Especialistas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el área de derechos humanos pidieron a la Administración del presidente de facto de Brasil, Michel Temer, revisar su programa de austeridad ya que continúa en incremento la mortalidad infantil.
La tasa de mortalidad infantil aumentó por primera vez en Brasil en el año 2016, un retroceso alarmante ya que esta se mantenía controlada desde 1990. Para 2016 Brasil registraba un saldo de 14 muertes infantiles por cada mil nacimientos, un aumento próximo al cinco por ciento en comparación con el año anterior, que la cifra era de 13,3 por ciento.
Ante esta realidad la ONU resaltó en un comunicado que “las personas que viven en la pobreza y otros grupos marginados sufren de manera desproporcionada el resultado de medidas económicas restrictivas en un país que es considerado un ejemplo de políticas progresivas para reducir la pobreza y promover la inclusión social,” informó la cadena Telesur.
A esta realidad se une la reaparición del hambre en Brasil, país que había salido del mapa de la ONU por este tipo de carencias en el año 2014, gracias a los esfuerzos de los gobiernos de los expresidentes brasileños, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
Por su parte, el Ministerio de Salud informó que la mortalidad infantil llevaba 26 años de baja sostenida y de pronto aumentó. El ente estatal detalló que las causas de este retroceso en el que pierden la vida infantes se debe a la aparición del virus zika y la crisis económica que vivió el país.
La ONU aseveró que “este aumento es motivo de gran preocupación, especialmente por las restricciones presupuestarias en el sistema de salud pública y en otras políticas sociales, que ponen en duda el compromiso del Estado de garantizar los derechos humanos para todos, especialmente los niños y las mujeres”.
Aseguraron que las decisiones fiscales y financieras que se han tomado en el país durante los últimos años han afectado el disfrute de derechos que el Estado debe velar por preservar como lo son, “la vivienda, el agua, la educación, la seguridad y la salud”. Los expertos detallaron que las condiciones actuales siguen empeorando las desigualdades existentes.
El viernes 27 de julio al menos unos cinco mil campesinos dieron inicio a una caravana en Caetés, la ciudad natal del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, para manifestar el rechazo del pueblo por la reaparición del hambre en Brasil.
El país salió del mapa del hambre de la Organización de las Naciones Unidas en el año 2014, esto debido a las políticas públicas de los exmandatarios Luis Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Con la Caravana contra el Hambre, miles de brasileños denuncian que esta conquista fue amenazada por las medidas neoliberales del gobierno de facto de Michel Temer.
Según datos oficiales, el hambre volvió a crecer en 2017, una realidad que será denunciada por los integrantes de la caravana que recorrerán más de cuatro mil kilómetros en los próximos 14 días.
Cinco mil campesinos y campesinas de diferentes lugares del noreste han llegaron a la ciudad para unirse a la actividad organizada por el Movimiento Sin Tierra y otras organizaciones del Frente Brasil Popular. Marchamos “para denunciar el retorno del hambre, para alertar a la población brasileña, a los poderes Legislativo y Judicial sobre el momento que vive Brasil, nosotros no queremos votar por esa situación de pobreza que ya vivimos”, expresó un manifestante.
En la apertura de la caravana se hicieron presentes familiares del expresidente Lula y se sumaron a las proclamas de miles de brasileños que decían “Lula libre”. “Los que roban y hacen lo que no es correcto están sueltos, el pueblo se está muriendo de hambre y en miseria, en la época de Lula nosotros nunca vimos un presidente tan bueno como él fue”, dijo otra integrante de la caravana.
Jóvenes señalaron que se encuentran en lucha contra el hambre porque desde que Lula salió del poder muchos programas fueron cortados y quienes padecen la situación es la población más desfavorecida.