El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer un aumento del 100 por ciento de los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio procedentes de Turquía argumentando que la lira turca se está devaluando rápidamente en relación con el dólar. Trump hizo el anuncio mientras el ministro de Finanzas turco, Beart Albayrak, yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan, anunciaba en una rueda de prensa un “nuevo modelo económico para el país”, tras la caída de la lira frente al euro y el dólar. Ayer la devaluación de la lira alcanzó un nuevo récord y un dólar cotizaba a 6,87 liras. La divisa ha perdido más del 63 por ciento de su valor frente al dólar desde comienzos de año.
Con la medida anunciada por Trump, el arancel estadounidense sobre las importaciones de aluminio turco sube al 20 por ciento y la tasa sobre el acero al 50 por ciento. “Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en este momento”, escribió Trump en Twitter. Estados Unidos impuso aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y del 10 por ciento a las de aluminio en junio, provocando la indignación de sus socios comerciales.
Los nexos entre Estados Unidos y Turquía ya estaban enturbiados por varios desacuerdos en política internacional, entre ellos la guerra en Siria, pero se deterioraron aún más en las últimas semanas por el caso de un pastor estadounidense detenido en Turquía bajo cargos de terrorismo y espionaje.
Andrew Brunson fue encarcelado en octubre de 2016 y acusado de cargos de terrorismo y espionaje en diciembre de ese mismo año. La Fiscalía pide hasta 35 años de cárcel. Turquía acusa al estadounidense de tener vínculos con el movimiento del clérigo Fethullah Gülen, autoexiliado en Estados Unidos, a quien Ankara acusa de estar detrás del fallido golpe de Estado perpetrado por una facción del Ejército en julio de 2016. Trump ha exigido personalmente en varias ocasiones la puesta en libertad del pastor de 50 años.
Albayrak aseguró durante la presentación de un paquete de medidas para apuntalar la golpeada economía del país que Turquía sigue una política monetaria independiente. Al mismo tiempo que destacó la intención de mejorar la confianza en la lira, combatir la inflación y ajustar el presupuesto, sin dar más detalles lo que no convenció a los inversores.
Fuentes del Ministerio de Finanzas señalaron el anteayer que el objetivo de las medidas sería frenar el crecimiento esperado de alrededor de un siete por ciento hasta entre un tres y un cuatro por ciento, porque los expertos hablan de un sobrecalentamiento de la economía del país. Otro objetivo es reducir la inflación, que actualmente supera el 15 por ciento, por debajo del 10 por ciento.
Los bancos centrales normalmente intentan frenar la inflación aumentando sus tasas de interés, lo que llevó a cuestionar la independencia de los bancos ante la heterodoxa visión económica del presidente, Recep Tayyip Erdogan, que opina todo lo contrario: que las altas tasas de interés causan inflación. Además, en una entrevista anterior a las elecciones de junio, Erdogan había señalado su intención de aumentar el control sobre la política económica. Economistas del banco holandés ABN Amro señalaron que los inversores vendieron liras agresivamente ante los intentos de Erdogan de estrechar su control sobre el banco central y señalando que la economía turca “muestra amplios signos de sobrecalentamiento”. Sin embargo, las principales cadenas de televisión y los periódicos de mayor tirada, controlados en su mayoría por el poder, apenas trataron los problemas de la lira turca esta semana.
La crisis monetaria en Turquía se hizo sentir ayer también en Wall Street, donde generó intranquilidad en los mercados financieros, y en gran parte del mundo, incluyendo Argentina. Se teme que muchos prestatarios turcos no estén lo suficientemente asegurados contra este desplome de la lira, por lo que podrían tener problemas para pagar créditos en euros o dólares.
Erdogan había asegurado ayer en Bayburt, en el norte del país, que hay una guerra económica contra su país, a la que responsabilizó de la caída de la lira y llamó a la población a cambiar sus dólares y euros. La solidaridad será la principal reacción a Occidente, dijo. Erdogan culpó a Occidente del desplome de la lira. La crisis es artificial, sostuvo.
Tras el anuncio de Trump, Erdogan volvió a hablar y dijo en un acto ayer a la tarde que su país no se dejará intimidar ni extorsionar por Estados Unidos. “Aquellos que no tomaron ni una sola medida contra (miembros de) la cobarde FETO (Organización Terrorista Fetullah Gülen), a quienes albergaron en mansiones, no pueden darnos lecciones. No pueden usar el lenguaje de la amenaza y la extorsión contra la nación. Intimidar a esta nación no los llevará a ningún lado”, dijo en Gumushane, también en el norte de Turquía. Erdogan no mencionó directamente a Estados Unidos o al presidente Trump. Al mismo tiempo, instó a buscar una solución a través de negociaciones pacíficas y diplomacia. “Cualquier camino por fuera de ese no tiene salida”, sentenció.