River y Huracán protagonizaron un empate sin goles en el Tomás Adolfo Ducó en lo que fue la presentación de los elencos de Marcelo Gallardo y Gustavo Alfaro en la Superliga. A pesar de ser dos de los equipos que terminaron en la parte alta de la tabla en el campeonato pasado, el espectáculo que brindaron anoche en un dañado campo de juego fue muy flojo.
Con gran parte de los titulares que hacía menos de 72 horas se habían llevado un empate de Avellaneda –0-0 frente a Racing por octavos de Copa Libertadores–, River no tardó en adueñarse de las acciones. A partir de una rápida recuperación en el mediocampo, los dirigidos por Gallardo se adueñaron de la pelota y buscaron llegar al área rival en pocos toques. Un estilo de juego parecido al que triunfó en el último Mundial de Rusia, donde los equipos que más lejos llegaron no abusaron de la tenencia y apostaron por ataques veloces y directos.
Y fue así que llegó la primera situación para el Millonario cuando tras una pérdida de los locales en el medio, Pratto metió un gran pase entre líneas de primera para Scocco, quien intentó una definición tres dedos que no pudo vulnerar la resistencia de Marcos Díaz, el uno del Globo. Minutos después, River tendría una inmejorable chance para abrir el marcador cuando el árbitro Loustau cobró penal por una mano de Garro en el área. El Pity Martínez pidió patearlo y lo mandó a las nubes, casi que un poco a manera de justicia poética para Huracán, el club que lo formó.
El local, por su parte, apostaba al contragolpe, principalmente a través de la velocidad de dos de sus refuerzos, Garro y Gamba. Pero recién al final del primer tiempo encontraría su primera chance de gol, cuando el ex Unión durmió a Pinola y Armani, peleó una pelota y el rebote le quedó a Mendoza, que la mandó a la red para enterarse segundos después que el árbitro había interpretado como infracción un choque Gamba y Armani y anulaba el tanto.
La segunda parte encontró a Huracán un poco más adelantado y a River empecinado con filtrar un pase entre los defensores locales, algo que se acrecentó con el ingreso del colombiano Quintero. En sintonía con el dañado campo de juego del Ducó, el partido se fue deteriorando con el correr de los minutos. Y mientras aumentaba lo malo del desarrollo, las ocasiones de peligro fueron cayendo en proporción. Recién a los 86, un tiro desde afuera del área trajo la primera ocasión de peligro de la segunda parte cuando una floja respuesta de Armani, terminó con la pelota en el travesaño y yéndose al corner para dar por terminadas las esperanzas de que haya algún grito de gol en el Ducó, escenario de un muy flojo espectáculo.
Para Gallardo, el partido de anoche dio inicio a su sexto torneo local al frente de River, el único casillero en blanco que todavía le queda por llenar al DT. Es que el Muñeco, campeón de la Libertadores (2015), de la Sudamericana (2014), de la Recopa (2016), de la Supercopa (2018) y bicampeón de la Copa Argentina (2016 y 2017), todavía no pudo alzar el trofeo de la Primera División. Para colmo, en tres de los últimos cuatro campeonatos el campeón fue Boca, de la mano de Rodolfo Arruabarrena (2015) y dos veces con los Mellizos Barros Schelotto (2016/17 y 2017/18). Y aunque la prioridad pasa por la Libertadores, en River todos saben que son la alternativa más fuerte para impedir que Boca se haga con el tan ansiado tricampeonato. Ayer, sin embargo, el equipo no estuvo para nada cerca de demostrarlo.