Dos mujeres: una madre y su hija están en el campo, una casa las contiene y las oprime, un hombre hace lo mismo, están en el campo y con el Campo. El hombre lleva nombre de paisaje. Es por momentos un paisaje que se interpone entre ellas, que las acerca, que las separa, que las cuestiona, que las acosa, que las abruma.

Algo de estas historias de familias disfuncionales ronda la escritura dramática del reconocido Federico León en una de sus obras más aplaudidas, Cachetazo de campo, que retorna a la escena después de muchos años de su estreno en esta versión que acaba de estrenar la rosarina Romina Bozzini.

La obra estrenada a fines de los ‘90 lanzó al podio de los jóvenes dramaturgos innovadores el nombre de León, que se fue afianzando como uno de los teatreros que más cautivó a la crítica teatral porteña.

La directora Romina Bozzini recurre a una reflexión del artista, escritor y crítico inglés John Berger para tratar de definir su búsqueda poética: “El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo”.

A partir de allí se pregunta: ¿Qué es lo que nos hace salir al mundo en busca de sanar esa herida? ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer para sanarla? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para que nos quieran? ¿Cómo construimos los lazos afectivos con los otros? ¿Cómo los sostenemos? ¿Hay escape cuando hay desamor?

“Algunas preguntas, tan solo algunas de las que fueron surgiendo cuando comenzamos a abordar este texto de Federico León, que en sus comienzos surge, tal cual él mismo lo cuenta, a partir de la investigación sobre el llanto y el trabajo concreto de improvisar con sus actrices sobre esta temática puntual”, dijo Bozzini a Rosario/12.

La directora decidió alejarse del enfoque sobre el llanto porque -según dijo a este diario- ese fue un disparador muy específico del trabajo del autor y allí entonces comienzan a indagar buscando cual sería la mirada propia de la obra, el foco propio de su poética.

“A partir de ahí y con el correr de las improvisaciones dimos con todas esas preguntas tan complejas de responder, y sobre todo con la posibilidad de indagar en lo más primario del vínculo de los tres personajes: los roles padre/madre, hija/hijo y la familia, lo familiar como espacio contenedor de esos vínculos”, develó Bozzini.

En Cachetazo de campo una madre –Nélida- lleva con lo puesto a su hija Sandra al campo, y con el Campo, el hombre lleva nombre de paisaje. El campo o el confort, le dicen a Sandra que no se puede tener todo. Entre ellas se habla del clima, se habla de muñequitos de trapo, se habla de mascotas y de películas.

“Surgen así los grandes temas que atraviesan el universo de la historia: el desamor, la soledad, la necesidad de sentirse querido/a, el abuso de poder y de fuerzas, la violencia en lo físico y en lo discursivo, el desamparo, el vínculo de la mujer con la maternidad, el deseo, la sexualidad, la violencia de género, lo que es visto como «normal», todos tópicos que nos atraviesan y nos han atravesado”, explicó la directora.

La creadora habla de seres sociales inmersos dentro de una estructura, de una cultura que no puede pensarse por fuera del patriarcado: “Somos hijas e hijos directos de él”.

¿Qué es ser madre? ¿Qué es ser hijo/a? ¿Cuál es el rol del hombre frente a este vínculo tan fuerte, tan primario? Son algunos de los interrogantes que se hace la directora en esta versión del texto de León.

“Intentamos salirnos de los ejes binarios del pensamiento y corrernos de lo que sería lo bueno o lo malo, lo que está bien o mal, lo lindo o lo feo, lo bello u horrible y nos planteamos ir más allá, cuestionando esos roles: ¿Cuáles serían los lugares desde donde deberían plantearse éstas problemáticas”?

La obra, que podrá verse todos los sábados de agosto y setiembre a las 22 en el CET (San Juan 842), cuenta con un sólido elenco integrado por Claudia Piccinini, Micaela Gómez e Ignacio Amione, con el aporte de Ignacio López en diseño y técnica de luces, Guillermo Becerra en diseño escenográfico, Romina Coletta en adaptación de vestuario y diseño de objeto y María Julia Fiasco en la asistencia de dirección.

“Cuando hablamos de los otros hablamos también de nosotros y cada cosa que se dice o se calla viene a conformar un lenguaje nuevo dentro de la historia que se impone”, reflexionó Bozzini para referirse a la vigencia de este nuevo Cachetazo de campo.