La industria alimenticia perdió 2300 puestos de trabajo en los últimos dos años. Así lo estimó el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda. El aumento de las importaciones y la caída de las ventas, según el documento, fueron los factores claves para explicar el retroceso de la plantilla de personal. Esta baja estuvo acompañada por un fuerte incremento de precios en los principales productos del sector. El documento registró que insumos como la harina acumulan subas de más de 87,7 por ciento en el semestre.
Los datos marcan una fuerte tensión para el rubro de los alimentos. La utilización de la capacidad instalada de la rama se ubica en el 63 por ciento, la cifra más baja desde 2001, cuando estalló la crisis de la convertibilidad. “Este retroceso no sólo genera problemas coyunturales sino también para el largo plazo. La fábrica sin producir pierde habilidades y limita las posibilidad de desarrollo de una sociedad”, señala la Undav. El documento anotó caídas importantes en el consumo real de alimentos centrales para la canasta básica. Lácteos bajó 4,8 por ciento en el primer semestre respecto del mismo período del año pasado y acumula una caída del 22,9 por ciento contra 2015. En el caso de verduras y frutas, la baja fue de 4,5 y 15,9 por ciento, respectivamente, mientras que en carnes fue de 2,5 y 15,9 por ciento y en panadería, de 2,6 y 13,1.
“Las caídas en la producción, las ventas y el consumo implicaron que en 2018 haya menos puestos de trabajo en la industria de alimentos, una situación que se suma a la caída en la capacidad de compra de los asalariados del sector”, indicaron en la Undav. Precisaron que “el camino elegido por el Gobierno para convertirse en el supermercado del mundo no fue el correcto. La caída de la actividad, el aumento de los precios de los alimentos, la retracción del consumo son muestras del fracaso de las medidas aplicadas, las cuales sólo beneficiaron a un pequeño grupo de propietarios en detrimento de la industria nacional y las mayorías”.
Este año se aceleró la pérdida de puestos de trabajo que ya venía observándose en períodos anteriores. “El rubro que tuvo la mayor pérdida fue la producción y el procesamiento de carne, pescado, frutas, legumbres, hortalizas, aceites y grasas (-1456 puestos), seguido por la fabricación de productos lácteos (-490 puestos) y elaboración de bebidas (-350 puestos)”, indicó la Undav.
En su relevamiento computó una suba de 87,7 por ciento en el precio de la harina durante el primer semestre, seguido por el 35,9 por ciento en pan francés, 39,9 en fideos, 34,2 en arroz, 50,2 en huevos, 21,2 en paleta y 26,6 en aceite de girasol. La fuerte devaluación a partir de abril fue un factor clave del salto de los precios de alimentos. Estos productos son transables (es decir, pueden exportarse) y, cuando no hay impuestos a la exportación, tienden a fijar sus precios en el mercado interno en base al dólar.
En la Undav criticaron el rumbo de la política económica por su falta de efectividad. “Desde el Poder Ejecutivo suponían que la eliminación o reducción de las retenciones a las exportaciones de granos y soja se traducirían en más materias primas para transformar en el país”, indicaron. Agregaron que “pasados dos años y medio de gestión, los resultados de la industria alimenticia contradicen ese supuesto. La industria en general atraviesa una grave crisis y los productores de alimentos no se encuentran ajenos a esa realidad”.