“Las marchas de San Cayetano buscan poner en agenda los reclamos de los trabajadores de la economía popular. Nosotros no tenemos medios de comunicación masiva a favor de esa agenda; el sector político tampoco hace un planteo para los que van quedando fuera del trabajo formal. Por eso necesitamos hacernos escuchar, y nuestra voz son las movilizaciones”, dice Esteban “Gringo” Castro, titular de la CTEP, sobre la marcha que hoy –por tercer año consecutivo– irá desde Liniers hasta la Plaza de Mayo en reclamo de Tierra, Techo y Trabajo. La protesta de los movimientos sociales pedirá que el Congreso sancione cinco proyectos ingresados el 1 de junio: emergencia alimentaria, urbanización de barrios populares, infraestructura social, agricultura familiar y una ley de adicciones. “Pero con el eje central del rechazo al FMI, porque ninguno de estos proyectos tiene posibilidades de cumplirse mientras siga el acuerdo con Fondo”, apunta Castro. 

La CTEP, Barrios de Pie y la CCC hicieron la primera de sus marchas en 2016, cuando el gobierno macrista llevaba ocho meses de gestión. La convocaron con la bendición del Papa Francisco –lo que funcionó como amplificador de la medida– y el respaldo de la pastoral social de la iglesia católica, que gestionó la apertura de una mesa de diálogo con el Gobierno, que continúa funcionando. 

–¿Qué rol entiende tienen que jugar hoy las organizaciones populares? 

–No tenemos miedo de plantear que cuando hay que asistir, asistimos. Si un chico o chica tiene problemas de adicciones, lo tenés que asistir, y si tiene hambre, le tenés que dar de comer. En ese marco decimos, además, que lo que hacemos es un trabajo. No es productivo, en las empresas piensan la productividad, pero tiene productividad social. Ese trabajo, entonces, tiene que ser contemplado con un salario social. Si lo pensamos en términos de lucha, la asistencia nos organiza gremialmente. Y en lo político queremos ser parte de la discusión de un proyecto de país. Tenemos que ser parte de un proyecto político porque esto no se resuelve sólo con la disputa gremial. Queremos estar en ese debate para que nuestra agenda sea tomada desde la política.

–Cuando una organización social negocia asistencia con un gobierno al que se opone, siempre hay una tensión. Sobre todo porque para impugnar políticas hay que volcarse a la calle, pero para recibir hay que guardarse. ¿Cómo lo viven?

–Como lo vive cualquier sindicato. Creamos un sindicato para discutir en una paritaria social. En esa paritaria no estamos haciendo un acuerdo con el Gobierno para la paz social, sino que estamos diciendo ‘esto es lo que te pedimos ahora, y después te la vamos a seguir peleando’. Porque no resolvés los problemas del país sacándole más comida para los comedores: los resolvés si tenés trabajo.

–¿Qué situaciones ven en los barrios en este pico de la crisis?

–Hoy el tema es la alimentación, la gente no puede comer en su casa. Se cayeron las changas, el contexto social se vuelve más difícil porque hay más violencia, más robos, se agudiza el narcomenudeo. 

–Hubo organizaciones sociales que decidieron no marchar con Los Cayetanos el día previo al debate sobre la legalización del aborto. 

–En cada uno de los movimientos hay disparidad de opiniones frente al aborto. La marcha de hoy es contra el FMI y por las cinco leyes que instalamos el primero de junio. No veo que tenga que haber ninguna contradicción. Nosotros tomamos el 7 de agosto como el día tradicional de la lucha de los trabajadores de la economía popular. Aparte de rezar queremos pelear, sin separar la religiosidad popular de la lucha.