La venta de álbumes y singles cae, pero la industria musical crece: ¿acaso la matemática se volvió loca? Ocurre que, ya en la segunda década del siglo XXI, el mercado de la música se rige por reglas bien diferentes a las de un tiempo atrás. De a poco, las preocupaciones que aquejaban a los sellos discográficos en el advenimiento del MP3 y el download ilegal se fueron diluyendo ante el arrasador avance de formas de consumo que conforman un panorama nuevo, lleno de posibilidades. Es lo que puede apreciarse en los informes que se dieron a conocer con el año nuevo en los dos polos principales de producción de música, Estados Unidos y el Reino Unido, y que permiten dibujar un mapa de qué es lo que sucede hoy en el campo de la comercialización de música.
En EE. UU. esta vez no hubo que esperar a la difusión del clásico informe de IFPI (International Federation of Phonographic Industry), que solía revelarse al final del primer trimestre. Este año, la firma neoyorquina BuzzAngle debutó con su U. S. Music Industry Report, un informe pormenorizado hasta la obsesión sobre cómo se comportó el público estadounidense en sus consumos musicales. Los datos centrales dan cuenta de lo que se indica al principio: en 2016, las ventas de álbumes en cualquier formato cayeron un 15,6 por ciento (11,7 por ciento los discos físicos, 19,4 por ciento los digitales) y las de canciones “sueltas” un 24,8%, pero el consumo general de música creció un 4,9 por ciento. En eso tiene que ver, claro, la estrella absoluta del nuevo siglo: el streaming creció un impactante 82,6 por ciento, y alcanzó un record de 250 mil millones de reproducciones.
Con esas cifras, queda claro que el download empieza a ser cosa del pasado. Sí, la cifra de 83.950.764 álbumes digitales vendidos (más 89.407.437 discos físicos) sigue siendo impresionante, pero los vientos de la industria apuntan en otra dirección. La practicidad de escuchar música en cualquier dispositivo y ya no tener la obligación de una amplia capacidad de almacenamiento le dio un inédito protagonismo a plataformas como Spotify, Apple, Tidal, Google Play, Amazon, que experimentaron un nuevo crecimiento de sus suscriptores: si en 2015 el porcentaje de música escuchada por suscripción era del 62 por ciento, el año pasado llegó al 76. Es decir: solo un 24 por ciento de los usuarios estadounidenses utilizan el sistema gratuito con publicidad. Y para dar una idea rotunda del lugar que el streaming ocupa en las preferencias, el informe de BuzzAngle señala que el promedio de reproducciones durante 2016 fue de 1200 millones por día (sobre más de 28 millones de canciones), mientras que en toda la temporada se pagó y descargó un total de 734 millones de canciones (sobre 7,3 millones de temas).
Si la “escucha directa” es el gran caballo de tiro de la industria 2016, no hay que desdeñar el costado vintage. Es que la venta de CD’s cayó un 14 por ciento pero la de discos de vinilo creció un 25,9 por ciento: en 2015 se vendieron 5.714.074 unidades, en 2016 subió a 7.194.531. Así, el viejo y querido plástico negro se quedó con el 8 por ciento de la torta de formatos físicos (que aún conservan el 51% del total del negocio), demostrando que la “nueva vida” del formato que se creyó perimido no es un item a desdeñar.
¿Y cómo se traduce eso en nombres de artistas? El rey absoluto de la venta de música en el norte es el rapper y actor canadiense Drake, cuyo disco Views vendió 1.510.987 álbumes y 5.354.978 canciones, y tuvo un total de 2.874.424.661 reproducciones en las diferentes plataformas. Debajo quedaron Adele (con 25), Beyoncé (Lemonade), Rihanna (Anti) y twenty one pilots (Blurryface). En el rubro de vinilo, el primer lugar fue ocupado por twenty one pilots (49.004 unidades vendidas), seguidos por Amy Winehouse (Back to black), Radiohead (A moon shaped pool), The Beatles (Abbey Road) y el 25 de Adele. Y el informe también da cuenta del ranking de discográficas, con Universal Music Group a la cabeza, seguido por Sony Music, Warner y Alternative Distribution Alliance.
Cruzando el océano
Al otro lado de las aguas, la BPI (British Phonographic Industry) dio a conocer su propio informe, que arroja tendencias similares y algunas diferencias. Aunque no entrega cifras tan detalladas como las de Estados Unidos, sí da cuenta de las esenciales: el año pasado, la industria musical británica creció un 1,5 por ciento; aunque la venta de CD’s cayó un 11,7 por ciento, el streaming experimentó un crecimiento del 62,8 por ciento, totalizando 45 mil millones de reproducciones en todo el año. El informe de BPI destaca que en 2016 se superó la barrera de los mil millones de reproducciones en una semana (en diciembre); de hecho, a diferencia del mercado estadounidense, en Gran Bretaña el formato físico lleva un mayor retroceso frente al digital, ya que en 2016 se llevó apenas el 41 por ciento del total de ventas. Y también es mayor el retroceso del download de álbumes completos (un 29,6 por ciento menos que en 2015) o canciones sueltas, que en este momento representan apenas el 22,6 por ciento de las formas de consumo.
Lo que queda claro es que la fiebre del vinilo ataca con más fuerza en las islas: en 2016, la venta de discos vintage creció nada menos que un 52,6 por ciento y superó los tres millones de unidades, cifra a la que ese mercado no llegaba desde 1991. Aunque no da cifras específicas de cada disco, el ranking indica que el primer lugar de ese formato fue ocupado por Blackstar (David Bowie), seguido por Back to black (Amy Winehouse), la banda de sonido de Guardians of the Galaxy, A Moon Shaped Pool (Radiohead) y Rumours (Fleetwood Mac). Según el informe inglés, el año pasado hubo más de treinta títulos que vendieron más de 10 mil copias (contra los apenas diez títulos de 2015); el vinilo totaliza hoy el 5 por ciento del mercado. En cuanto a la tabla general, el artista más reproducido en el streaming fue también Drake (con el single “One dance”), pero en las ventas totales de música punteó Adele (25), seguida por Coldplay (A Head Full of Dreams), Michael Ball & Alfie Boe (Together), Justin Bieber (Purpose) y Elvis Presley (The Wonder of You).
La aparición de nombres y obras con cierta antigüedad permite confirmar un fenómeno que también se puede leer en el análisis del mercado estadounidense: la era digital llegó para quedarse, pero no apunta exclusivamente a lo que suena hoy, y sirve como una interesante forma de rescate del pasado por parte de los millennials. En ese sentido, el informe de BuzzAngle es bien claro: el consumo de álbumes anual se repartió en un 14,9 por ciento de material nuevo (con hasta ocho semanas de antigüedad); 25,6 por ciento de discos “recientes” (entre 8 y 78 semanas); 11 por ciento de “catálogo” (de 78 a 156 semanas) y un rotundo 48,6 por ciento de “catálogo profundo”, es decir discos con más de tres años de antigüedad.
Así pintan los tiempos para la industria de la música en el siglo XXI. Sería por demás interesante tener una radiografía similar del mercado local; a mediados de diciembre, la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif) dio a conocer su Libro Blanco de la Música Grabada en Argentina, un informe estadístico con cifras de... 2015.
Las cifras de los que se fueron
El Music Industry Report hace un repaso por demás interesante de cómo se comportaron las ventas de los músicos que murieron el año pasado. Este es el detalle de cuatro casos emblemáticos:
Prince: El 21 de abril de 2016, día que murió el genio de Minneápolis, se vendió más de un millón de canciones y 230 mil discos en formato digital. Entre ese día y el 24 de abril se vendieron 3.072.893 canciones; la semana anterior se habían vendido 18.821 canciones, y en todo 2015 había totalizado 437.442 temas. En cuanto a los discos, en esos tres días se expendieron por vía digital 654.861 unidades, contra las 4.263 de la semana anterior y un total de 206.935 en todo 2015. No hay cifras de streaming, ya que Prince las había eliminado de las plataformas.
Leonard Cohen: En la semana que siguió a su muerte, el 10 de noviembre, el artista canadiense vendió 62.614 discos (un 374 por ciento más) y 71.604 canciones (625 por ciento). El streaming de sus temas llegó a 17,8 millones,un 407 por ciento más que su promedio habitual.
David Bowie: Al día siguiente de la muerte del músico inglés (10 de enero, hace hoy un año) se vendieron 177.912 álbumes y 206.209 canciones, y hubo 47,8 millones de streams de diferentes canciones. En los cuatro días que siguieron se vendieron 413.058 discos en formato digital (en todo 2015 había vendido 121.000) y 389.303 canciones (la semana anterior habían sido 9.800, y en todo 2015 fueron 467.243); en esos días, además, se contabilizaron 93,4 millones de streams, contra los 6,7 millones de la semana anterior y los 141,7 millones de 2015.
George Michael: Tras el 25 de diciembre hubo un incremento del 7116 por ciento en la venta de sus álbumes (40.484 unidades), un 6.906 por ciento en las canciones (323.333, ubicándolo como el artista más vendedor de la semana) y un 1.453 por ciento de los streams, que llegaron a 37,2 millones.