Pensar a la sociedad actual como la sociedad del riesgo implica considerar que el Otro, el Otro social, lejos de ser garante y portador de significantes que orienten al sujeto promoviendo identificaciones estables, ofrecerá significantes amos acordes al modelo del mercado y al estado actual del capitalismo.

Se espera de los individuos que en su adultez sean flexibles, capaces de adaptarse a cualquier situación laboral, que desarrollen aptitudes para enfrentarse al vértigo de un mundo cada vez más inestable, competitivo, y que promueve incesantemente objetos a ser consumidos.

Paralelamente se exige a grandes escalas, exigencia de “hiperactividad”, de máximo rendimiento, exigencia de producir y de consumir incansablemente.

¿Qué consecuencias podemos ubicar en la subjetividad de los niños a partir de producir adultos a escala del mercado? ¿Podemos hablar de una “nueva normalidad” de la infancia?: Generación Ritalina. ¿De qué modo responde el Otro social al síntoma en el niño?

En lo que respecta a la sintomatología del niño encontramos la creciente medicalización de la infancia como modo de respuesta actual, un tratamiento a través del consumo de fármacos como por ejemplo la Ritalina, psicoestimulante de acción similar a las anfetaminas, de gran potencialidad adictiva.

Así niños rápidamente diagnosticados de “hiperactivos”, que no responden a las reglas y/o parámetros del Otro, inadaptados, con dificultades para sostener la atención y con problemas de rendimiento académico son también “rápidamente” medicados para acallar lo que del síntoma del niño resulta insoportable y disfuncional a la sociedad contemporánea.

El niño espera del Otro un lugar que lo aloje, que se ofrezca a responder sobre aquello que le sucede en su cuerpo, sobre sus angustias y sus miedos, es decir un Otro -batería significante- que oriente y encause su propio deseo. Sin embargo, se encuentra ante un Otro que lejos de ofertar una palabra, un significante que apacigüe lo angustiante, enmarcando la pulsión en los desfiladeros del significante, oferta una droga. Es claro que hay un intento de abordar el síntoma del niño desde lo particular, es decir niños precozmente diagnosticados de TDAH rápidamente medicados con Ritalina, ante la misma dificultad, la misma solución. Esta operación tiende a borrar lo singular en juego, no hay allí lugar para oír a qué responde ese síntoma, ni para pensar cuáles son las coordenadas familiares bajo las cuales ese síntoma se inscribe. En las antípodas de este discurso se ubica el psicoanálisis. El síntoma comporta para el sujeto una solución de compromiso, un modo de adaptarse a la realidad que se presenta siempre conflictiva, así por ejemplo la fobia al caballo le permitía a Juanito poder estar en el mundo, encontró en ese momento lo que fue su solución, su modo singular de tratar lo real sin ley que lo angustiaba. El psicoanálisis, como discurso que revierte al discurso capitalista, apuntará entonces a escuchar aquello que se pretende silenciar a través del fármaco, y ofrecerá en cambio un espacio que aloje lo más singular del sujeto sea este niño o no.

*Psicoanalista.

Escrito anticipo de las XXVI Jornadas Nacionales “Las nuevas normalidades y el vértigo de las drogas” de TyA (Toxicomanía y Alcoholismo) que se llevarán a cabo el 01/09. Informes e inscripción [email protected]