Estoy recién aterrizada en Baires. Pasé intensos días en Porto Alegre habiendo recorrido muy poco, tocaron días muy nublados, fríos, hasta que por fin salió un sol, que inundó de luz la ciudad que hasta el momento encontré miedosa. Casas bonitas en un barrio donde estaban exageradamente enrejadas y con sus alturas de espirales sin fin de alambre de púas o electrificadas, paisaje de una hostilidad que afea. Cruzando la avenida Pessoa, donde estaba el hotel en que sólo dormí, Parquinho da Redencäo. 

Caminé entre los altísimos árboles y una feria donde parece que están vendiendo las joyas de la abuela, puestitos como en Parque Centenario con el nivel de un lujoso anticuario de San Telmo, caireles, cristalería y porcelana, joyas. No compré nada de eso. Me vine con piedras trabajadas en villas y favelas. El foro del que participé me dio nuevas relaciones y fortaleció otras existentes. 

Luciano Concheiro, filósofo mexicano, marcó la atrevida contradicción del llamado: una Cumbre de Base. La propuesta de La Poderosa es muy trava en romper el lenguaje configurado y comunicar simple algo complejo. Quienes venimos siendo excluídes también de los micrófonos ahora nos comunicamos con nuestras propias vías y en nuestras lógicas y propios tiempos. Manuela Dávila (candidata a presidenta por el PC de Brasil) marcaba otros dos extremos: Lula y Marielle. Cuerpo preso uno, no por un delito sino por política de acción, la de fomentar el acceso a derechos básicos. Cuerpos en persecución judicial por extender los límites de la democracia, con prácticas jurídicas ilegales como en tiempos de gobiernos de factos y ahí maricas, tortas y trans defensoras de DDHH corren la misma suerte a lo largo de toda Latinoamérica. Cuerpos asesinados por ser acción política como Marielle, lxs 43 estudiantes de Ayotzinapa, Maldonado o Pepa Gaitán o Sacayán. Asesinades por Estados y discursos de odio, cuerpos que conjuran orgullo territorial, étnico y disidentes de la heterosexualidad. Marielle habla como mujer negra, favelada y lesbiana. 

La organización social villera Poderosa es eso, territorio cotidiano y vivido con prácticas asamblearias en 96 puntos diseminados por toda Abya Yala, pero está costando a dos vías trabajar con la diversidad, en algunos sitios las gargantas poderosas son lesbianas pero cuesta con las maricas y travas, cuesta en las comunidades villeras, favelistas y originarias como en Rodrigo Bueno o en el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) el cómo hacer para abrazar la diversidad. En esa marea donde los cánticos del #NiUnaMenos y otro propio donde se reconocen “costillas de Marielle” donde aseguran que se “cuiden los machistas porque América Latina va a ser toda feminista” las maricas visibles eran unas tantas de medios de comunicación y las tortas también forasteras y de las cuatro travas extranjera sólo yo, Victoria de Santa Fe y con una polenta trasviana que reivindica su capacidad de fecundar, Zulma y Mónica. Cuando algo se da, es seguro que puede replicarse, expandirse, aprenderse… Si fui escuchada y sembrada con otras palabras, compartí mates, bebimos del mismo vaso, me tomaron las manos y me brindaron masajes y dispusieron sus cuerpos para los míos, si no hubo una mirada siquiera suspicaz que haya percibido, ni risita nerviosa o movimiento evasivo, entonces sospecho: hay una revolución en ciernes pues hay estrategias de acción, hay apropiaciones de herramientas. ¿Será tiempo de resistirse al exilio, de soportar la incomodidad de superar lo conocido de la vieja estrategia prostitutiva? ¿De plantearnos un “sólo por hoy” para soportar estos procesos lentos? ¿Qué puedo aportar yo que no estoy en el caserío? Me recuerda Claudia Korol un taller en el que Lohana Berkins comenzaba diciendo: “Si propongo tomemos las armas, todxs corremos de inmediato. Ahora, si digo ‘abracémonos, besémonos’, el escándalo que se armaría”. Algo de ese orden está queriendo suceder. Algo joven y a la luz del día pero si no estamos allí... Si estamos intentando obtener la vajilla copiada de la vieja Europa, sus arañas palaciegas, sus palabras foráneas, sus mecánicas comunicacionales tan correctas, sus juguetitos de porcelana blanca, su broderí o sus tacos de Miami y sus pelucones de Queens, ese “algo” no va a suceder. Perderemos la oportunidad de darle forma a la democracia, de travestizarla. Eso tan necesitado por les niñes naciendo y creciendo. ¿Se instalará la soledad clasista, derechosa, deshumanizada, pulcra con nuestro silencio? ¿No nos dolerá quizás nada que otres mueran de injusticia? ¿Nos acomodaremos al confort empobrecido, anhelo de ser doñas y sexo transaccionado? Yo anhelo aventurarme. ¿Vos no tenés anhelos? ¿No me tirás una punta? ¿No me hacés la segunda? Para no irme aburrida de esta vida rebotando entre lo académico, lo partidario y lo ONGeizado.