Omar Perotti repetía el jueves que se había perdido la “oportunidad de estar un piso más arriba”, como si despenalizar a las mujeres por causales –así de limitado era su proyecto– fuera un avance en la autonomía de la mitad de la población. Su contendiente en la interna del partido, María Eugenia Bielsa, le había marcado la cancha días antes manifestándose a favor de la legalización.
Y si bien Perotti es muy crítico del Partido Socialista gobernante, dijo que se basaba en la experiencia Rosario para proponer un proyecto de ley restrictivo, una despenalización por causales que apenas incluye en distintas leyes vigentes la posibilidad de que una mujer acceda a la Interrupción Legal del Embarazo si un profesional de la Salud considera válidos sus motivos. De no ser así, un magistrado es quien decide si debe ser penalizada. Apenas una legislación que recoge el fallo F.A.L. de marzo de 2012.
La paradoja no puede pasarse por alto cuando se tiene en cuenta que la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario viene llevando adelante una despenalización institucional, y que fue el propio secretario Leonardo Caruana quien arguyó en Diputados y Senadores por qué era necesario legalizar el aborto. El modelo Rosario no puede servir para limitar el derecho a decidir de las mujeres porque, justamente, el trabajo de cientos de profesionales de la salud es hacerle lugar a esa decisión. En Rosario no se registran muertas por abortos clandestinos en el sistema público desde 2012, y hay una red de atención primaria de la salud que garantiza el acceso. La provincia de Santa Fe tendrá en diciembre sus primeras partidas de misoprostol en la calle, producidas por el LIF, el laboratorio público. Más allá de dificultades en las ciudades más conservadoras –donde la resistencia activa de los sectores antiderechos obstaculizan las prácticas de salud sexual y reproductiva–, la provincia de Santa Fe tiene una política clara: la ministra Andrea Uboldi confirmó que durante el primer semestre de 2018 hubo 450 interrupciones legales del embarazo en el sistema de salud provincial. La intendenta de Rosario Mónica Fein levantó el pañuelo verde antes del debate en Senadores, y en mayo se había bancado estoicamente el abucheo de los fundamentalistas en el Encuentro Nacional de la Juventud Pastoral. El propio gobernador Miguel Lifschitz tuiteó el miércoles pidiéndole a los senadores que estuvieran a la altura de las circunstancias y votaran la ley con media sanción en Diputados. El socialismo, en el Frente Progresista, gobierna Rosario desde 1989 y Santa Fe desde 2007. Las bases de esas políticas de salud son varias: trabajadores comprometidxs en la garantía de derechos, un movimiento de mujeres que sigue de cerca a los poderes públicos y un estado que se hace cargo. Sobre ese piso de derechos fue que el hashtag #PerottiVotáAFavor fue trending topic durante todo el sábado 4 de agosto en el país, tras conocerse su pobre proyecto de despenalización. Ahora, el propio presidente Macri plantea cambiar el Código Penal para despenalizar a las mujeres y -como se ha explicado hasta el cansancio-eso perpetuará la desigualdad entre quienes pueden acceder a prácticas seguras en el circuito clandestino -o al misoprostol-y quienes interrumpen sus embarazos sin esas herramientas.
Perotti fue intendente de la ciudad de Rafaela, conocida como la Perla del Oeste, uno de los epicentros de la lucha de las patronales agropecuarias en 2008. El mes pasado, en su ciudad, grupos de católicos pidieron “la cabeza” de la conducción del Festival de Teatro por la obra Dios, que homenajeaba a León Ferrari. Allí, la fuerza de los sectores antiderechos se evidencia, por ejemplo, en que el hospital de Rafaela “Jaime Ferré”, donde todo el personal se declaró objetor de conciencia. Allí también hay un activismo feminista que jaquea las ideas de una ciudad completamente católica. En lugar de hablar del proyecto con media sanción de Diputados, Perotti eligió hablar del suyo. La tarea de más de una década del movimiento de mujeres “no fue una opción” para él. Escuchar al movimiento de mujeres, según parece, tampoco.