Las cloacas periodísticas se alimentan de intervenciones televisivas como las de Jaime Bayly. El peruano vive y trabaja en Miami. Tiene un programa en Mega TV, de gran audiencia. Desde ahí informó el lunes pasado que estaba al tanto del intento de asesinar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. No sólo eso. Dijo que se reunió con los organizadores del ataque frustrado. Que los alentó a realizarlo. Incluso contó que les preguntó: 

“¿Quieren que les compre un dron más? ¡Avisen!”. Porque la tentativa de magnicidio se realizó con drones. Uno estalló con la carga explosiva en el aire. Hirió a siete militares que desfilaban en Caracas, frente al palco que ocupaban las más altas autoridades del Estado. El otro se estrelló contra un edificio. 

  Maduro respondió: “Es fácil que desde un canal de televisión de Estados Unidos se mande a matar a un presidente. ¿Qué pasaría si un periodista fanfarrón como este, desde una televisora de Venezuela, mandara a asesinar al presidente de Estados Unidos? Lo enjuiciaríamos, porque eso es un delito grave”. En EE.UU sucedería lo contrario. Aunque existe la llamada Ley Smith de 1940 varias veces enmendada (pensada contra comunistas y anarquistas, fundamentalmente) que castiga a quien “con conocimiento o voluntad aboga, incita, aconseja o enseña el deseo de derrocar o destruir el gobierno de los Estados Unidos, o de cualquier gobierno de cualquier Estado, territorio, distrito o posesión del mismo, o al gobierno de cualquier subdivisión política del mismo, por la fuerza o violencia, o por el asesinato de cualquier funcionario de dicho gobierno…”.

  El presidente venezolano sabe muy bien que el periodista peruano es apenas el vocero desprejuiciado de una conspiración en marcha para matarlo. Que tiene su sede principal en Miami, donde el propalador del mensaje recibió las llaves de la ciudad el 13 de octubre del año pasado. El alcalde cubano americano Tomás Regalado le confirió esa distinción. Declaró que era por “la excelencia de su trabajo periodístico”. Se deshizo en elogios para el premiado. Lo llamó “vecino ilustre”.

  En su editorial televisivo, Bayly describió al grupo ahora detenido por atentar contra Maduro como “gente bastante competente” y anticipó que el presidente “ya se llevó un primer susto; van a venir más”. Si hubiera dicho lo que dijo en Perú, su país de nacimiento, el Código Penal o Ley 30610, en su artículo 316-A lo castigaría con más severidad. Pero al contrario, la Corte Suprema de Estados Unidos considera que debe prevalecer la libertad de expresión sobre la instigación a cometer delitos.