierda se agregan las críticas de los organismos de la Iglesia. El papa Francisco se ha manifestado muchas veces contra el racismo y la discriminación y a favor de los migrantes. Pero en estos días además, fueron muy llamativas las críticas de los medios de la Iglesia, como la revista Familia Cristiana que en su última tapa puso una foto de Salvini y la frase “Vade retro” (vete) que en la Iglesia se usa para hacer referencia a Satanás. El periódico de la conferencia episcopal italiana por su parte, Avvenire, publicó una foto de la atleta agredida Daisy y un gran título que decía “Qué vergüenza”.
Para Ibrahim Abdou Maikano, un inmigrante de Niger que llegó a Italia cruzando en barcaza el Mediterráneo en 2009, trabajó en la agricultura en Calabria –como muchos de los que llegan y son explotados casi como esclavos– y luego se radicó en Roma, haciendo aquí parte del secundario y trabajando como “mediador cultural” con varias organizaciones internacionales como Médicos por los Derechos Humanos (MEDU) y la Cruz Roja Italiana, las agresiones contra los migrantes son producto del “racismo y la ignorancia”. “Los que están en el poder no hablan bien de los extranjeros –comentó Abdou Maikano a PáginaI12–. Se refieren a no- sotros con palabras como “estos negros, estos negros”. Por eso la gente empieza a reaccionar así. Los italianos que han emigrado a otras partes del mundo, han tenido una experiencia distinta, muy distinta de los que siempre han vivido aquí. Son más abiertos, saben qué significa emigrar, conocen otros idiomas, otras culturas. Los que nunca han viajado no lo saben. Esta es la ignorancia de la que te hablaba”.
En cuanto a qué se puede hacer para proteger a los inmigrantes contra el racismo, según Abdou Maikano “debería haber más justicia, una sociedad que te abra las puertas, y para conseguir eso se requiere una mayor educación de la población en este sentido y que la policía haga su deber. La política hacia los migrantes que hay ahora es equivocada”, dijo. “Quisiera agregar algo que se refiere a todos, a los italianos y a los inmigrantes, a todos: en este mundo, todos somos extranjeros, todos somos inmigrantes. Antes o después debemos dejar esta tierra”, concluyó.