El lunes desembarcan siete técnicos del FMI para comenzar la primera revisión del acuerdo con el país. Se reunirán con funcionarios, economistas y empresarios. La visita no coincide con el mejor momento financiero de la economía macrista, con el riesgo país disparado cerca de los 700 puntos, el dólar trepando a 30 pesos, el derrumbe de las cotizaciones de bonos y acciones,  la caída continua de las reservas y las tasas de interés en niveles elevadísimos. 

Los propagandistas del oficialismo, en medios de comunicación y en consultoras de la city, explican que el colapso financiero del viernes último fue consecuencia del impacto de la crisis turca y de lo que denominan el escándalo de los Cuadernos K. Hasta escribieron que el salto del dólar fue por culpa de un tuit de Trump.

Si lo dicen convencidos, sólo exponen la ignorancia acerca del funcionamiento de la macroeconomía argentina y de las finanzas globales o, en la interpretación más benévola, muestran las inmensas anteojeras ideológicas con las que transitan el camino para entender la economía. En cambio, si lo afirman sabiendo que no es cierto, dejan al descubierto que nos les interesa explicar lo que sucede y prefieren seguir con la tarea de tratar de influir en la opinión pública y en las expectativas de los ahorristas para convencerlos de que el equipo económico tiene todo bajo control. Sin embargo, la carrera ascendente del dólar, escondida en los portales de la web y en las portadas de la edición impresa de los grandes diarios, los coloca en una posición incómoda para continuar con la estrategia de confusión deliberada.

Ortodoxia

Una muestra más de la desorientación conceptual de la ortodoxia y del establishment es que piensan que el ajuste fiscal es la solución a la crisis por el desequilibrio externo y la acelerada fuga de capitales. Creen que el problema son los pesos cuando el talón de Aquiles de la economía macrista es la escasez relativa de dólares. Con una política económica que profundizó el saldo negativo del frente externo hasta hacerlo explosivo, maquillado durante dos años por un vertiginoso endeudamiento externo e interno, la crisis se precipitó por el inmenso déficit de cuenta corriente; no por el desequilibrio fiscal. 

Cuando sectores dominantes de la clase empresaria, reunidos en el Foro de Convergencia Empresarial, distribuyen el documento “La imprescindible necesidad del equilibrio fiscal”, en los mismos días en que la corrida cambiaria, que supuestamente había domado el Banco Central, volvió a tomar velocidad, la posibilidad de caer en una profunda crisis por diagnóstico equivocado aumenta considerablemente.

Algunas definiciones de ese documento del Foro son impactantes, ya sea porque son suscriptas por el mundo de los negocios (empresarios y economistas del establishment) o porque se han impuesto en el sentido común para explicar la crisis. Ese texto dice: 

  1. “Durante muchos años el Estado argentino, tanto a nivel nacional como provincial y municipal, ha incurrido en gastos que superan largamente los ingresos genuinos provenientes de la recaudación de impuestos, a pesar de un aumento récord de la presión tributaria sobre toda la sociedad argentina”. 
  2. “Este exceso de gastos sobre ingresos fue financiado con endeudamiento y, por último, cuando los mercados dejaron de financiarnos, con inflación a través de la emisión monetaria”.
  3. “Esta realidad es la causa de las altas tasas de inflación, de la falta de inversión privada que no posibilita la creación de empleo genuino y del estancamiento de la economía argentina en comparación con otros mercados emergentes”.
  4. “Es imprescindible que la sociedad argentina en su totalidad (políticos, empresarios, sindicalistas, miembros de ONG y público en general) comprendamos que esta situación es insostenible y que deben tomarse las medidas necesarias para solucionarla”.

Nada más alejado de la realidad de la crisis de la economía que evaluar que se originó en un problema fiscal. Con semejante grado de desorientación, es fácil responder las razones de por qué la ortodoxia con el establishment ha sumergido una y otra vez a la economía argentina en situaciones caóticas.