El juez Hernán Postma imputó y ordenó la prisión preventiva sin plazo de Brian Joel Flores, alias Cebolla o Cebo, señalado como autor material del atentado a un inmueble que había pertenecido al juez Ismael Manfrín, quien presidió el tribunal que condenó a la banda de Los Monos. Fiscalía hizo referencia a elementos de prueba “coincidentes” con datos aportados por testigos de identidad reservada. Incluso, uno de ellos escuchó a Flores y a otros dos jóvenes planear el ataque a un juez, y señalaron que éste fue ordenado por Ariel “Guille” Cantero, quien será imputado en los próximos días como autor intelectual de las primeras de una saga de once balaceras contra miembros el Poder Judicial provincial. “Fue para resistir el traslado que lo alejaba de su familia, su provincia y por qué no, de sus negocios”, expresaron desde Fiscalía sobre la hipótesis del motivo latente. En paralelo, la Justicia de Menores espera que el Ministerio Público de la Acusación aporte la información para imputar a R.O.A., apodado “Tavi”, quien -según Fiscalía- es sobrino de la pareja de Máximo “el Viejo” Cantero, y está acusado como autor material del otro ataque contra el juez Manfrín (en Italia al 2100). Fiscales dijeron tener datos de que los acusados recibieron un pago.

“A las 21.15, junto a un sujeto aún no identificado, en una moto blanca tipo Enduro, Flores se constituyó en Montevideo 1040, con un arma calibre 9mm. Ejecutando una orden de Ariel Máximo Cantero (Guille) efectuó seis disparos con el fin de intimidar y amedrentar al juez Ismael Manfrín, quien años antes vivió allí. Fue con la intención de infundir temor e intervenir en la causa donde Cantero fue condenado a 22 años de prisión”, reza la imputación sobre el hecho del 29 de mayo pasado. La calificación penal que le achacaron fue “amenazas coactivas agravadas por anonimato, utilización y portación de arma; y por tener como propósito obtener alguna medida o concesión de un miembro del poder público”.

Los fiscales concluyen que Guille ordenó

las intimidaciones para resistir ser

alejado de su familia y de sus negocios

Las fiscales Valeria Pedrana, Natalia Benvenuto y David Carizza indicaron que dos testigos de identidad reservada aportaron información que no pueden calificar de mendaz. Uno de ellos “escuchó, un día antes del ataque a Tavi, Bichi (no encontrado) y Flores planificar ataques contra la propiedad de un juez”. Otro testigo dijo que existía una “lista con cuatro jueces (dos hombres y dos mujeres), entre quienes aparecían (el juez Juan Carlos) Vienna y la hija de un ex presidente de Rosario Central (por la jueza Marisol Usandizaga); y cuatro policías”. Y un tercero, señaló que los atentados eran “manejados por Guille Cantero y un tal ‘Gordo’”. 

En tanto, señalaron que el 2 de junio, Rosa M. intentó entrar a visitar a “el Viejo” Cantero y que le encontraron una bala 9mm, por lo que hubo una requisa en el pabellón, donde se secuestraron 42 celulares. El informe sobre los datos de la mujer arrojó un domicilio coincidente con el del menor, quien es hijo de la hermana de Rosa.

En la detención de Flores se le secuestraron 8 cartuchos de balas 9mm y dos motos, una con características coincidentes a lo relatado por testigos del hecho de calle Montevideo. El imputado quiso hablar: “Yo no tengo vínculo con nadie, estaba cumpliendo arresto domiciliario (por un caso de violencia de género); no estoy con esa gente. Todo lo que dicen acá es mentira”, aseguró.

Sin embargo, la fiscal Benvenuto detalló las pruebas en su contra. Primero habló del hecho de Italia al 2100, donde hasta hace dos meses vivió Manfrín. “Fue el primer capítulo de una saga de 11 eventos que no han terminado ni para los propietarios, funcionarios a quienes van dirigidos, ni para la sociedad entera”, aseguró la fiscal, quien recordó: “Por esos días, el juzgado federal (donde la banda está por ir a juicio por narcotráfico) dispuso el traslado desde Piñero a otros puntos del país (para Guille y Ema Chamorro). Esto era resistido. Minutos después se tomó conocimiento del atentado con la misma modalidad al edificio de calle Montevideo al 1000, donde también había vivido Manfrín”, señaló Benvenuto. “La balacera en Italia al 2100 (por la que está sindicado el menor) fue a metros de una comisaría. Eso denota gran virulencia de los autores y falta de registro a cualquier autoridad”, expresó.

Testigos protegidos y escuchas

Días después de los primeros dos hechos, llegó una declaración testimonial de identidad reservada a la Fiscalía. “Dijo quiénes fueron y quiénes le dieron la orden. Lo escuchó de boca de Flores, quien estaba con Tavi y Bichi. Tenian que hacer un trabajo: balear la casa de un juez. También escuchó sobre la casa de un fiscal en Funes, y una defensora, sin aportar precisiones. Apuntó también a que los tres recibieron el encargo desde Piñero, de la banda de Los Monos y puntualizaron que eran Guille y Cantero viejo; y que en la cadena de mando hacia afuera había otros interlocutores, de nacionalidad colombiana”.

En el allanamiento del 2 de junio, en Piñero, fue secuestrado un aparato usado por otro interno, y se encontró que el 26 de mayo (3 días antes de los hechos) se descargó una imagen de Flores, de Facebook. “Puede parecer insignificante, pero con el conjunto de la prueba cobra relevancia y hace pensar que Guille quiso conocer a la persona que iba a ejecutar el hecho”. Para Fiscalía, “deja clara la conexión entre el interior y el exterior. Afuera, la realidad se consuma y se cumplen los deseos que se tienen tras las rejas”.

Otro testigo de identidad reservada contó que el día del hecho, poco antes de que ocurrieran, Guille le mandó un mensaje con una impresión de pantalla con todos los datos de Manfrín. Lo hizo desde un teléfono diferente al que usaba siempre. Había información de “todos los domicilios donde había vivido, su auto, su celular, el nombre y teléfono de la esposa”. El Galaxy J7 atribuido a Guille fue peritado y “se encontró la impresión de pantalla editada, fotos de su hermano más chico en el campo, selfies”. Además, otro preso tenía ese número agendado como “Gui”.

“No los borres, ahí lo mando”, le escribió Guille al testigo, según la acusación; y le envió la impresión de pantalla de datos suministrados por una plataforma “de fácil acceso”, indicaron.

Los dichos del testigo arrojaron que “estos trabajos cuestan entre 3 y 4 mil pesos; la muerte, entre 60 y 80 mil”. La fiscal agregó que el testimonio “orientó la investigación con el aporte de domicilios y teléfonos”. Entre otros datos, indicaron que “Flores vivía en Juan Pablo II y Avellaneda, donde se ocultó Cantero padre cuando estuvo prófugo. Además, la red social Facebook da cuenta de que los tres (Flores, Tavi y Bichi) se frecuentan”.

De escuchas al imputado surgió que “estaba ansioso por ocultar un arma y su familia lo ayudó”. También, que “recibió un pago, que estaba escondido en el patio de una casa no encontrada”. En tanto, una de las motos secuestradas a Flores “está a nombre de una persona de nacionalidad colombiana”.