Los Crusaders neocelandeses se impusieron por 37-18 a los Lions sudafricanos en Christchurch, Nueva Zelanda, y se quedaron con la final del Super Rugby 2018. Gracias a una gran actuación del apertura Richie Mo’unga, los oceánicos se hicieron con su segundo título consecutivo y lo lograron frente, además, al mismo rival de la edición pasada (aquella terminó con derrota de los africanos por 25-17 en Johannesburgo, Sudáfrica).
“Nuestra defensa fue enorme. Si ellos hubiesen anotado dos o tres veces habrían ganado. Ganar el año pasado y repetir ahora es algo especial”, consideró el entrenador campeón Scott Robertson. Su equipo alcanzó su noveno trofeo en la competición que se disputa desde 1996 y amplió su ya abultada ventaja sobre sus perseguidores: los Blues, de ese mismo país, y los Bulls, de Sudáfrica, que tienen tres títulos cada uno. Además, el título significó la extensión del reinado neocelandés en la competición, ya que sólo equipos de ese país han festejaron en las últimas cuatro ediciones. Por su parte, para los Lions fue la tercera final perdida y siguen sin poder coronarse. En el camino de los sudafricanos hacia la definición estuvieron los Jaguares, que tras finalizar segundos en su grupo, cayeron en octavos por 40-23 con los que serían subcampeones.