Desde antes de emprender estudios formales, el dramaturgo y director Pablo Bellocchio hacía teatro con un grupo de chicos de su misma edad y, como todos querían actuar, no le quedó más remedio que ubicarse en el rol del director. Luego de formarse con Augusto Fernandes y Claudio Tolcachir, entre otros, y con Javier Daulte y Oscar Tabernise en dramaturgia, Bellocchio comenzó a estrenar sus obras junto a un núcleo de actores que conformaron el Grupo Lascia, en referencia al apellido de la familia protagonista de Abrir la puerta, una de las piezas escritas por este autor y director que dice haberse dedicado al teatro por haberlo vivenciado en su propia familia: “como los hijos de los abogados y médicos que siguen la profesión de sus padres”, según explica en la entrevista con PáginaI12.

Si aquella obra de 2015 trataba acerca de la dificultad de abandonar la casa familiar ante un panorama cada vez más inquietante y menos contenedor, y la deconstrucción de una pareja a lo largo del tiempo es el motivo principal de Dos, una desconexión (obra que sigue en cartel en El Métido Kairós, de El salvador al 4500) la recientemente estrenada Nadie te había invitado (va en la misma sala, los sábados a las 21) pone el foco en la crisis de 2001. Pero no tanto para analizar aquella época puntual de la historia del país sino para interrogar al momento actual, en sus similitudes y diferencias. Lo interesante que este objetivo no se presenta de un modo lineal y mecánico sino que hay signos a lo largo de la obra que favorecen el déjà vu... 

En el medio de una reunión de ex egresados de la secundaria ocurre el reencuentro de varios personajes que, pasado el tiempo, pertenecen a diferentes estratos sociales. Desde los que integran la clase media en decadencia hasta los que se ven beneficiados por la crisis y, más aún, los que se encuentran en la marginalidad menos pensada. “Mirar para atrás en esa situación de reencontrar a los que fueron compañeros de escuela también te hace pensar en cómo éramos y cómo nos veíamos en el futuro”, explica Bellocchio, atento en la obra a producir en varias escalas el proceso de confrontación entre el pasado y el presente. Actúan Rodrigo Bianco, Fernando Del Gener, Jimena López, Malena López, Nicolás Salischiker y Mariví Yanno.

–¿Cuáles fueron las experiencias que más le sirvieron durante su formación?

–Ocupar todos los roles en el teatro y desarrollar procesos de laboratorio fue muy importante porque son situaciones que me enseñaron a no tener miedo de equivocarme. Uno se va construyendo en el hacer. Así fui encontrando los temas sobre los que quería dialogar con los espectadores. Fui descubriendo qué preguntas quería plantearles. Porque nunca quiero decirle al espectador cómo o qué pensar.

–¿Sobre qué le interesa escribir?

–Aunque no me lo propongo, mis obras siempre tienen que ver con el pasado y cómo ese pasado se resignifica en el presente. Tengo en cuenta que si me quedo atado al pasado caigo en la melancolía así que lo que busco es mirar el pasado para no repetir los mismos errores en el futuro.

–¿Su teatro es político?

–La política está en todo aunque no de un modo partidario. Por eso me resulta difícil pensar en un teatro no político. Busco generar un ida y vuelta con el espectador para que pueda pensar las preguntas que le planteo.

–¿Cuáles son las preguntas que plantea en Nadie…?

–En este caso las pregunta serían: ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué hay cuestiones que, como en un círculo vicioso, se repiten en nuestra historia?

–¿Se refiere a los momentos de crisis?

–Sí, sobre ese tema me pregunto: ¿por qué se naturaliza la idea de que obligatoriamente cada tantos años debemos atravesar una crisis? Pareciera que es un deber ser de los argentinos. Si no tomáramos esto como una norma podríamos encontrar la forma de no repetir errores. 

–¿Cómo son las obras de teatro que le interesan?

–Las obras que tienen humor, que no son asfixiantes ni discursivas. Las obras que no apuntan con un dedito acusador y que sacan al espectador de un lugar pasivo. Si enseguida entiendo la situación teatral tomo distancia, renuncio y me pongo a pensar en otra cosa. En cambio, si lo que veo me propone puntos suspensivos, entonces me siento vivo.

* Nadie te había invitado, El Método Kairos Teatro (El Salvador 4530), los sábados a las 21.