Tras casi 17 horas de debate y mientras en la calle millones de mujeres reclamaban bajo la lluvia por el fin del aborto clandestino y la ampliación de sus derechos, el Senado rechazó el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo que contaba con media sanción de Diputados. En las afueras del Congreso festejaban los pocos “celestes” que quedaban al momento de la votación, cerca de las 3 de la mañana, que no llegaban ni a la quinta parte del sector nucleado en torno a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. El resultado no arrojó demasiadas sorpresas: el rechazo contabilizó 38 votos y el sí, 31. Hubo una ausente por licencia por embarazo (Eugenia Catalfamo) y dos abstenciones. La jornada, que había comenzado tensa pero fría, fue tomando temperatura con el correr de las horas. La vicepresidenta Gabriela Michetti, fuera de micrófono, llamó “pelotudo” al presidente del interbloque Cambiemos, Luis Naidenoff, que le pedía ser flexible con los tiempos de las exposiciones. El salteño Rodolfo Urtubey debió aclarar sus dichos sobre los abortos realizados en caso violación luego de que la mendocina Anabel Fernández Sagasti los calificara como “una bestialidad de la época de las cavernas”. Hubo discursos vehementes como los de Beatriz Mirkin, Pino Solanas y Miguel Pichetto. Otros fueron más emotivos como el de Gladys González, que llegó hasta las lágrimas.
Cuatro meses duró el histórico tratamiento de la legalización del aborto en el Congreso. Después de 13 años de su primera presentación, el 14 de junio, luego de 700 exposiciones en comisión y una sesión maratónica de 23 horas, una coalición transversal de diputados y diputadas, acompañadas por una multitud en las calles, le dio media sanción y el tema pasó a la Cámara Alta con un impulso sorprendente. La presión de sectores conservadores políticos y religiosos logró primero imprimirle al tratamiento un ritmo más lento y luego ir sumando voluntades al rechazo con el correr de las semanas.
El radicalismo se terminó posicionando como el bloque que, proporcionalmente, más votos sumó al rechazo: 9 sobre 12. El PRO aportó otros 5 en contra y 4 a favor. Contando a todos sus integrantes, Cambiemos sumó 17 votos en contra y sólo 8 a favor. El Interbloque Argentina Federal, que conduce Pichetto, acumuló 12 votos a favor, 11 en contra y una abstención, del santafesino Omar Perotti. El Frente para la Victoria-PJ fue el que más votos sumó a favor: 8 sobre 9, incluida la ex presidenta Cristina Fernández. La única que votó en contra fue la rionegrina Silvina García Larraburu, que se dio vuelta en los últimos días pese a que su bloque había anunciado hace meses que todos sus integrantes acompañarían la media sanción. El Interbloque Federal aportó 3 votos en contra, 1 a favor y una abstención, de la neuquina Lucila Crexell. El resto de los bloques, más pequeños, se inclinaron mayoritariamente por el rechazo. La excepción fueron Solanas y Magdalena Odarda, fervientes impulsores de la legalización.
Hacia la tarde noche, la vicepresidenta Gabriela Michetti intentó acelerar el horario de la votación con la excusa de que era una recomendación del Ministerio de Seguridad para evitar eventuales incidentes afuera. Pasada la medianoche, la diputada kirchnerista Mayra Mendoza denunció que fue obligada a retirarse del recinto de la Cámara Alta, “escoltada y empujada por personal de seguridad del Senado. “Orden de la Presidenta (Michetti)”, le dijeron.
“No hay dos vidas, tres vidas, hay una sola vida y hay que defenderla siempre”, aseguró CFK pasada la 1 de la mañana, luego de recordar medidas de su gestión como la AUH o leyes como el matrimonio igualitario, la de identidad de género o la de educación sexual integral. La ex presidenta explicó que su cambio de postura respecto del aborto se debió “a las miles y miles de chicas que se volcaron a la calle y verlas abordar la cuestión feminista”.
El jefe de la bancada justicialista también fundamentó su voto a favor pero lo hizo con foco en la separación entre la religión y el Estado. “El siglo XXI es el siglo de la mujer. Y el que no comprenda esto va a quedar afuera de la historia. La religión no puede imponerle al conjunto del país las normas que son de naturaleza civil de un Estado laico”, aseguró Pichetto, quien le reprochó a Mauricio Macri no haberse puesto al frente del debate.
La sesión había comenzado inusualmente temprano. Los primeros en hablar fueron los presidentes de las comisiones de Salud, Mario Fiad; de Asuntos Constitucionales, Dalmacio Mera y de Justicia, Pedro Guastavino. Los primeros dos, en contra de la ley, arrancaron con los argumentos que los “celestes” repetirían durante el resto del día. Apelaron a la presunta inconstitucionalidad e inconvencionalidad del proyecto y a la necesidad de proteger el “derecho a la vida” del embrión. Guastavino, en cambio, apuntó contra la Iglesia y le reveló las agresiones sufridas: “He recibido gran cantidad de mensajes que en nombre de Dios me descalificaban. Me la pasé esquivando crucifijos. Un sector de la Iglesia que quizá cuando nos desaparecían, torturaban, daban vuelta la cara, o cuando torturaban y violaban a nuestras compañeras desaparecidas miraban para otro lado”.
Tres senadores tenían pañuelos en sus brazos o en sus bancas: Solanas, Sigrid Kunath y Norma Durango. Otros vestían corbatas verdes: Mario Pais y Julio Catalán Magni. “Este tema es un tema de igualdad y debemos tratarlo con perspectiva de género. Se trata del derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos porque la maternidad será deseada o no será”, expresó Durango, dando paso al primer discurso abiertamente feminista de la sesión.
Bullrich, un cruzado antiderechos, regaló varios pasajes que llamaron la atención: “Las convenciones nos diferencian a los seres humanos de los mamíferos placentarios. Nos llevaron, a pesar de compartir un 99 por ciento de nuestro ADN con los chimpancés, a no resolver las disputas como los chimpancés. No nos matamos ni los canibalizamos”, explicó. En la vereda opuesta, su compañera de bancada, Gladys González, dio un sentido discurso, visiblemente emocionada: “Queremos salvar las dos vidas y no estamos salvando ninguna. Todos sabemos que se trata de muertes evitables y no podemos esperar ni un minuto más”.
Por otro lado, el peronista salteño Urtubey defendió su rechazo al proyecto y lanzó una frase que despertó polémica: “Hay algunos casos en que la violación no tiene esa configuración clásica de la violencia sobre la mujer, sino que a veces la violación es un acto no voluntario con una persona que tiene una inferioridad absoluta de poder frente al abusador, por ejemplo en el abuso intrafamiliar, donde no se puede hablar de violencia, pero tampoco de consentimiento, sino de una subordinación”. Finalmente, aclaró sus expresiones: “Afirmé que toda forma de violación debe ser considerada un caso de aborto no punible. De ningún modo quise acotar el concepto de violación ni negar que lleva violencia. La idea es ser aún más duro en condenar la violación en todas sus formas”, dijo.
En las calles millones de mujeres seguían manifestándose a la espera de un resultado que parecía irreversible. A lo largo de toda la sesión distintos senadores se encargaron de dejar un mensaje alentador para ellas, similar al que utilizó Pichetto para concluir su discurso. “Más temprano que tarde, en un día más luminoso que este día gris y de lluvia, las mujeres van a tener la respuesta que necesitan”.