El atentado al teatro ND, donde un grupo de personas encapuchadas rompió la entrada vidriada lanzando piedras y otros objetos, no detuvo lo que allí iba a suceder: anoche se estrenó el documental El camino de Santiago, dirigido por Tristán Bauer, con guion de Florencia Kirchner y Omar Quiroga e investigación periodística de Juan Alonso. El momento de tensión que se vivió en el lobby del teatro, cuando todavía muchos de los invitados estaban ingresando a la sala, fue resumido por Taty Almeida, una de las numerosas referentes sociales, políticas y culturales que asistieron al estreno, y una de las que quedó en medio del tumulto que se generó en el momento: “Les molesta la memoria, les molesta que estemos acá. Pero no nos van a hacer bajar los brazos”, aseguró la presidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. También el director de la película se expresó en el mismo sentido antes de la proyección: “Frente a la violencia que nos quieren presentar aquellos que bajan de camiones de Gendarmería, y aquellos que vienen a hacer destrozos a los teatros, nosotros seguiremos haciendo obra y dando testimonio. Esta película ahora es de ustedes. Ojalá la tomen, la discutan y la difundan. Y ojalá sirva para hacer justica por Santiago Maldonado”.
Unos minutos antes de las ocho y media, hora anunciada para el inicio de la película, unas diez personas con sus caras tapadas llegaron al teatro y comenzaron a pintar las paredes, de un modo tan particular que incluía la A de anarquismo grafiteada adentro de un corazón. Los volantes que arrojaron iban en el mismo tono: “Venganza por el compañero anarquista Santiago Maldonado”. “Repudio a la película El camino de Santiago por uso de su imagen y activismo en el anarquismo”. Enseguida sonaron los golpes contra las vidrieras, entre cuyos restos quedaron adoquines, una cadena, botellas de cerveza. La cosa podría pensarse con ribetes de Capusotto, con el ex secretario de Seguridad, Sergio Berni, persiguiendo a los atacantes que huían por la calle Suipacha, atrapando a dos de ellas y soltándolas, después de recibir la mordida de una de las jóvenes en el brazo. Si no fuera porque se trató de un atentado en el estreno de un documental político en democracia, que ocurría en forma casi simultánea a una amenaza de bomba en el canal C5N, y al despliegue de fuerzas de seguridad y la detención de seis personas en la marcha por Santiago Maldonado, en Plaza de Mayo.
A un año de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado, la película conmociona por el repaso de hechos tan recientes, que sin embargo parecen haber quedado archivados, mezclados o confundidos entre tanto que se dijo y se ocultó. Sin ir más lejos, el hecho de que la causa sigue caratulada de ese modo: desaparición forzada seguida de muerte. Así lo recuerda la abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia, en un lúcido testimonio en el que destaca que la autopsia sigue sin responder preguntas básicas. Aún no se sabe cómo, dónde y cuándo murió Santiago Maldonado, cuyo cuerpo fue hallado varios kilómetros río arriba de donde se lo vio por última vez con vida, en un lugar que ya había sido rastrillado siete veces por las fuerzas de seguridad.
El documental guarda el tono urgente propio del modo y el propósito con que fue concebido, según contó el director en la presentación: “Esta es una película muy particular, es una obra pensada en conjunto. Muchos de los que la hicimos no nos conocíamos en un principio. Fue la necesidad de aportar a que se conociera esta historia la que nos unió, con los elementos que tenemos. Y esos elementos son los del cine, porque creemos que sigue teniendo una contundencia como pocas artes”, explicó Bauer.
El camino de Santiago comienza con la campaña del desierto, su genocidio, y su necesaria relación con esta historia. Se mete en las comunidades mapuches y tehuelches como la Pu Lof en Resistencia Cushamen, adonde estuvo Santiago Maldonado; explora y expone sus reclamos. Y si “esta es la nueva campaña del desierto”, y “una historia que seguimos contando”, como describe un puestero mapuche entrevistado, traza las genealogías que ubican directamente a varios descendientes de las familias beneficiarias de aquella “conquista” ocupando cargos en el gobierno actual (Esteban Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear, entre otros). Como logro documental propio, se ve a Luciano Benetton (el dueño de las más de 900 mil hectáreas en la Patagonia, el equivalente a unas cuatro ciudades de Buenos Aires, según compara la película) teniendo que responder a un periodista italiano sobre Santiago Maldonado, en la sede de United Colors of Benetton en Treviso. “Fue un enfrentamiento con la policía. Hay que preguntarles a ellos”, responde, y el periodista le aclara que el enfrentamiento fue dentro de su territorio.
La reconstrucción de la vida de Santiago, la entrevista a su madre en 25 de Mayo, a quien fuera su compañera, Paula Paiva, a su amigo Ariel Garzi (quien describe la llamada de 22 segundos que hizo al celular de Santiago al día siguiente de su desaparición), al testigo Matías Santana (actualmente procesado y embargado), forman parte de la película. También las imágenes del velatorio en su pueblo, del momento en que recogen su cuerpo del río, de la vigilia que forma espontáneamente la gente frente a la morgue, durante la autopsia. Y la hipótesis del “enemigo interno”, la RAM, las declaraciones de Patricia Bullrich o de Mauricio Macri que suenan como bofetadas. La voz de Darío Grandinetti, que guía el relato, cuenta en el final: “El mismo día que se velaba el cuerpo de Santiago, las fuerzas de seguridad asesinaban por la espalda al joven mapuche Rafael Nahuel”. Y entonces, las muchas preguntas que plantea la película se vuelven a abrir. “Qué significan esas muertes jóvenes en la Patagonia? ¿Dónde termina El camino de Santiago?”
El camino de Santiago se puede ver los martes y miércoles de agosto en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543) y los viernes de este mes en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), Sarmiento 2037.