–¡Nos vemos en Sáenz Peña! –gritó Solange, del Liceo 12, a un grupito de chicas que quedaron abajo, en el andén de Carabobo de la Línea A de subte. En el vagón, siguió hablando y mensajeándose con otra chica que estaba a dos metros. Todas colgadas de las manijas, que ya tenían tiras de tela verde. En la estación Río de Janeiro subió otra tanda de chicas y chicos. 

–¿Ustedes de qué colegio son? –preguntó Solange.

–De la ORT, somos como setenta acá –contestó Paloma, de 16 años, feminista desde el año pasado porque la escuela, dice, le cambió la cabeza. Esa cabeza que ayer llevaba abrazada con un pañuelo atado arriba. De pronto el vagón parecía explotar y un impulso las hizo cantar: “Aborto legal, en el hospital”, un coreo que pronto se desarmó porque hubo que arreglar otra cita. Bajaron todas en Lima, la avenida 9 de julio concentró a gran parte del estudiantado organizado por el aborto legal. Las inmediaciones del Congreso estuvieron ayer repletas de chicas escribiendo esta historia de la que sienten protagonistas y a las que arribaron hace pocos meses o años. Las pibas de la revolución feminista le dieron entusiasmo, brillos y creatividad a la vigilia masiva.

Se las vio sentadas en círculos, pintándose una a otra el rostro con un corazón, un símbolo de lo femenino envolviendo los ojos o un salpicado de brillantina. Estuvieron recostadas una sobre otras. Se las oyó cantar. Se las vio bailar, fumar y tomar, comer, reír y pedir siempre por el aborto legal. Estuvieron con agrupaciones estudiantiles y también con una amiga o compañeras que la militan sueltas. Como Sofía, Aynará y Camila, de 17 años, que llegaron desde San Justo, tomando colectivo, tren y subte, para apoyar la causa. Ellas, dijeron, se hicieron feministas cuando se empezaron a dar cuenta de que “no te gusta como son las cosas”. Eso fue ayer, el año pasado o el anterior. ¿Qué es lo que no les gusta? “La sociedad, que el hombre tenga más privilegios y que por alguna cosa a los hombres se los felicita y a las mujeres se les dice de todo, como cuando se acuestan con alguien por ejemplo”, dijo Camila. “Lo que pide el otro lado es que siga todo igual”, dijo Aynara. Luego siguieron caminando por Rivadavia, cada una con sus carteles hechos a mano en cartón: “Lo que hace traumático al aborto es que sea clandestino”, “El aborto clandestino asesina la libertad de la mujer”.

Por Callao, entre Perón y Sarmiento, se la vio a Agustina Lotero, arengando a la corriente humana que pasaba caminando y se quedaba a filmarla. Llevaba una corona de rosas sosteniendo su pelo negro y un top armado con su pañuelo verde. Así, con la espalda al aire, brillando, no sentía el frío. “Se siente una energía impresionante, lo sentís”, dijo. Agustina llegó desde Lanús con la agrupación Partido por la Revolución Comunista para hacer vigilia. Hace tres años, su hermana mayor le preguntó si sabía lo que era el feminismo. Ella, que nada sabía, dijo: “Es machismo al revés”. Entonces su hermana le explicó y hoy “el feminismo es mi vida”. “Se siente una sororidad acá”, dijo sin perder jamás la sonrisa, aunque pronto perdería la voz de tanto gritar. 

Un poco más allá, también por Callao y cerca de uno de los escenarios, Julieta y Violeta, amigas de una amiga en común, que se juntaron para no venir solas, esperaban. Esta es la segunda movilización para Violeta, que tiene 14 años y un rostro que hace poco dejó la infancia. La primera fue la jornada de la media sanción de Diputados. “Lo vi en la tele y me interesó el tema. Me empecé a informar por las redes y vine”, contó. “Nos informamos por Instagram, hay gente que arma páginas para explicar el feminismo”, aclaró Julieta, de 15, para quien ésta es la tercera movilización. Desde hace un par de meses entonces, Violeta es feminista. ¿Por qué? “Porque queremos la liberación de las mujeres.” Julieta dice que se cansó de ver “cómo oprimen a las mujeres”. “En el colegio, por ejemplo, no te dejan usar calzas, shorts ni remeras sin manga, te dicen que provocás, y a los varones no”, explicaron. 

En las calles, más apretujadas a medida que avanzaba el día, había también nenas con uniformes escolares acompañadas por algún padre o adulto/a. Hubo también barbas con brillantinas verdes.

Las adolescentes y jóvenes lo volvieron a mostrar ayer. Le pusieron alegría a un conjunto más serio, y ampliaron un movimiento que venía siendo endogámico. Todo lo que pasó en esta nueva etapa de crecimiento del feminismo gracias al impulso de las chicas fue mucho y en muy poco tiempo. Se potenció a partir del 3 de junio de 2015 y no paró más. Seguramente hay muchas cosas que se transmitieron en esa posta generacional. Aquí se apunta sólo una: lo que perdura, lo que tenían aquellas mujeres y lo que tienen estas jóvenes, es el carácter de insurrectas.