“Para frenar el riesgo cambiario, el Gobierno está incrementando el riesgo sistémico”, señaló a este diario la directora de la consultora EcoGo, Marina Dal Poggetto. Con un dólar que finalizó la semana al público en torno a 30 pesos y una inflación prevista para este año que superará ampliamente el 30 por ciento, los interrogantes respecto de la política económica se multiplican y se replican en una mayor demanda de divisas para cubrirse. A diferencia de la corrida de abril-junio, en esa segunda oleada también se liquidan bonos y acciones con fines de dolarización de cartera, con lo cual la fuga es todavía más generalizada. El contexto externo no colabora, pero los economistas consultados coinciden en que la Argentina se ve más afectada por fragilidades propias, a las que se suma el ruido político provocado por el escándalo de los cuadernos. “Ataca a los más endebles”, insistió la economista consultada. El interrogante común entre los especialistas es qué sucederá cuando al Banco Central y el Tesoro, de seguir el actual ritmo de ventas en el mercado, se le acaben los dólares que le giró el Fondo Monetario.
El riesgo sistémico refiere al contagio que se produce en una crisis financiera sobre el resto de los sectores productivos. “Lo cambiario tiene consecuencias económicas que no se están atendiendo. Una devaluación puede corregir un desequilibrio de la balanza comercial, pero no te soluciona el rojo fiscal. Esto es así particularmente porque en términos de subsidios, por ejemplo, los costos son en dólares pero las tarifas en pesos. Lo que en un principio era un problema cambiario, ahora es financiero y económico”, aseguró Dal Poggetto.
La compra de dólares es síntoma de nuevos interrogantes. La tregua en el mercado de cambios se había acabado hacía unos días, aunque la corrida no había recobrado bríos hasta esta semana. “Ahora hay preguntas sobre el programa financiero que no estaban hace dos meses”, agregó la economista de EcoGo. Tras el acuerdo con el Fondo, las miradas estuvieron puestas en la capacidad del Gobierno para estabilizar la economía. Pero en el mes de tregua las señales de que la corrida no había llegado a su fin eran más que evidentes. El Central siguió perdiendo reservas y la tasa de interés se mantuvo en niveles muy altos para anclar el tipo de cambio. Pero esas medidas también le fueron cortando grados de libertad a la política económica. “Todavía tiene herramientas, pero no está eligiendo el camino de estabilización”, agregó Dal Poggetto.
Para lo que resta del año, las perspectivas no son prometedoras. “Continúan el déficit comercial, la transferencia de recursos al exterior y una oferta regulada de dólares. Y estamos en agosto. En octubre va a haber que sumar la puja entre gobierno y los agroexportadores por el tipo de cambio para liquidar sus cosechas”, detalló a este diario Ernesto Mattos, economista del Centro Cultural de la Cooperación (CCC). El inicio de la cosecha gruesa de la soja comienza en octubre, mes en que todos los cálculos anticipan que deberían acabarse los dólares que prestó el Fondo, teniendo en cuenta el actual ritmo de intervención en el mercado de cambios. “Los exportadores van a pedir un nuevo tipo de cambio para compensar que los precios internacionales del grano no esté en su mejor momento. Ahí se van a sentar gobierno y exportadores”, agregó el economista. En esa discusión, la flexibilización que otorgó Cambiemos para que los exportadores puedan liquidar sus ventas externas “es el corazón de la crisis, junto con la libre salida de capitales y la compra irrestricta de dólares”, opinó Mattos.
El castigo no es sólo interno; los inversores extranjeros habían iniciado el éxodo con anticipación. “Desde Wall Street quedó sellado que no hay confianza en la Argentina”, afirmó el analista del CCC. En esta segunda parte de la corrida, tras la tregua de un mes, se exhibe una fuga masiva de activos argentinos. “Todo esto en un contexto donde el riesgo argentino sigue sin convencer a los inversores”, consideró Mariano Di Maggio, asesor de la banca privada de Invertir Online.com. “En primera medida, lo que debe tenerse en cuenta es que los precios de los activos argentinos se forman en el exterior, por lo tanto en principio los primeros que se van son los que operan en Nueva York”, detalló el analista de la banca. La migración comenzó así con los inversores institucionales, con información privilegiada y espalda financiera para salir rápidamente de una situación de crisis. Pero alcanza a otros segmentos.
“Todos buscan tener el dólar billete. En el exterior, a través de transferencias y acá, comprando dólares”, afirmó Di Maggio. Según señaló a este diario, aunque la opción está abierta a todos los segmentos, el inversor más sofisticado está utilizando la compraventa de bonos y acciones –de pesos a dólares– para hacerse de la divisa. “Hacia delante basta con ver la cotización del dólar futuro de diciembre, que cerró (por ayer) en 33,99, o sea, 34”, concluyó.