Un título del portal de Clarín informaba ayer: “Explosión en una escuela: hallaron abierta la perilla de una hornalla”. Es la versión del universo que se comunica con los cuadernos voladores. Ni siquiera cuadernos: las fotocopias, porque lo cuadernos fueron. La mañosa versión de la realidad que se escribe en los medios oficialistas y en los laboratorios de los servicios de inteligencia viene anunciando que se acaban las desgracias en esa versión de la realidad, donde la única gran noticia sería el triunfo de la Justicia contra la supuesta corrupción, única posible y existente, que para ellos es la de la década pasada. El ataque masivo al portal de internet de las Abuelas al mismo tiempo que daban la conferencia de prensa para anunciar la 128° recuperación de un nieto apropiado durante la dictadura representa la misma dualidad que busca esconder hechos para promover otros artificiales. La insistencia de los medios oficialistas en que Santiago Maldonado murió ahogado en el río Chubut se entrelaza con la agresión contra la sala donde se presentaba la película de Tristán Bauer que expone las mentiras que se difundieron, se pregunta por qué y subraya que nada está claro.
Son mundos compartimentados en el día a día pero que, esporádicamente, se invaden a veces por los golpes de la realidad, o por la fuerza de una campaña. Las muertes de la docente Sandra Calamano y del auxiliar Rubén Rodríguez por un escape de gas en la escuela 49 de Moreno conmovió a la comunidad, fue un golpe terrible de la realidad que perforó el relato del oficialismo sobre la pereza de los maestros argentinos a los que presenta como inútiles y haraganes.
El impacto del hecho trágico reveló a Sandra y Rubén como los protagonistas de una épica desinteresada y oculta, una épica solidaria que el neoliberalismo oculta detrás del discurso mezquino y engañador del “a mí nadie me regaló nada, todo lo hice trabajando”. Sandra y Rubén trabajaban para “regalar” algo a otros, que es el tejido de lo humano en un modelo de sociedad que se contrapone con el mundo del egoísmo neoliberal. Y la mayoría de las veces se trata de un egoísmo tonto porque lo practican víctimas de ese modelo.
Sandra y Rubén trabajaban a veces los sábados, fuera de horario, para preservar la orquesta de chicos y a veces estaban muy temprano todos los días para que los pibes tuvieran su desayuno y las aulas calientes, a contrapelo de un Estado que se los privaba. Pero el título de Clarín se adelantaba a cualquier peritaje y sugería que habían muerto por su propio descuido: habían dejado abierta la perilla de una hornalla.
Una de esas dos versiones contrapuestas de lo que pasa es hegemónica, difundida sobre los soportes poderosos que disponen las corporaciones mediáticas y las granjas de trolls del gobierno que infestan las redes. La otra discurre sobre los pocos medios críticos que logran sobrevivir al acoso permanente del gobierno y sobre los medios alternativos. Al revés de la visión hegemónica que se alimenta de lo virtual, el soporte principal, el insumo que alimenta y da vida al otro circuito es lo que sucede en la calle: las grandes tragedias, como las muertes de Sandra y Rubén, la pobreza, la miseria y el desempleo, o las huelgas y las grandes movilizaciones.
Y así se invaden mutuamente. La visión hegemónica puede impactar con relatos virtuales como el de los cuadernos que desde su no existencia provocan el encarcelamiento de 14 personas y 34 allanamientos. Las fotocopias fantasmas de los cuadernos que no se encuentran fueron entregadas por operadores mediáticos al juzgado que ha demostrado su interés parcializado contra la ex presidenta Cristina Kirchner. Operadores mediáticos más operadores judiciales. Y una historia que solamente se encuentra en las malas novelas policiales, por lo obvia. Resulta que el chofer del supuesto cobrador, llevaba un diario personal.
Parecía que iban a aparecer los cuadernos, pero por algún motivo hasta ahora no aparecieron. A pesar de esa ausencia probatoria decisiva, hubo sobreactuación judicial y gran cobertura de las detenciones y del contenido de las fotocopias, que cualquiera puede sospechar de fraguado. Las portadas de Clarín y La Nación anunciaban grandes producciones con varios subtítulos. Todo huele a un gran armado de los servicios de inteligencia amplificado por los medios oficialistas y sectores del Poder Judicial a los que el gobierno encargó la persecución de la oposición política.
El pedido de allanamiento de los domicilios de Cristina Kirchner en Santa Cruz y en la CABA, y las versiones sobre el pedido de su desafuero basado en las fotocopias tan truchas desnudan la verdadera intención de la campaña en el marco del comienzo del año electoral para un oficialismo que viene muy golpeado. Y trasluce la intención de llegar a un 2019 muy parecido al de Brasil con Lula encarcelado.
Fue milagroso que el chofer del ex Secretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta, llevara un diario, algo insólito para un sargento retirado del ejército que nunca antes ha escrito nada. Uno pensaría que podría usar grabaciones o fotos o videos, pero no el milagro de la escritura. Fue milagroso además que tuviera tiempo para contar el contenido millonario en dólares de los supuestos bolsos que transportaba, en el poco tiempo que lo dejaban solo, lástima que nunca se le ocurrió sacarle una fotografía con su celular. Pero sobre todo ha sido milagroso el momento en que surgieron estos cuadernos.
El jueves, la explosión en la escuela de Moreno y los cuadernos voladores fueron tendencia en las redes. Todo lo que se habla en las fotocopias de esos cuadernos es virtual, imaginable y para algunos, deseable. Pero no es palpable, material o indiscutible. Las muertes de la docente y el auxiliar son tragedias concretas, irrefutables y que hayan muerto por una pérdida de gas expone la desidia reconocida de la gobernadora María Eugenia Vidal hacia la educación pública.
El escándalo por los cuadernos voladores se disparó cuando la denuncia por los aportantes falsos de Cambiemos en la campaña electoral crecía y desgastaba la imagen de Vidal. Apareció en medio del desastre económico con picos inflacionarios y salarios y jubilaciones a la baja, después del acuerdo con el FMI y los tarifazos impagables. La presión de esa realidad era tan fuerte que hasta los medios oficialistas tuvieron que mencionarla. Necesitaban un golpe de efecto que les permitiera salir de esa línea y correr el centro de atención.
Y los cuadernos se la proporcionaron. Esa aparición milagrosa fue una tabla de salvación que permitió a las corporaciones mediáticas hablar de otra cosa que no fuera la caída de imagen de Vidal y Mauricio Macri y el desastre de la economía. Cualquiera podría decir que esos cuadernos fueron escritos para ese momento y con ese fin, una bendición del cielo para el macrismo, tan extraordinaria como sacarse el gordo de Navidad. Demasiada coincidencia hace sospechar hasta a los ingenuos, pero La Nación le dedicó quince páginas.
Lo hegemónico desprecia los mecanismos que subyacen en el otro circuito de la información. Da por descontado que la sociedad se mueve según sus parámetros y no percibe o niega –hasta que lo desborda– lo que funciona por otro carril. Las decenas de miles de personas que se movilizaron en forma espontánea el jueves y el viernes tras las muertes de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, en defensa de la educación pública, en el conurbano, incluyendo distritos donde gobierna Cambiemos, daban cuenta del transcurso de otra realidad. Fueron puebladas pacíficas.
Cada vez más el impacto de estas operaciones mediático-judiciales como la de los cuadernos se siente fuerte en el núcleo duro del macrismo pero es mucho más leve en lo que en algún momento fueron sus zonas periféricas. Los medios oficialistas sobreactúan la importancia de estas fotocopias ante gran parte de un público más interesado en su penuria económica actual que en cualquier presunta corrupción en el pasado. Y al bajar el interés, baja la credibilidad incondicional de antes. Y al bajar la credibilidad queda en evidencia la operación.
El ataque violento del miércoles a la sala donde se proyectaba El camino de Santiago y el hackeo masivo, el viernes, al portal de las Abuelas cuando se anunciaba que otro nieto apropiado durante la dictadura había recuperado su identidad expusieron abiertamente la cara más cruda de esta pugna ya no solamente por la hegemonía, sino por el monopolio de la información. El arma usada fue la del miedo, la amenaza impune de la fuerza que sostiene al poder económico representado en el gobierno.
Son armas que se suman a los aprietes judiciales a los medios críticos, a los manejos discriminatorios con la pauta oficial y al desmantelamiento del sistema de medios públicos, con el abandono de la Televisión Pública y del canal Encuentro y los centenares de despidos en la agencia Telam. La única batalla que puede dar el gobierno de Cambiemos es en el plano virtual. Después de dos años y medio de una gestión desastrosa ya no puede engañar prometiendo el cielo y las estrellas. Nada de Pobreza cero, ahora es Cuadernos Gloria.