“Este es un día maravilloso para nosotras, por todo este amor, esta alegría que nos dan, que nos revitaliza. Somos tres abuelas, pero miren todos los nietos que tenemos a nuestro alrededor. Todavía podemos usar las piernas, como hoy que bailamos tanto. Queremos que sepan que estos bastones los tenemos porque nunca nos arrodillamos. Hay que luchar de pie, sin odio, sin venganza, sin rencor, solo con amor”. Estela de Carlotto habla rodeada por las Abuelas de Plaza de Mayo Buscarita Roa y Delia Giovanola, diez nietos restituidos y más de una veintena de músicos. Son poco más de las seis de la tarde en el Playón TBA de Tigre y frente a ellos -en un número que a esta altura está empezando a tomar una dimensión precisa-, se extiende una marea humana de al menos setenta mil personas. “Cuando regresen, cuenten lo que vieron, cuenten que seguimos buscando a nuestros nietos, para que la próxima seamos muchos más”, cierra de Carlotto. Y sus palabras abren el último tramo del festival 40 años con Abuelas -a pocos días de haber anunciado la restitución del nieto 128 y postuladas como candidatas al Premio Nobel de la Paz-, que significó el cierre de una serie de eventos con los que conmemoraron, durante los últimos meses, sus cuarenta años de lucha.
El sol no dejó de brillar en toda la tarde. Arriba del escenario, quince bandas desplegaron un abanico de géneros musicales que se movió desde el folklore -Bruno Arias- al hip hop -Malena D´Alessio- y a la cumbia latinoamericana -La Delio Valdez-, saltó al rock -Bersuit Vergarabat, Kapanga-, se disparó hacia el cuarteto cordobés -Ulises Bueno- y desembocó en el indie-Los Espíritus- y el reggae -Nonpalidece-. Esa selección distópica de bandas que desfiló sobre el escenario tenía que ver con algo muy alejado del negocio de la música: la voluntad de reivindicar la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. “Nadie cobró un mango por todo esto”, dijo el conductor radial y televisivo Eduardo de la Puente, quien suspendió su programa de radio para oficiar de maestro de ceremonias durante toda la jornada. “Algunos de los músicos vinieron de hacer shows ayer a la noche, otros se tienen que ir apenas terminan de tocar. Pero son un montón de años de lucha, todos queríamos estar acá”.
El mensaje que se repitió de manera incansable durante toda la jornada fue claro: amplificar la búsqueda de los más de 300 nietos que aún no aparecieron y que las Abuelas siguen esperando. Esta vez, con algunas herramientas que prendían en el público más joven. Detrás de las palabras de las Abuelas y de sus nietos, la pantalla gigante repetía los hashtags de la tarde: #yotebusco, #dondeestas, #40añosconabuelas, que se replicaban por cientos de miles en cuentas de Twitter, Facebook e Instagram. A todos los que tuvieran dudas sobre su identidad, se los alentaba en ese momento, por los parlantes, a acercarse a una carpa negra apostada a la izquierda del predio, para hablar sobre esas dudas que podían transformarse en el comienzo de una nueva vida. “Es importantísimo que exista un festival así con un gobierno que maltrata, ningunea, demoniza y desfinancia a los organismos de Derechos Humanos”, dijo a Página 12, apenas bajó del escenario la cantante Malena D´Alessio, una de las primeras artistas en tocar y también parte de la organización del festival, cuyo padre fue detenido y desaparecido en 1977.
Entre los shows de cada banda, algunos de los nietos recuperados subieron al escenario y contaron sus historias. “Nosotras nos criamos con nuestra abuela. Nuestros padres desaparecieron en agosto del setenta y siete. Papá era delegado ferroviario y mamá estaba embarazada cuando se la llevaron”, dijeron a su turno las hermanas Lorena y Flavia BattistiolColayago. “Todavía no sabemos nada de ese bebé, que hoy es una persona que ronda los 40”. A Manuel Gonçalves Granada, otro de los nietos que contó su historia desde el escenario, lo impresionó la cantidad de público presente: “No se veía hasta dónde llegaba la gente”, dijo a PáginaI12 al bajar. “Está buenísimo que podamos estar acá: nuestro mensaje se expande a lugares que de otro modo no llegaríamos”.
El pulso que sostuvo el festival resultaba familiar para cualquiera que se haya inmiscuido alguna vez en algo así: banderas agitándose, intentos eventuales por saltar al otro lado de las vallas, la torre de sonido convertida en ese panóptico alrededor del que se busca una buena ubicación para ver el escenario, algunos empujones, cantitos que a cada rato aseguraban que “a donde vayan los iremos a buscar”, que “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es militar”, que “Mauricio Macri la puta que te parió”. Pero lo que sucedía entre cada una de las bandas, y los motivos que las habían llevado hasta ahí, alteraba el adn festivalero. “Yo no tengo abuelos, ellas son mis abuelas”, dijo el Mono, cantante de Kapanga, con el pañuelo verde de la campaña del aborto atado al jean. Después de su show, las remeras de Abuelas de Plaza de Mayo en cada uno de los integrantes de la interminable banda de Ulises Bueno -hermano del “Potro” Rodrigo y actual cara visible del cuarteto cordobés- replicaban el eslogan del festival que además volaba sobre el público en un zeppelin inflable: 40 años con Abuelas.
Dos chicos de trece años que venían desde Tortuguitas lo observaban y respondían a la pregunta sobre qué sabían acerca de las Abuelas de Plaza de Mayo. “Sabemos que están buscando a sus nietos, que se los robaron y los quieren encontrar”. Después de ese ejemplo de contundencia discursiva, se disponían a esperar el cierre a cargo de Nonpalidece, la banda de reggae que funcionó como puente entre Abuelas de Plaza de Mayo y el Municipio de Tigre, que junto al Centro Cultural de la Cooperación solventaron la economía del festival. “Este predio nunca estuvo tan lleno como ahora”, dijo Eduardo de la Puente cuando se acercaba el final de la jornada. “Me dicen que se hicieron muchos festivales en Tigre, pero que este es el más grande de todos”.
Las abuelas recibieron como regalo un cuadro con el afiche que se utilizó para difundir el festival: un pañuelo blanco sobre fondo celeste del que brotan flores amarillas, rojas y verdes. Esos afiches psicodélicos y multicolores de la convocatoria estuvieron a cargo del diseñador gráfico Santiago Spigariol, que los hizo junto al dibujante Santiago Pozzi-creador de afiches para bandas como Pearl Jam y Los Espíritus-. “Quisimos sintetizar de una manera moderna el festejo y la alegría, salir de esa estética avejentada donde se acumulan nombres y consignas panfletarias”, dijo Spigariol a este diario. “Eso está desde el propio nombre, que buscamos que sea directo, más efectivo, que convocara a un público más amplio del que ya sabíamos que iba a venir a apoyar a las Abuelas de Plaza de Mayo”.
Abajo del escenario, mientras Nonpalidece se encargaba de hacer valer su localía en Zona Norte, Santiago De Moraes, cantante de Los Espíritus, le decía a Página12: “Estar acá es un orgullo. Las Abuelas son un ejemplo de vida y lucha para nosotros. Nos pegó muy fuerte poder abrazar a Estela. Está buenísimo que celebremos con amor y alegría el trabajo de las Abuelas, ellas son un faro”. Las palabras pronunciadas sobre el escenario por Estela de Carlotto unas horas antes volvían a medirse en toda su profundidad. “No somos mujeres diferentes a los demás: a todos nos toca hacernos cargo hoy de luchar por la dignidad y la justicia”.