Mientras continuaba el debate en el Senado previo a la votación del proyecto de ley por la legalización del aborto, obispos de todo el país celebraron diferentes “misas por la vida”. Acompañado por el presidente de la Conferencia Episcopal, Oscar Ojea, el cardenal Mario Poli dijo en la catedral de Buenos Aires que “durante dos meses se escucharon todas las voces” y ello pone de manifiesto “un saludable ejercicio de la democracia”. Sin embargo, insistiendo en el argumento que ha venido sosteniendo la jerarquía católica en las últimas semanas, el arzobispo porteño afirmó que “los únicos que no pudieron ser escuchados son los niños que están por nacer”.
La catedral de Buenos Aires estuvo colmada de fieles, no así las inmediaciones, donde se había montado una pantalla gigante a la espera de más concurrencia. La mayoría de los asistentes portaban pañuelos celestes con la inscripción “por las dos vidas” y la ceremonia religiosa, inicialmente prevista para la hora 20, se demoró en su inicio. Del acto litúrgico participó también el nuncio apostólico (embajador de la Santa Sede en la Argentina), el obispo Léon Kalenga Badikebele, y otros obispos de la región metropolitana.
Para Poli, “el cuidado de la vida es el primer derecho humano”. Y reflexionando sobre lo que estaba ocurriendo en ese momento a pocas cuadras de la catedral, el cardenal recordó que “en estas horas los senadores debaten sobre la interrupción voluntaria del embarazo, lo cual supone la despenalización del aborto. Es un eufemismo ‘interrumpir’ –dijo el arzobispo–. Se quiere legitimar por primera vez que un ser humano pueda eliminar a su semejante, legalizando la muerte provocada de modo directo a una persona inocente. Sin juicio ni proceso. Solo le cabe esperar sin salida el fatal desenlace”, afirmó.
En su oración, el cardenal Poli le pidió a Dios “por la aventura de los chicos por nacer” y dirigiéndose a los senadores que en ese momento debatían en el Congreso les dijo que “confiamos en que siempre legislarán para el bien común. Pondrán lo mejor de sus experiencias para que se salvaguarde el derecho a la vida de todos. En especial a los más débiles e indefensos”.
Acompañado del obispo de San Isidro, Oscar Ojea, actual presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal sostuvo que “los no nacidos tienen derecho a pertenecer a nuestra historia, a nuestra nación, donde hay lugar para todos y nadie sobra”.
Reiterando lo que ya había afirmado en días pasados, Poli afirmó que “el aborto siempre será un drama, lejos está de ser una solución”. Y recordó que el papa Francisco dijo que “es verdad que hicimos poco por esas mujeres que sufrieron una violación”. Por eso, señaló, “tenemos que hacernos cargo de sumar ayuda, crear lugares para recibir a las madres con temores y necesidades” para que “puedan cuidarse y cuidar al nuevo ser que está en ellas”.
La ceremonia de la catedral de Buenos Aires no fue la única de su tipo y con el mismo motivo. En varias diócesis de la Argentina se celebraron también “misas por la vida”. En Mar del Plata fue presidida por el obispo Gabriel Mestre, en Santiago del Estero por el obispo Vicente Bokalic y su auxiliar Enrique Martínez Ossola y en la ciudad cordobesa de Villa María por el obispo Samuel Jofré Giraudo. En la catedral de San Salvador de Jujuy, un acto similar fue presidido por el obispo César Daniel Fernández y en Orán por el obispo Luis Scozzina.
De esta manera la jerarquía de la Iglesia Católica realizó de manera conjunta actos en todo el país en los que reafirmó su oposición al proyecto de legalización del aborto.