Hay muchos fanáticos de la obra de John Banville. También Henry James los tiene, claro. Pero el primero de los escritores aludidos ha logrado una proeza literaria: adoptar la voz, el ritmo y el lenguaje del autor estadounidense nacionalizado británico. En La señora Osmond, que acaba de publicar el sello Alfaguara, el escritor irlandés (que publica sus novelas negras bajo el seudónimo Benjamin Black) toma como telón de fondo Retrato de una dama, inolvidable narración de James, y crea con ella una suerte de secuela, atravesada por una aguda mirada sobre la deslealtad, la corrupción y la ambigüedad moral.
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