Todos los lunes por la tarde el Centro de Integración Comunitario de Mina Clavero recibe a un grupo de mujeres que se reúnen para conversar sobre qué significa pasar por el cuerpo la experiencia de la gestación. Quienes llevan adelante la convocatoria son las integrantes de Mamá Quilla, un programa que actualmente forma parte de la Secretaría de Salud municipal, pero que se gestó desde la convicción de tres mujeres en que el parto debe ser algo más que un par de pujos en una camilla de hospital. “Nuestra intención es que la comunidad se apropie de los espacios y las tomas de decisión. Correr a los profesionales del protagonismo de un parto en el que, claro, son necesarios y deben estar ahí, pero no desde la centralidad que debe tener la persona que está por parir”, explica Mariela Skverer, una de las fundadoras de Mamá Quilla. El grupo comenzó hace 10 años, de forma independiente, frente a las necesidades que veían aparecer entre las mujeres embarazadas de la zona. En ese momento eran tres integrantes. Mariela, profesora de expresión corporal; Ana María Ruiz, partera en el Hospital zonal Luís María Bellodi, de Mina Clavero y Carmen Vega, psicóloga. Tiempo después fueron convocadas por la Secretaría de Salud de la municipalidad de Mina Clavero, para trabajar como un dispositivo externo del hospital, en el marco de un programa que la municipalidad tiene en ese centro de salud. Desde ese momento Mamá Quilla se tornó parte de los programas de salud pública de la ciudad. Es gratuito y abierto a quienes quieran participar. 

“Una particularidad que vemos entre las mujeres que vienen al grupo es que muy pocas tienen una comunidad de cuidado cerca –relata Carmen–. No hay madres, abuelas, hermanas que las acompañen en la asistencia de la crianza. Alguien a quien decirle ‘teneme un poco este bebé que no doy más!’, poder estar en reuniones donde el llanto, la caca y el pis no incomoden ni molesten, tener espacios de contención, donde poder encontrarse y hablar sobre ese momento tan particular. Para eso los lazos que se crean entre las que vienen a los grupos son fundamentales. Cuando lo comunitario funciona –y nosotras hacemos mucho hincapié en ese sentido– es fantástico”, afirma entusiasmada. Es que durante las dos horas que duran los encuentros semanales aparecen dudas, inquietudes, inseguridades, pero también apoyo y solidaridad entre las voces de las participantes. 

El equipo trabaja durante todo el embarazo, haciendo acompañamiento, brindando intercambio y llevando a cabo aquellos partos que se realizan en el hospital ya que no todas las mujeres que van al grupo se atienden en Mina Clavero. Algunas van a Villa Dolores, otras a Córdoba. Las que eligen hacerlo aquí encuentran un grupo de profesionales que están en Mama Quilla –Víctor Ibarburu, obstetra y Natalia Lenda, pediatra– y también pueden optar por el acompañamiento de Carmen y Mariela como dulas. Algunas optan por el parto domiciliario que cuenta con el apoyo del programa; una de las razones por las que prefieren que su trabajo no tenga como centro el hospital, ya que de ese modo pueden abarcar a toda la comunidad. De todos modos, ellas prefieren “que el parto se realice en el hospital pero con la tranquilidad y relajación de hacerlo como si estuvieran en su casa. Esa es nuestra propuesta”, cuenta Ana. “¡Una casa de partos sería nuestro sueño!”, dicen, pero frente a la realidad de la legislación argentina, un hospital en el que todo el equipo entienda lo que significa trabajar en el marco de las prerrogativas de la ley 25.929 de parto humanizado, es un logro más que celebrado. Otras, a su vez, optan por la cesárea y desde el grupo la propuesta es trabajar el nacimiento que “va más allá si es por vagina o por una intervención quirúrgica”, advierten. “La cesárea respetada también es un asunto a tratar: garantizar los derechos de quien está por parir tales como la entrada de alguien que esté con ellas, que el bebé se quede con la mamá apenas nace, o que sólo se corte el cordón cuando deja de latir. El problema es que los y las anestesistas ofrecen mucha resistencia a aplicar estos protocolos que ya están incluidos en la ley”, puntualiza Ana. “Una de los objetivos de este programa es darle protagonismo a la familia y no al equipo de salud. Es un cambio de visión importante, entender a la familia en un sentido amplio: quien está pariendo y la persona que elija como acompañante en ese momento. No importa si es el marido, la esposa, la pareja, la madre, un hermano o hermana, un amigo o amiga es aquella persona que estará a su lado porque fue elegida para eso por la persona gestante” continúa. En este sentido, hay una flexibilidad en el tema de la maternidad que aparece en las reuniones y con la cual ellas se van dejando llevar. “Vienen mujeres que están solas y deciden llevar adelante su embarazo y su maternidad, otras que están en pareja, algunas que se separaron. Originalmente los encuentros fueron pensados para mujeres embarazadas, pero también están los varones trans que perfectamente podrían participar del grupo, si bien aún no ha habido ningún caso en el grupo”, cuenta Mariela. “También hay casos de dos mamás, una que gesta biológicamente y la otra que acompaña”, interviene Carmen. 

También funciona el grupo de “mamás y bebés” en el que participa Natalia, la pediatra. “Estas reuniones se realizan una vez por mes y forman parte de otro momento mucho más complejo que es el primer año de la maternidad”, explican. Estos grupos suelen extenderse más allá de los encuentros organizados por Mamá Quilla como espacios de solidaridad y contención para aprender a gestionarse ellas mismas. “En general se conocen en el grupo mientras están gestando, se reúnen luego en este grupo de crianza y después ya comienzan a generar lazos y otros espacios de sociabilidad ya que esto no es sólo el aprender a criar a los niños, sino aprender, en esa misma acción conjunta, a criarse como madres”, relata Mariela. 

¿Qué significa instalar un modo diferente de relación médicx-paciente, personas gestantes-comunidad y Estado? ¿Cómo lograr el clivaje necesario en la comunidad para que ésta reclame lo que por derecho debería serle dado? Intentando estrategias para alcanzarlo hace seis años decidieron organizar un evento donde la música fuera la excusa para congregar a la comunidad. Apelando a la idiosincrasia festivalera de la provincia el evento derivó en el Festival por la semana mundial del parto respetado, que se conmemora a mediados de mayo. Una de las actividades de este año fue un encuentro interhospitalario de equipos provinciales que están trabajando con este PIM o quieren hacerlo. Integrantes de centros de salud de Carlos Paz, Cruz del Eje, Río Cuarto, Córdoba capital, Villa Dolores y Rosario se reunieron para compartir las experiencias, dificultades y aciertos en sus propias comunidades y organizar tareas conjuntas que los fortalezcan. Si bien en el hospital de Mina Clavero las condiciones no son las óptimas (no hay cuartos individuales, por ejemplo), trabajaron sobre un cambio de actitud de toda la comunidad hospitalaria, “porque el respeto no ocupa espacio” cuenta Ana, agregando que la mayoría de lxs profesionales que participaron del encuentro realizan su labor en el ámbito público y coincidieron en la necesidad de un cambio de mentalidad, más que grandes modificaciones edilicias.  

En tiempos donde el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos ocupa el centro del debate, la disputa por una gestación deseada y un parto humanizado es una de las formas de ejercerlo y brindar apoyo un modo de llevarlo a cabo. Acceder a la información y a las condiciones que permiten parir sin violencia es parte de la misma lucha.