Acercarse ayer al Congreso caminando o en subte fue tomarle el pulso a la calle desde varias cuadras antes, pero no al Senado. Decenas y decenas de adolescentes y jóvenes con pañuelos verdes por cada docena de manifestantes vistiendo los celestes que, bajo la consigna “salvemos las dos vidas” y la sensación de que las cartas estaban echadas a su favor, se congregaron desde temprano para acompañar el debate por el aborto en la Cámara alta. Y aunque al cierre de esta edición el boca de urna parecía darles la razón, la mayoría también cifraba su fe en que los legisladores desoyeran la marea verde que, vallado de por medio, desbordó la plaza. Y sin duda “fe” fue la palabra más escuchada y repetida a lo largo de la jornada que, bajo un cielo plomizo y lluvioso, pareció una liturgia, en la que los grupos evangélicos llevaron la voz cantante de los autodenominados “provida”.

Con pañuelos celestes al cuello, muchas banderas argentinas y prendedores con consignas como “el aborto mata” y “salvemos las dos vidas”, miles de jóvenes, varones y chicas en proporciones similares, en su mayoría de colegios confesionales, junto a adultos mayores, grupos familiares, curas y monjas, boy scouts y simples parroquianos se agruparon en el lado sur del Congreso, de la mitad de la plaza hacia avenida Belgrano, para rechazar la ley que establece el aborto legal, seguro y gratuito. 

Al frente, sobre Entre Ríos, un escenario que ofició de púlpito montado por la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) llevó el peso de la movilización. Abajo, en primera fila, el feto gigante de cartapesta acompañó la celebración, mezclado entre banderas argentinas que se agitaban al compás de las proclamas lanzadas desde el proscenio.

En Hipólito Yrigoyen, varios gazebos oficiaron de capillas al paso y confesionarios, mientras dos pantallas gigantes transmitían las bandas de rock y rap cristianos que arengaron con devoción durante horas.

Rezos en loop y arengas de verbena pastoral fueron parte de la liturgia por la que circularon curas, monjas y devotos varios portando estandartes con diversas leyendas: “Dios te ama”, “Bajo el manto de María, la Fe, la patria y la vida”, y estatuillas de la virgen María que fueron recorriendo la zona en mano de piadosos manifestantes. En una esquina, “tortillas a 30 pesos” anunciaba el cartel de un puesto ambulante adornado con frases bíblicas, mientras enfrente una carpa con una cartulina a la entrada que decía “que tu vientre sea siempre cuna y no cementerio” anunciaba charlas de médicos por la vida.

Entre la feligresía variopinta, también hubo lugar para el agite por parte de los más jóvenes, que coreaban al ritmo de bombos “dicen que no tiene vida/ dicen que no tienen voz/ aquí estamos los que marchan/ por la vida de los dos”, o el más sintético “Se siente/ se siente/ la voz del inocente”.

Por ahí, mezclado con una columna de chicas y chicos que llegó de Mar del Plata, el mundialista y bombista oficial del menemismo Carlos Tula le ponía ritmo a la movida: “Pongan huevo, huevo, senadores, pongan huevo, huevo sin cesar, que esta noche, cueste lo que cueste, las dos vidas tenemos que salvar”.

“Estamos acá para hacer el aguante y salvar las dos vidas. Para mostrar que hay otras opciones, como la adopción, en la que hay que trabajar, pero siempre defendiendo la vida desde la concepción”, dijo Ana, sub 20, que llegó desde el conurbano, donde participa de un grupo parroquial, mientras a su lado otros congregantes pasaban levantando sus pancartas: “Legal o ilegal, el aborto mata”, “La solución a la muerte clandestina no es la muerte legalizada”. A pasos de ahí, un cura repetía como una cinta sinfín la oración a la virgen “Dios te salve, María, llena eres de gracia...”,  una y otra vez.

Para Joel, docente que llegó solo de la zona sur, “hay una clara fuerza a favor de las dos vidas”, dijo, y aclaró que “da la casualidad que soy teólogo, y esa estructura que tengo me hace estar acá presente”. Y explicó que “al estar involucrada la figura del hombre (en el embarazo) creo que también él tiene participación. La decisión ya no es sobre la mujer y el niño, es una familia, que habría que trabajar para no desarticularla porque  es la voz central de la sociedad”. El docente también reclamó por lo que consideró la escasa participación de la Iglesia Católica en la movilización: “No podemos ser teólogos de brazos cruzados”, sostuvo, y advirtió “este acto es evangélico. Hay una ausencia de la Iglesia, que es clave para movilizar. No alcanza con un mensajito de (el arzobispo de Buenos Aires) Poli. Si no estuviera este escenario no habría nadie”, sentenció. 

En cambio, quien sí estaba conforme con la movida fue el director general de Aciera, el pastor Jorge Gómez, que le dijo a este diario que “las iglesias evangélicas pedimos el rechazo total del proyecto de ley, no solo porque lo creemos desde la fe, sino porque es científico, biológico y  social que la vida comienza desde al concepción”, y con la seguridad de  tener a esa altura de la tarde el poroteo a favor, remarcó que ya se preparan para el día después, para intensificar sus trabajos de contención a las mujeres. “Nuestro lema es educación para prevenir, contención para no abortar y adopción para vivir.”

A última hora, mientras la garúa calaba y los cantantes cristianos seguían desfilando por el escenario, la procesión siguió presente cantando “aborto no, en Argentina”, porque aunque en el país la palabra haya quedado instalada y visibilizada, de ese lado de la plaza, del lado “celeste y patrio”, la palabra se mantuvo como un tabú al que hay que anatemizar.