Llegué a El Dorado en bicicleta, ya eran las 3 de la mañana. Al entrar, un poco agitado pero con ganas de no perder el ritmo y empezar a bailar de inmediato, tardé un rato en arrancar. Lo más parecido al club de sexo lab.oratory de Berlin pero en Buenos Aires, fue lo primero que pensé. Pero me equivoqué, mientras que en el exclusivo club alemán somos prácticamente obligados a dejar nuestras ropas en una bolsa al ingresar, nada de esto ocurre en Fa Got Party. Si bien la estética BDSM con sus correas de cuero con pinches y aro colgando, los trajes enterizos de latex y los torsos desnudos reinan en la pista; siempre hay lugar para los curiosxs. También hay amplios guardarropas. Fue muy sorprendente el bajo número de mujeres que acudieron esa noche y ver cómo, mirando desde la cabina del iluminador, parecían boyar una cada tanto en un mar de hombres. Sin embargo, volviendo a la obvia comparación con el lab.oratory alemán: en ese club la presencia femenina sería imposible, sólo Lady Gaga logró entrar en 2010. Así, cualquiera. Esto no ocurre en la Fa Got, pero hay que reconocer que los gays masculinos y cis con look fetish están en el centro de la escena, hasta las amigas trans curiosas que habían ido a parar ahí esa noche parecían desdibujadas con sus brillos. “Es algo que se da así, no estuvo muy planeado en un comienzo, mi idea de la fiesta es que la música esté por sobre todo, siempre techno duro en todas sus variantes, en eso sí que somos estrictos”, me dice Fa, mentor junto a Alexis Broda. Todo empezó con una guía de salidas en formato Instagram que recomendaba otras fiestas. “El título de esa guía que terminó siendo el de la fiesta, juega con mi propio nombre y se le ocurrió a mi amigo, el artista Juan Malka.”
Fa Got Party puede traducirse como “Fa tiene fiesta” y a la vez se arma la palabra “fagot”, marica en inglés. Ese perfil sigue funcionando como guía de otras fiestas no necesariamente fetish, aunque sí intenta armar una red de eventos que escapen tanto a la heteronormatividad como a la “normalidad” gay. Fa se toma muy en serio su rol de anfitrión durante la fiesta. Va de acá para allá con su suspensor con el culo al aire controlando todo. No sólo que Héctor, esa noche en el rol de iluminador, cumpla con la iluminación acordada; tampoco deben faltar forros ni lubricante en el “red room”. “Es nuestro dark room, con luz roja.”