“Yo me veo más como Moore, por lo de santo”, se sonríe, sagaz, Esteban Morgado. Resulta que, como una manera de adelantar el talante lúdico de su dúo con Ernesto Acher, al tanguero no se le ocurrió mejor estrategia que compararse con aquella dupla bizarra con conformaban Roger Moore y Tony Curtis, en el alba de los ‘70. Claro que aquella, The Persuaders, fue una comedia de aventuras que la televisión inglesa entregó al mundo con resultado popularmente dispar, pero argumentalmente inolvidable: dos playboys mundanos cuya base de humor era desnudar las diferencias entre el ser británico, encarnado por Moore (luego James Bond), y el ser estadounidense, protagonizado por Curtis. El punto es que la serie, en América latina, trascendió como Dos tipos audaces, y ese es precisamente el nombre que eligieron Morgado y el ex Les Luthiers para titular el espectáculo de música y humor que mostrarán hoy y el próximo viernes a las 21 en Sirhan (Gorriti 5568). “No hay una connotación directa con Curtis y Moore, simplemente nos gustó como título, porque creemos que describe bien la idea general de lo que vamos a hacer, y también a nosotros, claro”, se desmarca Acher, a quien, por silencio u omisión, le toca quedarse con Curtis, aquel que en la serie hacía las veces de Danny Wilde.
Wilde y Lord Brett Sinclair, entonces, reencarnarán en Acher y Morgado pero no para conducir esos voluminosos Aston Martin DBS V8, y mucho menos para hacerse millonarios, sino con un fin diametralmente distinto: improvisar sobre sonidos y risas, para pasar un buen rato en medio de esta Buenos Aires invernal. “No sabemos bien lo que vamos a hacer”, sincera Acher. “Solo tenemos algunos puntos fijos, o en común, y el resto será a lo que salga, a lo que el público pida o a lo que se nos ocurra en el momento”, prevé. Imaginar lo que vendrá, entonces, no resulta del todo fácil. A priori, se sabe que ambos son de hacer y –sobre todo– disfrutar en grupo. Acher no solo lo ha demostrado como partícipe necesario de Les Luthiers durante quince años (1971-1986), sino también como fundador y continuador de la jazzera Banda Elástica, donde brilló como multiinstrumentista durante cinco años. Morgado ha sido sostén guitarrero de gran cantidad de cantores y cantoras, entre los que cuentan Litto Nebbia, Raúl Lavié, Ranko Fuchisawa, Dina Rot, Susana Rinaldi, León Gieco e Isabel Parra, entre otros. Y también en cuarteto, formación tanguera de bandoneón, violín, contrabajo y guitarra en la que se mueve como pez en el agua desde 1999. “Hace muchos años que nos conocemos con Ernesto. Hemos hecho música en muchos proyectos, hemos compartido fútbol, paddle y asados, que claramente son condimentos esenciales para lograr una gran amistad”, cuenta el guitarrista sobre los motivos humanos de la juntada. “Sí, nos conocemos hace más de treinta años y hemos hecho unas cuantas cosas juntos. ¿Qué mejor que llevar adelante proyectos con entrañables amigos?”, apuntala Acher, que volvió al país hace dos años, luego de vivir década y media en diversas ciudades de Chile.
Dos audaces moderados, al cabo, que a las experiencias compartidas le agregan ciertas codas inesperadas. No por los instrumentos que ejecutan para la ocasión (“clarinete y guitarra se llevan naturalmente bien”, apunta Acher), sino por el sentido de la aventura con que ambos se toman la afrenta. “La juntada tiene el encanto de la aventura”, refrenda el compositor, luthier posta y director de orquesta, reconocido por entrarle sin problemas a unos veinte instrumentos. Morgado, en tanto, viene acumulando premios Gardel (ya tiene tres), y adelanta que la incursión lúdico-musical del dúo va por el lado del tango y géneros populares afines. “Hay tango, folklore, balada, algunos temas cantados y, por supuesto, la invitación a la guitarreada”, revela el violero, que también tiene por delante recitales a dúo con Quique Pesoa y Silvina Chediek. “Básicamente, lo musical pasa por el tango, pero también se cruzan algunos juegos. Para Esteban esto es algo totalmente natural y para mí es como rescatar mi música de infancia, de barrio”, revela Acher, cuya actividad principal, hoy, está vinculada a la música sinfónica, a la ardua labor de reescribir y reorquestar obras, y –al igual que Morgado– el quehacer radial.
Sin embargo, es el espíritu de improvisación, sin red, el que explica mejor que mil palabras la propuesta de la juntada. En efecto, lo central está dado por lo que se conoce en el ambiente como “música a la carta”. Es decir, la gente pide lo que se le ocurre y ellos ejecutan en consecuencia. “El público seguramente será coparticipe, o sea cómplice de lo que hagamos... y a todos nos caerá el peso de la ley”, vuelve a reír Morgado. “Además, los instrumentos que tocamos se llevan fenómeno. Incluso, ahora mismo están tomando un café juntos. Quiero decir, siempre hay temáticas que se repiten y hay material preparado para eso. De todas maneras, la cuota de adrenalina que tenemos al abrir el juego en esta especie de música a la carta esta buenísima”.
–¿Cuán difícil está este país para el arte y la cultura?
Ernesto Acher: –Para mí ocurre algo contradictorio porque, por ejemplo, la movida cultural de Buenos Aires sigue siendo enorme y de un tamaño desconocido en otros países. Y es así, pese a que, en muchos casos, los funcionarios encargados del área parecen estar más preocupados por otras cosas antes que por el arte y la cultura.
Esteban Morgado: –Por mi parte, recurriría al nombre que le dimos al espectáculo porque, claramente, en los tiempos que corren, armar proyectos en lo artístico implica una alta dosis de audacia para sobrellevar la crisis.