La tarifa social con la cual el Gobierno dice proteger a los sectores de menores ingresos tiene un papel muy limitado en esa tarea. Especialmente en el caso de la tarifa social eléctrica, en donde los usuarios de mayor consumo muchas veces están en una situación especialmente precaria por la falta de acceso a la red de gas natural. Según datos del Ministerio de Energía, en el Área Metropolitana de Buenos Aires hay 285.380 hogares con tarifa social que pese a tener ingresos que no superan los 20 mil pesos mensuales (dos salarios mínimos) pagan facturas de luz que oscilan entre 840 y 4679 pesos por mes. “Hay gente pobre, que el propio Estado los reconoce como pobres pero que no llegan a poder pagar sus boletas incluso teniendo tarifa social”, explica Diego Mielnicki, director de servicios públicos de la Defensoría del Pueblo porteña.
Durante la presentación a la prensa del nuevo cuadro tarifario que comenzó a aplicarse sobre el consumo de luz de agosto, el ministro de Energía, Javier Iguacel, se tomó unos minutos para explicar que muchas veces los usuarios de mayor consumo no necesariamente son lo de más altos ingresos, y reafirmó que esa situación es más clara entre los beneficiarios de la tarifa social, en donde la falta de acceso a la res de gas, entre otros múltiples factores que se explican más abajo, determina que el piso de consumo eléctrico sea muy alto en hogares de bajos ingresos.
El funcionario destacó entonces que para los usuarios en esa situación el Gobierno fue piadoso y prácticamente no les trasladó el aumento general de la luz, que en promedio fue del 24,4 por ciento. Sin embargo, igual las boletas están llegando con sumas exorbitantes para hogares con un ingreso mensual que no supera los 20 mil pesos. El Ministerio de Energía detalló que en el AMBA hay 217.400 hogares que acceden a la tarifa social y aun así pagan entre 840 y 1821 pesos por mes. Esos usuarios tienen un alto consumo energético, entre 425 y 646 kWh/mes. A su vez, hay 63.522 usuarios que pagan un promedio de 2615 pesos (por un consumo de 888 kWh/mes) y en el tope del consumo de tarifa social hay 4458 usuarios que pagan 4679 pesos por mes (1854 kWh/mes).
“En una factura de 2500 pesos de luz, el cargo de descuento por la tarifa social puede ser de 300 pesos. Para la persona cuyo único recurso energético provisto por el Estado es la luz, se trata de un beneficio claramente insuficiente”, explicó a PáginaI12 Roberto Daoud, de la asociación Defensa y Usuarios de Consumidores (Deuco). Esa entidad de consumidores realiza un valioso trabajo de campo en barrios humildes recolectando testimonios y situaciones como la siguiente: “en la localidad de Romero, un jubilado de un frigorífico conocido de La Plata tiene ingresos por unos 12 mil pesos, con una hija menor de edad. Antes del aumento recién anunciado, recibía facturas de 2800 pesos teniendo tarifa social. Está en situación de pobreza energética”.
Silvia, de San Cristóbal, aportó su caso. “Soy jubilada y docente, vivo sola y recibo la tarifa social, por lo cual me descontaron en junio unos 400 pesos y me vinieron 2 mil pesos de luz y otros 2300 de gas. Es una casa grande, con techos altos y como no pude dejar prendido el mínimo porque la boleta hubiera sido impagable, compré estufas eléctricas. Las usé diez días y me subieron tres veces el precio del kilowatt. Ahora prendo un poquito el gas y otro poco la estufa, pero está helada la casa y tengo que pagar 5 mil pesos de luz y gas”.
Diego Mielnicki, director de servicios públicos de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires explicó a este diario que “los pobres consumen mucha energía por múltiples razones. Porque no tienen gas natural o lo tienen cortado por no pagar o porque tiene que adecuar las instalaciones y no tienen plata para hacerlo. Pero además, cuanto más pobre es el hogar, más precaria es la vivienda, por lo tanto tiene menor aislación y eficiencia. Lo mismo con los electrodomésticos, que son viejos y consumen más. Es decir, es absolutamente obvio que los pobres van a consumir más electricidad”.
“Hay personas con tarifa social que no pueden pagar lo que les viene en las boletas. Gente pobre, que el propio Estado los reconoce como pobres pero que no pueden pagar. Lo peor de todo es la actitud de Edenor y Edesur, que muestran un grado de falta de sensibilidad social alarmante. Cortan servicios de una manera impresionante y hay casos dramáticos. Gente que se quedó sin gas y ahora se queda sin energía eléctrica”, relató Mielnicki. “No puede haber personas en lo que se denomina pobre energética. Esto debe ser una política de Estado”, resumió Alejandro Amor, defensor del pueblo porteño.
La tarifa social siempre representa una mejora para el usuario, pero ese beneficio es cada vez más pequeño, hasta el extremo de ser claramente insuficiente, en los casos de mayor consumo y, presumiblemente, mayor fragilidad económica. Esto surge del propio esquema que el Gobierno concibió para la tarifa social, en donde se subsidia la totalidad del precio estacional de la energía para los primeros 150 kwh, mientras que por los siguientes 150 kwh se paga el 50 por ciento del precio estacional. El resto del consumo paga tarifa plena. De modo que en los segmentos superiores de consumo, el impacto de la tarifa social sobre el total de la tarifa es mucho menor que en el tramo inferior.
Según el trabajo “Impactos sociales, económicos y medioambientales de las políticas energéticas”, de Lara Bersten y Cecilia Graschinsky (Picto Agencia-Umet), el consumo equivalente a 144 kwh/mes, que corresponde al subsidio pleno del precio estacional de la energía (no de la distribución y del transporte, que no están incluidos en la tarifa social) se compone de una heladera con freezer enchufada las 24 horas, 4 lámparas LED prendidas (bajo consumo) 6 horas al dia, una televisión LED encendida 6 horas al día, un termotanque funcionando 20 minutos al día y con un uso de apenas 2 horas al día.
Osvaldo Bassano, titular de Adduc (Asociación de Defensa de los Derechos de los Usuarios y Consumidores) sostiene que “la tarifa social le sirve de lleno a una persona que prende una bombita, que apenas ve televisión y usa la heladera. Pero para muchísimas familias de bajos recursos es insuficiente”. Los casos de hogares que aun contando con la tarifa social reciben facturas muy caras corresponden a usuarios de muy alto consumo. En ese universo hay situaciones de derroche energético, de falta de capacitación sobre el uso racional de la energía y de condiciones de vivienda precarias en familias numerosas. Ante esta situación, no hay una respuesta inclusiva por parte del Estado.