Juan Carlos Sassaroli, que es médico veterinario y trabajó casi diez años en el Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires, aseguró que donde antes funcionaba “la venerable biblioteca hoy hay laberintos donde pululan asesores y gerentes, que ignoran no solo el pasado del lugar, sino que consideran a estos libros un problema, no una fuente de conocimiento inagotable”.
Sassaroli además manifestó sentires profundamente triste porque siente que su generación “ha defraudado el legado de todos aquellos que han donado sus bienes para la cultura de su pueblo”.
–¿Qué sabe del estado actual de la biblioteca?
–Actualmente la biblioteca funciona en el Templo de Vesta, en la antigua sala de lactancia. Tiene acceso restringido y por lo que sé no hay inventario. En 2008 se anunció la recuperación de 7 mil libros de la antigua colección, aunque no se detalló dónde fueron hallados. Ignoro si esos ejemplares recuperados fueron restituidos a la biblioteca del Zoo y si integran actualmente la colección. La ausencia de un inventario para consultar impide dar respuestas certeras.
–¿Se pudo recuperar algún ejemplar de lo que desapareció?
–El cierre de la biblioteca pública “Domingo Faustino Sarmiento” se remite a la gestión del Dr. Juan Enrique Romero, allí podemos decir que comenzó su desguace. Parte de la colección fue enviada en 1992 al Museo de la Ciudad, el entonces director del museo, Juan María Peña, nunca reveló la cantidad de libros y los títulos; pero recuerdo que se llevó la versión original de la Enciclopedia de Diderot y la colección completa de los anales de la “Sociedad Científica Argentina”. Sabemos que en 1996 se encontraron cajas con libros del zoo en un depósito en Chacarita y su destino también es incierto. Como nunca se efectuó un inventario de ambas partidas es imposible determinar cuáles eran aquellos libros y cuáles recibió Peña. Cuando trabajé como auditor de la concesión entre 1997 y 1998 solicité a la Contaduría del Gobierno de la Ciudad el inventario de los libros y obras de arte del zoológico y me lo brindaron, quedando dicha documentación en Concesiones y Privatizaciones. Ese es el punto de partida para saber cuál era el patrimonio antes de la concesión. El gobierno, en junio del 2016, cuando por la caída de la concesión retoma la administración del Zoológico debió realizar un inventario de todos los bienes; desconozco si esto se realizó. La confrontación entre el inventario de la Contaduría y aquello registrado al fin de la concesión es fundamental para determinar qué falta.
–¿Cuántos volúmenes, ejemplares o libros había cuando usted se fue?
–Comencé a trabajar en el zoológico en diciembre de 1988 y fui despedido en abril de 1996. A mi ingreso el proceso de vaciamiento de la biblioteca ya estaba en marcha. Por lo tanto, la biblioteca que yo conocí ya había sufrido mutilaciones. Al momento de comenzar la concesión, contaba con aproximadamente 12 mil ejemplares.
–¿Su esposa trabajó en la biblioteca?
–Mi esposa, Marcela Travaglino Lopardo, trabajó en la biblioteca desde 1993 hasta 1995. En enero de 1994 le ordenaron colocar libros en cajas y enviarlos al sótano. De propia voluntad, ya que no se lo solicitaron, y conociendo ella que las anteriores partidas de libros no sólo no habían sido inventariadas sino que también tuvieron un destino incierto, decidió confeccionar un inventario donde registró todos los libros que preparaba para la mudanza. Fueron cerca de 100 cajas. Desconocemos el destino de estas cajas luego de ser depositadas en el sótano. Paralelamente había iniciado tratativas con el entonces director de la Biblioteca Nacional, Enrique Pavón Pereyra, para que recibiera alguno de los incunables que aún quedaban, pero no se pudo hacer el traslado debido a que eran bienes del patrimonio de la ciudad y solo con autorización de la legislatura se podían transferir.
–¿Qué denuncias ha realizado hasta el momento?
–Conjuntamente con Claudio Bertonatti, hemos realizado denuncias en las diferentes comisiones investigadoras de la concesión del zoológico en la legislatura porteña, por la biblioteca y otros temas, pero nunca se avanzó en la investigación. Como ciudadano me siento indefenso ante estos negociados, ya que ninguno de los instrumentos del Estado ha servido para recuperar lo que es de todos. Como naturalista estoy inmerso en una gran tristeza, ya que nuestra generación ha defraudado el legado de todos aquellos que han donado sus bienes para la cultura de su pueblo.