Martín Nunziata es un referente indiscutido por su militancia ambientalista. Trajinó buena parte del conurbano bonaerense como miembro de la Asamblea Delta y Río de la Plata, y previamente de otras organizaciones ambientalistas y sociales de las que formó parte. Incluso funcionarios gubernamentales de distinto palo acuden una y otra vez a él para pedirle información.
Nunziata se fue a vivir a la isla en 1978, junto a Vivi –su esposa y gran aliada–, sus dos hijos pequeños y su hija bebé. “El porqué nos venimos tiene mucho que ver con las circunstancias que se vivían en el país, fue una especie de exilio interior con una mezcla de deseo de vivir en un lugar más natural que en el que vivíamos”, rememora. Se instalaron en la Primera Sección del Delta bonaerense, la más cercana al Continente, que corresponde al municipio de Tigre. En esa época prácticamente no se conocían palabras como ambientalismo o ecología, por lo menos en Argentina.
“Lo primero que observamos cuando vinimos fue la mortandad de peces, que nos alarmó muchísimo. Y descubrimos que la muerte venía del río Reconquista –asevera–. Pero nuestra mirada fue mucho más allá del río Reconquista, que ya en esa época tenía miles de industrias que tiraban sus efluentes al río y millones de personas que no tenían servicios de cloacas y mucho menos plantas de tratamiento”. Tomar conciencia de esta situación, afirma Nunziata, los impulsó a Vivi y a él a indagar sobre la problemática y a juntarse con personas con inquietudes similares. Así, en el año 1984 hicieron un estudio más profundo recorriendo el Delta. Esas indagaciones dieron origen a un proyecto de ley que presentaron en el Congreso de la Nación ese mismo año, apenas iniciada la democracia, que se titulaba “Repoblación y Desarrollo del Delta del Paraná”. Aquél proyecto tuvo aprobación en Diputados, pero el Senado nunca lo trató.
En realidad, la primera isla en la que vivió Nunziata no pertenece al Delta. En 1961, cuando la naciente revolución cubana se había quedado prácticamente sin profesionales y técnicos, se hizo un llamado a los pueblos del mundo, a los partidos políticos progresistas y de izquierda, solicitando ayuda solidaria. A esa llamada respondió el médico Américo Nunziata, y se trasladó con su esposa, sus cuatro hijos –entre los que estaba Martín– y sus dos perras. Fue en Cuba donde transcurrió buena parte de su juventud en la década del 60. Allí, en la que considera con cariño su “segunda patria”, estudió Ingeniería Mecánica y Aviación.
Actualmente acuden a la casa de Nunziata jóvenes de diversas organizaciones para ayudarlo a digitalizar la inmensa cantidad de información sobre cuencas, barrios cerrados y organizaciones sociales, entre tantos otros, que tiene concentrada en diferentes armarios.