En las últimas semanas el actual titular de Arsat declaró que los satélites no eran la prioridad de la empresa. Sin embargo, la Ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital, que da continuidad a las capacidades desarrolladas con el exitoso lanzamiento y puesta en operación de Arsat-1 y Arsat-2 y rige la actividad de la empresa en materia satelital, dice en su primer artículo: Declárase de interés nacional el desarrollo de la industria satelital como política de Estado y de prioridad nacional, en lo que respecta a satélites geoestacionarios de telecomunicaciones.
A esta altura ya no sorprende el total desprecio por las normativas que rigen la actividad de la empresa. La autorización de siete satélites en solo un año que compiten contra las capacidades actuales y potenciales de Arsat es contraria a la resolución 3609/1999 de la ex Secretaría de Comunicaciones que protege al operador nacional satelital (Arsat) en un régimen denominado de exclusividad y competencia que básicamente dice que no se pueden autorizar nuevos satélites mientras el operador nacional disponga de capacidad para comercializar. La suspensión de Arsat-3, que ya generó el éxodo de ingenieros en INVAP, provocó una discontinuidad fatal para la incipiente industria satelital argentina ignorando totalmente la Ley 27.208. El presupuesto que el Congreso de la Nación aprobara para Arsat en 2016, que requería fondos para concluir el despliegue de la Red Federal de Fibra Optica y la última etapa del despliegue de la Televisión Digital Abierta (TDA), fue brutalmente recortado generando suspensión y atrasos en todas las líneas de la empresa.
Para poder cubrir esta triste realidad la gestión actual de Arsat busca correr la atención de estos temas lanzando una serie de frases sin sustento intentando desprestigiar a la gestión saliente, que a su vez desparraman insistentemente a los medios de comunicación. “Arsat-2 estaba vacío” uno de sus slogans preferidos, a pesar de que el 30 por ciento de la capacidad del satélite estaba en proceso de migración con tres clientes que la empresa tenía desde muchos años atrás a los que daba servicio sobre satélites alquilados a terceros operadores. “No se habían gestionado los derechos de aterrizaje”, otro argumento que se cayó con la publicación de la propia FCC (ente regulador de Estados Unidos) de la autorización a Arsat-2 donde figura como contacto el gerente de asuntos jurídicos de la gestión anterior.
Ahora el nuevo slogan es “Arsat ganó 80 millones en 2016 y venía de perder 350 millones”. Cuando se realizó el cambio de autoridades en diciembre de 2015 se entregó un balance de corte, aprobado por los organismos de control y dos auditores externos, a octubre de 2015 con una proyección de facturación de 800 millones de pesos y una ganancia operativa de 20 millones. ¿Qué pasó? Irresponsablemente, generando un grave perjuicio a la propia empresa, están buscando contabilizar como pérdidas de ese período los servicios utilizados por el desmembrado Ministerio de Planificación Federal, quien solicitó a Arsat brindar Internet mediante enlaces satelitales a dos mil escuelas rurales en todo el país apoyando el Plan Conectar Igualdad. También se estaría tomando como pérdida los servicios brindados a Radio y Televisión Argentina para la transmisión de los canales 22 a 25 de la TDA, inconcebible considerando que el servicio se continúa brindando y facturando.
Le realidad indica que en un año de gestión, solamente le vendieron 18Mhz a la productora Torneos y Competencias, único cliente atribuible a la alianza cambiemos en Arsat. También sería importante considerar que al dejar de pagar el alquiler de satélites a partir de la puesta de operaciones de Arsat-2, el resultado operativo de la empresa tenía que crecer fuertemente. Además, con una devaluación de la moneda del 50 por ciento (la capacidad satelital se comercializa en dólares) y una paritaria menor al 30 por ciento, la ganancia operativa de la empresa debería haber sido muy superior.
Arsat, hasta finales de 2015 era una empresa en fuerte expansión, ampliando su flota satelital e iniciando sus actividades fuera del país con Arsat-2, un plan aprobado por ley para la construcción de al menos 8 satélites en 20 años sin aportes del Tesoro Nacional, la TDA en su última etapa de despliegue alcanzaba a cubrir el 80 por ciento de la población con el servicio terrestre y el 100 por ciento del territorio con el satelital, la red de fibra tenía 11 kilómetros en servicio y contaba con clientes como el operador móvil Claro y un cronograma para finalizar la puesta en operación a fines de 2016.
El incumplimiento de la Ley 27.208 y la autorización compulsiva de satélites que compiten con Arsat, sumado a la pereza comercial y la dedicación exclusiva al desfile mediático constituyen una combinación fatal para la Industria satelital cuyas consecuencias no se van a poder tapar ni con todas las cámaras de TV del mundo.
* Ex vicepresidente de Arsat - Director Latam Satelital.